En la entrada anterior
hablé de cómo me masturbé frente a una mujer en la playa, a la vez que ella se
masturbaba para mí al lado de su pareja. Tras dejarme su número de móvil
escrito en la arena, le envié un whatsapp y quedamos para cenar ese mismo día
en su casa, pues me dio su dirección. Eso sí, no tenía claro si sería a solas
con ella o en compañía de su pareja, si es que lo era. Dejé la historia cuando
armado de unos vinos y unos condones me dirigía en coche a su casa, desde donde
la retomo.
Llegué a la dirección que
me dio sin problemas, lo malo fue aparcar. En verano y en una zona de playa la
cosa se complica. Pero como había salido con tiempo, al final encontré un hueco
más o menos cerca y fui andando hasta el portal. Era un dúplex con un jardín en
la parte delantera, si bien no se podía ver su interior porque tenía una verja
llena de pequeños arbustos. Llegué a la puerta y toqué el timbre. Poco después
una sensual voz femenina me habló:
- ¿Quién es?
- Soy el pajillero que
vengo a cenar. – Le contesté.
- Adelante pajillero,
pero pocas pajas aquí… - Me respondió ella riendo a la vez que se abría la
puerta.