Abro los ojos. La luz
que entra por las rendijas de la persiana ilumina un poco la habitación pero
extrañamente es como si viniese de la izquierda de la cama, y no de la derecha
como siempre. Con una sonrisa pienso que sería interesante que ahora el sol saliese
por el oeste. Aunque al pensar veo que tengo la cabeza embotada, como si anoche
hubiese bebido un poco más de la cuenta, y recuerdo: ¡la cena de trabajo! Por
eso todo está al revés, ¡soy yo el que está del revés!
Voy a mirar la hora en
mi reloj de pulsera. Acerco el brazo izquierdo hacia mí pero no puedo… ¡Ni
siquiera controlo mis músculos!, y vuelvo a sonreír. De nuevo trato de acercar
el brazo, pero me doy cuenta de que no depende de mí. ¡Hay algo que tira de él!
Parece una cinta. Trato de llevar el brazo derecho para desengancharla pero
tampoco puedo, ¡está también enganchado!
Abro bien los ojos y
por fin soy consciente de mí. Miro hacia mi brazo izquierdo y veo que la cinta
viene de un barrote del cabecero de la cama, miro hacia la derecha y lo mismo.
¡Tengo mis muñecas atadas con cinta roja a la cama! Trato de estirar pero no
consigo soltarme. Y lo que es peor, me doy cuenta de que no estoy en mi cama,
¡ésta no es mi habitación! Trato de levantarme a ver si acercándome más puedo
morder la cinta o algo, pero no lo consigo. Tristemente me doy cuenta de que
mis piernas tampoco me obedecen, pues anudadas a los tobillos tengo otras
cintas que seguro se atan a los barrotes del piecero de la cama. Por si me
quedaba alguna duda, en mi cama no tengo piecero, ¿dónde estoy?
Me siento raro, la
cabeza embotada, en un lugar que no identifico, atado boca abajo a una cama que
no es la mía y desnudo, pero al menos tengo un nórdico encima que me tapa. Y ya
un poco nervioso grito:
- ¿Pero qué coño pasó
anoche? ¿Hay alguien ahí?
Trato de recordar de
nuevo lo que hice después de la cena, pero me duele la cabeza. En ese momento
oigo pasos. Me giro en dirección a donde proviene el sonido y veo que la puerta
está cerrada. Los pasos se acercan más y ya soy capaz de apreciar bien el
sonido de unos tacones. Y por fin la puerta se abre. Veo entrar una bota negra
de cuero con tacón de aguja. Llega hasta casi las rodillas. Entra la otra bota
y veo que encima va un abrigo negro.
- ¡Buenos días
dormilón! – Me dice una voz femenina. – Espero que hayas descansado, porque la
noche fue intensa, ¿eh?
Y por fin empiezo a
recordar. Esa voz es la de Mamen, la nueva administrativa. Anoche estuve
tonteando con ella y parece que tuve éxito, lo malo es que no lo recuerdo. Pero
sí, es ella. La estoy viendo aunque tenga que girar el cuello mucho para verla.
Ahí está Mamen. Es una mujer bastante atractiva. Debe tener unos veinticinco
años. Es delgada, estilizada y suele vestir bien, moderna y sexy a la vez. Su
pelo es rubio rebasando la altura de sus hombros, sus ojos de un bonito azul
claro, una nariz fina y unos labios carnosos completan su rostro. Además tiene
un buen pecho por lo que he podido apreciar bajo su ropa, y lo remata todo con
un buen culo al que he mirado unas cuantas veces en el trabajo. ¿Y cómo
conseguí que una mujer así haya pasado la noche con alguien como yo que ya ha
superado la barrera de los cuarenta? ¡Maldito vino!
- ¡Buenos días Mamen!,
- le contesto, - así que ha sido una buena noche. Pero sabes, ¡no la recuerdo!
¿Por qué estoy atado a tu cama?
- Ja, ja, ja. – Se ríe
ella. – Así que no lo recuerdas, bueno, ya haremos memoria. Yo también tengo
algún que otro lapsus. Nos pasamos un poco, yo creo que el cava que nos
ventilamos aquí en casa fue lo que nos mató. Pero el tenerte atado no es de
anoche. Lo he hecho al despertarme yo, he cogido la cinta, la he ido cortando y
aprovechando que estabas boca abajo te he atado bien.
- ¡Que me has atado
ahora! – Exclamé asombrado. – Pero, ¿por qué? ¿Es que temes que huya de una
mujer tan guapa?
- Pues no listillo. –
Me contesta. – Veo que recuerdo más que tú. Anoche hablamos del señor Grey y de
cómo se aprovechaba de una mujer inteligente y bien preparada, de lo machista
que podría llegar a ser y de que la mujer debe liberarse. Como anoche llevaste
tú la voz cantante, pues ahora me toca a mí. Voy a ser tu Grey. Y de paso
celebro así que hoy 8 de marzo es el Día Internacional de la Mujer. Así que ya
sabes, ¡hoy eres mío!
Puede que no recordase
bien la noche, pero esto parece que promete. Mamen se pasea por la habitación y
yo escucho el taconeo de sus botas por el suelo. Se pone a mi lado y diciendo
que ya tiene calor se desabrocha y se saca el abrigo, que tira por ahí. Mis
ojos se abren como platos. Creo que ha hecho que de golpe se me vaya el dolor
de cabeza. ¡Es que está más buena de lo que pensaba! Debajo del abrigo
únicamente llevaba un sujetador negro con tirantes y un culote negro también.
Me estoy empezando a calentar ante tan bella y sexy visión. El culo de Mamen es
espectacular, se nota que se machaca en el gimnasio, eso sí acorde con sus
piernas perfectas. En mi entrepierna algo se empieza a mover, mmmmm.
En ese momento Mamen
coge de la punta del nórdico más cercana y con fuerza lo echa todo para atrás
cayendo al suelo. Quedo desnudo en la cama, boca abajo, a su merced, como ella
quiere. Ella empieza a andar con sus botas y yo noto que se para a los pies de
la cama, aunque mi cuello no da para verla. Noto como se sube a la cama de
rodillas entre mis piernas separadas y atadas, pero sigo sin verla.
De repente una mano se
para en mi culo, y me lo soba. Ahora la otra, en la otra nalga. Instantes
después recibo un cachete en la primera nalga, mmmm. Está jugando conmigo, y
aunque no la veo me gusta, es más, me está excitando esto de no saber lo que me
va a hacer. Aparta las manos y noto que se inclina. Noto un beso en mi culo,
ahora otro, pero lo que siento ahora ¡es un mordisco! Mmmmmm, me ha mordido en
la nalga suavemente, y ahora otra vez, me gusta, mmmm.
Ahora Mamen se levanta.
Intuyo el movimiento de sus brazos, pero por más que giro el cuello no consigo
ver nada a mi espalda. De repente se mueve la cama por un movimiento brusco y
cae su sujetador ante mí, mmm, ya no lo lleva. Nuevo movimiento y oigo el
sonido de una cremallera. Instantes
después cae una bota al suelo, otra cremallera y de nuevo la otra bota golpea
el suelo, Mamen se ha descalzado. La cama se vuelve a mover y la noto
acercarse.
Las palmas de las manos
me acarician la espalda sensualmente y siento sus labios en mi cuello. Me besa
la nuca, y desciende besándome los hombros una y otra vez, primero por un lado
luego por el otro, mmmm. A la vez voy notando la presión de sus pechos sobre mi
espalda, incluso noto que sus pezones están duros. Sus manos van bajando por la
espalda, a la altura de mis riñones y sus labios siguen bajando besando mi
espalda. De vez en cuando sale su lengua y noto como me lame, lo que cada vez
me pone más caliente, mmmmm. Sus labios, su lengua, sus manos, siguen ese
descenso tan placentero, pero al llegar a la altura de mi culo se lo saltan.
Empieza a acariciarme
los muslos, masajeándolos, apretándolos suavemente. Luego lleva su boca, y con
ella me lo va lamiendo, bajando y lamiendo, bajando y lamiendo, por el muslo
izquierdo. Llega a la pantorrilla y me hace lo mismo, acaricia, me lame y me
besa, y yo cada vez más excitado con este trato, mmmmmm. Entonces Mamen cambia
de pierna. Empieza a acariciar mi pantorrilla derecha subiendo por ella, para
luego con su lengua lamerla, sigue subiendo, más arriba, más arriba, hasta que
llega de nuevo a la altura de mi culo con su lengua. Sabe cómo hacerme sentir
placer, mmmm.
Noto como se vuelve a
levantar y me pregunta:
- ¿Te gusta? ¿Me
deseas?
- Siiiiiiii. – Le
contesto yo. – Te deseo más que a nada. Me encanta como tu lengua se pasea por
mi piel, como tus dedos me rozan, me estás poniendo a tope Mamen.
- Lo sé, lo veo. – Me
contesta ella, para acto seguido llevar su mano a mi entrepierna.
Y yo la noto, mmmmmm.
Empieza a jugar. Me acaricia suavemente los huevos, los sopesa así boca abajo
como estoy y con la punta de sus uñas me va rozando la piel subiendo por mi
pene cada vez más duro, ¡qué placer!, mmmmm.
Abre su mano y me coge
la polla que ya parece de acero. Siento algo de molestia por estar boca abajo y
porque me la tiene mirando a mis pies, pero el placer es mayor. Me empieza a
masturbar. Su mano va subiendo y bajando por mi polla, una y otra vez. De vez
en cuando gira su mano, eso me gusta, mmmmm. Pero no para, mano arriba, mano
abajo. Se entretiene en rozarme con sus dedos el capullo que ha dejado al
descubierto, mmmmmm. Luego se inclina y en lugar de los dedos es su lengua la
que me lo roza. Da vueltas con ella por todo mi capullo, mmmmmm.
Su mano levanta un poco
mi polla y noto como su boca va avanzando, tragándosela más y más. Cuando no
puede más se vuelve para atrás para volver a avanzar. Me gusta cómo me la come,
despacio, sintiendo todo lo que hace, mmmmm. Pero su boca no para. Sus labios
suben y bajan por mi polla dura, cada vez más. Se la saca y se la mete, dentro,
fuera, dentro, fuera, mmm, mmmm, mmmm. Mis gemidos salen con más frecuencia y
mi respiración se agita ante la mamada que me está haciendo.
Mamen se da cuenta de
que si sigue me voy a correr en su boca y para. Se levanta. Noto que se mueve
por la cama y pasa una pierna por encima de mi muslo. Se sienta sobre mi pierna
y empieza a moverse hacia delante y hacia atrás una y otra vez. ¡Se está
masturbando con mi pierna! Sigue moviéndose adelante y atrás y escucho sus
gemidos según lo hace, mmm, mmm, mmmmm. La tela de su culote va rozando mi
pierna con sus movimientos y empiezo a notar que está un poco mojada. Se mueve
un poco más frotándose contra mi pierna hasta que de golpe se para y se levanta.
Camina sobre la cama hasta poner sus pies delante del cabecero.
En ese momento se
arrodilla ante mí y veo su culo tan apetecible justo ahí. Trato de alcanzarlo
pero no puedo, malditas cintas. Ella nota mi movimiento y me dice:
- ¿Qué te pasa? ¿Acaso
deseas comerme el culo? ¡Pues no! Hoy mando yo y se hará lo que yo quiera. Tú
te conformas con ver y sentir hasta que yo diga lo contrario.
Dicho esto con sus
manos hace bajar el culote por sus caderas, por sus muslos. Se levanta y cae
sobre sus pies. Saca sus pies, se gira y agachándose lo coge y me lo ofrece diciéndome:
- ¿No querías comerme?
Pues cómete eso. ¡Saboréame!
Y yo por supuesto le
hago caso. Como había notado la tela está mojada. La lamo con avidez llevándome
todo su sabor, delicioso, mmmmm. Mamen alarga la mano y me lo quita de mi boca
tirándolo fuera de la cama. Se inclina hacia atrás y se acuclilla. Apoya su
espalda sobre la pared y sobre el cabecero para poder abrir sus muslos. Es
ahora cuando la veo de verdad desnuda y ofrecida ante mí, y yo aquí atado sin
poder hacer nada, es insoportable, deseo follármela ya.
Me fijo bien en ella.
Su cara es preciosa, con esos labios tan llenos que han estado en mi polla. Sus
tetas mayores de lo que yo imaginaba, firmes y redondeadas con el pezón bien
duro. Sus piernas abiertas mostrando su rajita depilada con algo de vello por
encima. Quiero abalanzarme sobre ella, pero no puedo, las malditas cintas no me
dejan.
Mamen empieza a
acariciarse. Sus manos juegan con sus tetas, se pellizca sus pezones con una
mano mientras la otra acaricia su cuello y su hombro. De nuevo juega con sus
tetas con ambas manos hasta que baja la derecha por su abdomen y acaricia su
entrepierna mientras gime, mmmm. Se roza, baja y sube su mano entre nuevos
gemidos, mmm, mmmmm, hasta que la vuelve a subir a su pecho. Ahora baja sus dos
manos y separa más sus muslos. Con sus dedos abre los labios de su coño y me lo
deja bien a la vista, justo delante de mí pero inaccesible para mi lengua. Yo
veo lo mojado que está. Me mira, seguro
que disfruta viendo mi cara de sufrimiento por no poder hacerle todo lo que
deseo, pero es lo que quiere.
Empieza a acariciar su
coño. Su mano sube y baja por él cada vez más rápido y sigue gimiendo, mmm,
mmmm, mmmmm. Veo como roza su clítoris, incluso como se mete un dedito en su
agujero mojado, mmmmm. Y me doy cuenta de que es capaz de correrse sin mi
ayuda, como corresponde al día de la mujer. Pero yo no quiero eso. Estoy viendo
ese coño mojado y como disfruta. Yo me quiero follar a Mamen, ya no recuerdo el
dolor de cabeza, solo me duele la polla por no estar dentro de ella. Es tanto
mi deseo de follármela que sin darme cuenta empiezo a moverme contra la cama,
boca abajo, como si me la follase a ella, mmmmm. Mamen se da cuenta y me dice:
- ¡Alto! ¿Qué haces?
¿Tantas ganas tienes que te follas a mi colchón? ¡Deja de hacerlo! Eres capaz
de correrte ahí y no quiero tu leche en mis sábanas. – Y acercando su coño a mi
boca añadió. – Demuéstrame lo que me quieres follar, cómemelo bien.
Al notar la cercanía de
su coño saco la lengua y lo lamo de abajo a arriba. Bajo la lengua rozando bien
su rajita. La subo de nuevo y rozo circularmente su clítoris mientras Mamen
lanza suspiros y gemidos, mmmm, mmmmm. Bajo la lengua otra vez y cuando la voy
a subir para rozarla de nuevo, lo único que toco es aire. Se ha echado para
atrás.
- Ya, ya, ya… - Dice
Mamen entre suspiros. – No quiero correrme así.
Se levanta y camina por
la cama hacia mis pies. Me desata los dos tobillos y vuelve delante de mí. Veo
como brilla su coño de nuevo, está realmente mojada, mmmm.
- Ahora quiero que
cambies de posición. Trae tus piernas hacia delante – me pide.
Y yo lo hago. Me
levanto un poco con mis manos todavía atadas y voy moviendo las rodillas hasta
que quedo arrodillado con la polla apuntando hacia ella. Se inclina sobre mi
brazo izquierdo y en lugar de desatarme como yo pensaba, lo que hace es soltar
un poco de cinta del barrote para darme más libertad. Hace lo mismo con el
brazo derecho y me pide que adelante más mis rodillas quedando yo un poco
inclinado hacia atrás pero sujeto por las cintas que impiden que me caiga.
- Ahora ya toca follar.
– Me dice. – Pero no me vas a follar tú a mí, sino yo a ti. ¡Hoy mando yo! – A
lo que yo asiento con mucho deseo.
Tras decir esto se
abalanza sobre mí. Me coge la polla que ya no puede estar más dura y la acerca
a su coño. Se entretiene en rozar mi capullo contra su clítoris de lado
mientras veo que se muerde el labio inferior a la vez que ahoga un gemido,
mmmmm. Y por fin apunta mi polla a su agujero y de golpe se deja caer sobre
ella entrando en su coño, mmmm, mmmmmm. Yo inclinado hacia atrás y ella casi en
cuclillas sobre mí empieza a follarme. Se levanta y se deja caer, se aleja y se
vuelve a acercar mientras mi dura polla entra y sale de su coño mojado, mmmmm,
mmmmm. Se escucha el sonido del chapoteo a cada golpe de entrada, mmmmm. Pero
ella sigue moviéndose sacando y metiendo mi polla, una y otra vez, acelerando
placenteramente, mmmm, hasta que se para en seco y se levanta quedando toda mi
polla fuera.
Me coge de las piernas
y me empuja hacia atrás a la vez. Yo caigo del todo hacia atrás levantando mis
piernas. No sé cómo no me he hecho daño, pero ya sé lo que quiere. Y Mamen lo
hace. Estoy con mis piernas algo dobladas y con mi polla apuntando al techo.
Ella se acerca y se sienta sobre mí. De nuevo guía con su mano mi polla y esta
vez sin jugueteo se la mete y se deja caer, mmmmm. Mamen está sentada sobre mí.
Se levanta y se vuelve a sentar, para volverse a elevar. Me está cabalgando y
me encanta, mmmmm. Tiene sus manos apoyadas en mi pecho a la vez que sube y
baja para así coger más impulso. Yo estoy ya a mil. Veo como mi polla entra y
sale de su coño según ella me cabalga, pero también veo como sus tetas rebotan
descompasadas con su movimiento y eso todavía me pone más, mmmmmm.
Mamen cada vez sube y
baja más rápido. Su cara de placer es un poema, sus tetas se balancean
alocadas, nuestros gemidos se entremezclan, mmmmm, mmmmmm. Se escuchan nuestros
suspiros cada vez más próximos, ah, ah, aah. Y ella sigue y sigue, subiendo y
bajando, bajando y subiendo, sin pausa, a buen ritmo, mi polla sale y vuelve a
entrar, una y otra vez, mmmm, mmmmmm.
- Mamen, ¡no puedo más!
– Le digo. – Me voy a correeeer, mmmmm.
Y ella me cabalga
todavía con más empeño mirándome con esos ojos llenos de pasión, más, más, más,
hasta que sin remedio me corro llenándole su coño con los chorros de mi leche
caliente.
- Siiiiiii, aaaaaaaah,
aaaaaaaah, aaaaaaaaaaaaaah, ¡joder!, siiiiiiiiiiiii. – Grito cuando me corro. –
Uuuuuuuf, siiiiiiii.
Estoy seguro que ella
nota mis chorros y eso la lleva a jadear como una histérica, aaaaah, aaaaah,
aaaaaaah. Noto como se estremece y arqueando su cuerpo hacia atrás se corre
sobre mí, mmmmmmm.
- ¡Siiiiiiiiiiiii! Me
corrooooo, siiiiii, aaaaaaaaaaaaaaaah, aaaaaaaaaaaaah. – Grita sin dejar de
moverse aunque ya más lentamente. – Aaaaah, aaaaaah, mmmmmmm.
Entonces Mamen se
inclina hacia mí. Su respiración continúa agitada, así como la mía. Ha sido una
buena experiencia. Se echa sobre mí y se queda ahí un poco mientras recuperamos
el aliento. Entonces me besa, y mis labios devuelven su beso apasionado
mientras nuestras lenguas se rozan. Se alza y me mira de nuevo con sus ojos
azules. ¡Qué mirada! ¡Es como fuego azul!
Se levanta y vuelvo a
ver su escultural cuerpo en toda su magnitud. Se gira y por fin me desata ambas
manos. Aprovecho para levantarme y la abrazo ahora que por fin puedo. Nos
besamos de nuevo, con cariño y con enorme satisfacción. Nos separamos y ella me
dice:
- Nos hemos ganado un
buen desayuno, será cuestión de prepararlo.
Y Mamen camina desnuda
hacia la puerta. Yo la veo salir de la habitación, caminando como una pantera,
moviendo sus caderas según avanzan sus piernas y viendo como ese precioso culo
desaparece de mi vista. Por mi parte yo voy hacia el aseo, exhausto por lo
sucedido. Me doy cuenta de que mi cabeza ya no está embotada, y es que nada
como el buen sexo para eliminar la resaca, y también voy recordando ya buena
parte de lo sucedido en la cena de trabajo de anoche. Además, seguro que Mamen
me ayuda a rellenar los huecos que puedan quedar y así os lo podré contar bien en La última cena del trabajo.
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