Noe era como yo llamaba a
mi novia Noelia, y digo llamaba porque hace ya bastantes años que pasó a ser
exnovia en lugar de novia. Era una de esas relaciones que parecía tener un
futuro prometedor, sin embargo, un día me di cuenta de que Noe ya no era la
persona de la que me había enamorado, aunque mis amigos desde el principio
habían dicho que ella y yo éramos muy distintos, al final tenían razón. Con el
tiempo, Noe se transformó en una criatura oscura de la noche, y no me refiero a
una vampiresa que extrajese todo mi jugo con su boca no, sino a que empezamos a
vivir la noche a diario, saliendo todas las noches de marcha, y lo que es peor,
viendo yo como ella se empapaba continuamente en alcohol. Pero eso no era todo,
cuando no bebía como una esponja, me fijé en que hacía demasiadas visitas al
baño hasta que me confirmó que se metía cocaína.
Yo hasta ahora me he
mantenido alejado de esos temas, por lo que, en aquel momento, no me gustó
nada. Traté de ayudarla, aunque nunca se dejó. Incluso después de cortar con
Noe, mi mano siguió tendida hacia ella, pero no la cogió, es más, se fue
perdiendo más y más hasta que desapareció. Nunca supe por qué cambió de esa
forma, pero mi intuición me decía que tenía que ver con un antiguo, y de mala
vida, ex de Noe, con fácil acceso a todo tipo de drogas. Ella me lo negaba,
pero años después supe que ésa fue la razón. De todas formas, mis recuerdos de
la vida con Noe son francamente buenos, salvo el final claro. Lo pasamos muy
bien entre los dos. Es más, ella fue la que más me abrió los ojos en el plano
sexual, pues era una auténtica bomba. Recuerdo cantidad de aventuras con ella,
pero sobre todo una de forma especial, que es la que voy a contar.