Para
ser una persona a la que le gusta el teatro, desgraciadamente no voy tanto como
quisiera. Por eso cuando mis amigos me propusieron ir a un espectáculo en el
que habría diferentes actuaciones de aficionados, no me lo pensé ni por un
segundo, acepté sin rechistar. Me pasaron el programa y era bastante
interesante: había monólogos, actuaciones de magia, obras cortas de teatro y
terminaba con una actuación de burlesque, que, aunque no tenía muy claro lo que
era, imaginé que sería algún tipo de actuación humorística. Sacamos las
entradas online y cada uno se guardó la suya. Sin duda tenía ya un buen plan
para el sábado noche…
A
veces, en la vida hay cosas que no acaban de la forma que esperas. En ocasiones
es para mal, pero otras para bien, como es el caso de la historia que voy a
contar. Cuando llegó el sábado noche, me arreglé para acudir al teatro, sin
excesos claro, que tampoco iba a la ópera. Me puse ropa interior negra,
camiseta y calcetines, además de un bóxer ceñido con franjas horizontales
negras y grises. Por fuera decidí no ir tan de negro, así que me puse unos
pantalones de color beige, una camisa que mezclaba rayas verticales marrones y
negras de forma asimétrica, unos zapatos marrones y una chaqueta de cuero
también marrón. Por último, me peiné dejando mi pelo estudiadamente despeinado,
y tras ponerme un poco de perfume, salí para ir al lugar donde había quedado.