domingo, 11 de agosto de 2019

El arte de la masturbación


La gran mayoría tenemos amistades de cuando éramos pequeños con las que hemos perdido el contacto. No hubo peleas, no hubo enfados, no hubo nada, simplemente la vida nos lleva por caminos diferentes y acabamos perdiéndonos la pista. Por eso cuando un par de meses atrás, mi antiguo amigo José Antonio, al que todos llamábamos Josan, me llamó, me sorprendió bastante. Fue una sorpresa agradable, me comentó que había visto a unos amigos, que había preguntado por mí, que le pasaron mi teléfono, y que como estaba cerca le apetecía que nos viésemos tras más de veinte años, lo que me pareció buena idea. 

Así, un par de días después quedamos a tomar un café. Estuvimos hablando de los viejos tiempos, de los nuevos amigos y de nuestra vida actual, por supuesto. Josan me contó que vivía en Cuenca junto a su mujer Marta, a lo que yo le dije que en un par de semanas tenía previsto estar allí por trabajo, que qué casualidad, y él me contestó que nos teníamos que ver, que me presentaría a su mujer y a sus amigos para salir un rato por allí, es más, me insistió tanto diciéndome que había espacio de sobra, que al final decidí alojarme en su casa, cosa que celebró.