Me gustaría volar de mi
sueño al tuyo. De mi sueño caliente, como seguro que lo es el tuyo, porque eres
uno de esos seres que lleva calor en el cuerpo. Pero no me quedaría en tu
sueño, no, sino que saldría de él para estar a tu lado en tu cama, para dormir
a tu lado hasta despertar caliente por tu presencia y para acariciarte por
debajo de la sábana.
Me gustaría despertarte
así mientras te acaricio. Que sintieras mi mano recorrer tu espalda hasta que
pasase delante para sobar tus pechos, grandes y apetecibles. Te despertaría
así, magreando tus grandes pechos, apretándolos, mientras tus ojos se fuesen
abriendo y me mirasen, transmitiéndome el mismo fuego que habitaría en los
míos. Una vez así sería imposible evitar que mis labios buscasen los tuyos y
besarnos apasionadamente, jugando con nuestras lenguas sin dejar de sobar tus
pechos, ésos que son tu orgullo y mi oscuro deseo.
Me gustaría apretarme a
ti por detrás para que sintieses la enorme erección que me provoca estar
contigo, pensar en ti… Sin dejar de besarte, seguiría sobándote, cada mano en
un pecho, jugando sobre sus cimas, sobre sus grandes y oscuras aureolas,
pellizcando tus pezones cada vez más duros, cada vez más apetecibles. Me sería
casi imposible dejar de acariciar esos pechos que tanto deseo, por lo que
seguiría masajeándolos mientras mi boca se separa de tus labios para lamer tus
mejillas, para que mi lengua juguetee con el lóbulo de tu oreja antes de
descender por tu cuello rozándolo suavemente.