viernes, 1 de septiembre de 2017

Me gustaría... contigo



Me gustaría volar de mi sueño al tuyo. De mi sueño caliente, como seguro que lo es el tuyo, porque eres uno de esos seres que lleva calor en el cuerpo. Pero no me quedaría en tu sueño, no, sino que saldría de él para estar a tu lado en tu cama, para dormir a tu lado hasta despertar caliente por tu presencia y para acariciarte por debajo de la sábana.

Me gustaría despertarte así mientras te acaricio. Que sintieras mi mano recorrer tu espalda hasta que pasase delante para sobar tus pechos, grandes y apetecibles. Te despertaría así, magreando tus grandes pechos, apretándolos, mientras tus ojos se fuesen abriendo y me mirasen, transmitiéndome el mismo fuego que habitaría en los míos. Una vez así sería imposible evitar que mis labios buscasen los tuyos y besarnos apasionadamente, jugando con nuestras lenguas sin dejar de sobar tus pechos, ésos que son tu orgullo y mi oscuro deseo.

Me gustaría apretarme a ti por detrás para que sintieses la enorme erección que me provoca estar contigo, pensar en ti… Sin dejar de besarte, seguiría sobándote, cada mano en un pecho, jugando sobre sus cimas, sobre sus grandes y oscuras aureolas, pellizcando tus pezones cada vez más duros, cada vez más apetecibles. Me sería casi imposible dejar de acariciar esos pechos que tanto deseo, por lo que seguiría masajeándolos mientras mi boca se separa de tus labios para lamer tus mejillas, para que mi lengua juguetee con el lóbulo de tu oreja antes de descender por tu cuello rozándolo suavemente.

Me gustaría dejar de lamerte y ponerte boca arriba para subirme sobre ti, dejando mi erección por ti a la vista, sobre tu abdomen. Vería así tu mirada de deseo, la de tus preciosos ojos negros, y tu pícara sonrisa al ver lo que provocas en mí, lo que querrás que entre en ti… Sobre ti, me inclinaría hacia delante para besarte una vez más, con mis manos en tus pechos. Escucharía únicamente el sonido del chapoteo de nuestros besos, antes de mordisquear tu labio suavemente para que repitieses tú lo mismo sobre el mío.

Me gustaría alzarme un poco para admirar de cerca tus pechos entre mis manos. Esos pechos tuyos que tanto me ponen. Podría ver de cerca cómo se mueven ante mis caricias, cómo se dibujaría en tu cara una mueca de placer cuando pellizcase tus pezones con suavidad, antes de acercar mis labios a ellos. Así, los besaría, los recorrería con mi lengua, los rozaría con mis labios para que sintieses mi aliento sobre ellos. Y, por supuesto, los mordisquearía, arrancándote nuevos suspiros mientras con mis dientes estirase con cuidado de ellos.

Me gustaría, así sin más, volverme a tumbar junto a ti, sobre la cama, para invitarte a que tú te subieses sobre mí, ya caliente, ya con fuego entre tus piernas. Te vería pasar una pierna sobre mí, de forma que vería bien tu vulva depilada brillante ya por tu humedad, rematada por ese vello negro tuyo bien recortado sobre tu monte de Venus. Una vez sobre mí podría admirar tus pechos grandes y naturales colgando sensualmente, algo que bien sabes que me encanta. 

Me gustaría que con tu mano guiases mi duro miembro hacia tu entrada, para dejarte caer lentamente sobre él. Compartiríamos un fuerte gemido de placer, justo antes de que yo te atrajese hacia mí con el brazo y me alzase apoyando mis manos sobre la cama para ponerme a lamer de nuevo tus pechos. Uno y el otro, un pezón y el otro, bien lamidos, bien mordidos… Escucharía tus suspiros de placer mientras lo hago hasta que, cogiendo mi cabeza y acariciando mi cabello, me empujases sobre tus pechos. Y con mi cara entre ellos te girases de un lado a otro, golpeándome la cara por ambos lados con tus grandes pechos.

Me gustaría que cuando te cansases de ese morboso juego, empezases a moverte adelante y atrás, cabalgándome lentamente entre gemidos. Ver cómo inclinas tu cabeza hacia atrás abriendo la boca al suspirar, sería lo más, mientras tu pelo negro se bambolease como tus pechos, seduciéndome más si cabe, con tal movimiento. Yo llevaría mis manos a tu culo, ese culo que con solo verlo sabes que me pone a mil, para, haciendo como que te ayudo en tu movimiento, sobarlo y magrearlo a conciencia. Poco a poco acelerarías tu movimiento de vaivén, por lo que el baile de tus pechos me excitaría aún más, soltando mis manos de tus nalgas para agarrártelos y manoseártelos tanto para evitar un orgasmo tempranero, como por lo que me gusta hacerlo.

Me gustaría que, así cabalgándome, te echases hacia atrás y que, apoyando tus manos sobre mis muslos, empezases a subir y bajar, una y otra vez sobre mí, agitándote más, con tus pechos para aquí y para allá. Vería mi miembro brillante por tus fluidos aparecer para volver a esconderse en ti y dejaría escapar algún que otro gemido acompasado a los tuyos. 

Me gustaría que para descansar volvieses a echarte hacia delante. Yo cogería tus brazos y los echaría hacia atrás dejando tus increíbles pechos más que ofrecidos para mí. Así te giraría a izquierda y derecha, una y otra vez, viendo cómo te bailan ante mí, en ese movimiento que ya sabes que me resulta hipnótico. Después te echaría sobre mí, apretando tus pechos contra mi cara y, teniéndote inmovilizada por los brazos, empezaría a alzar y bajar mi pelvis para entrar y salir de ti, profundamente, con fuerza, aumentando el ritmo, hasta que tus gemidos se convirtiesen en gritos que disimulasen el chapoteo de la salvaje penetración.

Me gustaría ver cómo te separas de mí y te echas hacia atrás satisfecha, con tus ojos placenteros clavados en los míos. Disfrutarías un poco más de mi duro miembro dentro de ti, quieta, sintiéndolo, hasta que decidieses echarte hacia atrás para tumbarte de nuevo sobre la cama, boca arriba. Eso sería una invitación para poner mi dureza entre tus pechos, aunque antes te volvería a besar una vez más, enredando tu lengua con la mía. Y ya tras ello, mientras fuese cautivado por tu preciosa sonrisa, me volvería a colocar sobre ti.

Me gustaría que cogieses tus grandes pechos con tus manos, para apretarlos mientras mi duro miembro se abriese paso entre ellos. Una vez así, me empezaría a mover adelante y atrás, sin descanso, notando en la punta el placentero roce de tus pechos, siendo aplastado por ellos en su estrecho canal. Cada vez empujaría con más fuerza, haciendo que mi miembro asomase por arriba, lo que tu aprovecharías para dar lametón tras lametón arrancándome gemido tras gemido. Y como a mí me encantan tus gemidos, llevaría una mano a tu entrepierna, bien mojada ya con tanta excitación y placer. Tras jugar un poco con tu vello, llegaría hasta tu clítoris, el cual rozaría y rozaría aprovechando mi movimiento de avance y retroceso entre tus pechos.

Me gustaría cortar en seco la música de gemidos y suspiros que tendríamos levantándome de ti. Me pondría entre tus piernas, separaría bien tus muslos para dejarte abierta y bien ofrecida a mí. Te miraría tratando de absorber el increíble brillo de tus ojos negros clavados en mí, y sin dejar de mirarte, te penetraría de golpe sin aviso. Un fuerte gemido escaparía de ambos cuando mi base chocase contra ti, señal de que estaría todo dentro. Pero no pararía, lentamente iría sacando de ti toda mi dureza. Miraría hacia tu entrepierna, donde vería cómo sale mi miembro con todas sus venas bien marcadas por el enorme deseo de seguir follándote. Lo que seguiría haciendo claro, pues nuevamente de un golpe te penetraría completamente, para volver a salir despacio sintiendo tu roce interno en ti y escuchando tus suspiros. Poco a poco aceleraría más, tanto la entrada como la salida, embistiéndote con fuerza, con ganas de romperte de puro placer…

Me gustaría aflojar el ritmo para besar tus labios una vez más echándome sobre ti, embistiéndote con suavidad con nuestros labios pegados, antes de volverme a levantar. Y entonces nada evitaría que mis embestidas se volvieses a acelerar más y más, que mi embestida fuese más fuerte y profunda, que mi salida fuese hasta el límite para volver a entrar. Sin duda así vería eso que tanto me gusta, y no es otra cosa que tus pechos bailando como flanes al ritmo de mis embestidas, una y otra vez, una y otra vez.

Me gustaría ver esa mirada tuya, tan dulce como tú, mientras te embisto sin piedad. Me encantaría ver cómo poco a poco va cambiando anunciándote tu final, como lo harían tus gemidos, más profundos y estridentes. Cogería tus manos entre las mías al presentir tu cercano orgasmo y seguiría embistiendo con fuerza, con pasión, con deseo de que te corrieses salvajemente… Cosa que me anunciarían tus ojos brillantes mientras sueltas un gran grito, mientras te agitas, mientras tu pelvis sube y baja, mientras tu cara se enrojece y mientras tus paredes aprietan y estremecen todo lo duro que sigue entrando y saliendo de ti. 

Me gustaría seguir follándote con dureza, sin parar, aprovechándome de tu orgasmo para llegar al mío. Dentro, fuera, dentro, fuera, con violencia inusitada se iría acercando mi momento. Tú, ya recuperada de tu orgasmo, te darías cuenta de lo inevitable del mío y con tus manos me indicarías que no lo hiciese dentro de ti, que lo querías sobre tus pechos. Por lo que yo, a punto ya de correrme, sacaría mi excitado y grueso miembro de ti para satisfacer tu capricho y dejar caer toda mi leche encima de tus pechos. Entre enormes gritos de placer mis cálidos chorros caerían sobre ti, sobre tus pechos, que tendrías apretados entre tus manos para que nada de mi placer cayese fuera de ellos.

Me gustaría que, una vez bien descargado, con tus dedos señalases el camino hacia tu boca, para meter mi miembro en ello, para que me lo limpiases bien mientras disfrutas del sabor de mi placer, ese placer que tú me has dado mientras yo te lo daba a ti. Con tu lengua me lo dejarías bien limpio y yo después empujaría para que te lo tragases todo, para que sintieses en tu boca todo lo que acababas de tener en tus entrañas, moviéndose dentro de ti. Tranquila, que no te ahogaría, poco después lo sacaría y volvería a besar tus labios, esos labios que sabrían a mí además de a ti. Tras ello, con cuidado me tumbaría junto a ti, abrazándote, sintiéndote, como tú a mí. Y ya, así relajados, volveríamos a dormirnos bien satisfechos, entrando yo de nuevo en tu sueño para volver al mío.

Me gustaría, por último, que mis palabras tuviesen en ti el efecto que tuvieron en mí al pensarte, y que no pudieses evitar masturbarte pensando en estas letras y en quien las ha escrito para ti, es decir, lo que me gustaría es haberte provocado tanto que no puedas evitar masturbarte pensando en mí.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Si lo que acabas de leer te ha provocado alguna sensación, ¡no lo dudes y cuéntamelo!
Gracias