Me gustaría volar de mi
sueño al tuyo. De mi sueño caliente, como seguro que lo es el tuyo, porque eres
uno de esos seres que lleva calor en el cuerpo. Pero no me quedaría en tu
sueño, no, sino que saldría de él para estar a tu lado en tu cama, para dormir
a tu lado hasta despertar caliente por tu presencia y para acariciarte por
debajo de la sábana.
Me gustaría despertarte
así mientras te acaricio. Que sintieras mi mano recorrer tu espalda hasta que
pasase delante para sobar tus pechos, grandes y apetecibles. Te despertaría
así, magreando tus grandes pechos, apretándolos, mientras tus ojos se fuesen
abriendo y me mirasen, transmitiéndome el mismo fuego que habitaría en los
míos. Una vez así sería imposible evitar que mis labios buscasen los tuyos y
besarnos apasionadamente, jugando con nuestras lenguas sin dejar de sobar tus
pechos, ésos que son tu orgullo y mi oscuro deseo.
Me gustaría apretarme a
ti por detrás para que sintieses la enorme erección que me provoca estar
contigo, pensar en ti… Sin dejar de besarte, seguiría sobándote, cada mano en
un pecho, jugando sobre sus cimas, sobre sus grandes y oscuras aureolas,
pellizcando tus pezones cada vez más duros, cada vez más apetecibles. Me sería
casi imposible dejar de acariciar esos pechos que tanto deseo, por lo que
seguiría masajeándolos mientras mi boca se separa de tus labios para lamer tus
mejillas, para que mi lengua juguetee con el lóbulo de tu oreja antes de
descender por tu cuello rozándolo suavemente.
Me gustaría dejar de
lamerte y ponerte boca arriba para subirme sobre ti, dejando mi erección por ti
a la vista, sobre tu abdomen. Vería así tu mirada de deseo, la de tus preciosos
ojos negros, y tu pícara sonrisa al ver lo que provocas en mí, lo que querrás
que entre en ti… Sobre ti, me inclinaría hacia delante para besarte una vez
más, con mis manos en tus pechos. Escucharía únicamente el sonido del chapoteo
de nuestros besos, antes de mordisquear tu labio suavemente para que repitieses
tú lo mismo sobre el mío.
Me gustaría alzarme un
poco para admirar de cerca tus pechos entre mis manos. Esos pechos tuyos que
tanto me ponen. Podría ver de cerca cómo se mueven ante mis caricias, cómo se
dibujaría en tu cara una mueca de placer cuando pellizcase tus pezones con
suavidad, antes de acercar mis labios a ellos. Así, los besaría, los recorrería
con mi lengua, los rozaría con mis labios para que sintieses mi aliento sobre
ellos. Y, por supuesto, los mordisquearía, arrancándote nuevos suspiros
mientras con mis dientes estirase con cuidado de ellos.
Me gustaría, así sin más,
volverme a tumbar junto a ti, sobre la cama, para invitarte a que tú te subieses
sobre mí, ya caliente, ya con fuego entre tus piernas. Te vería pasar una
pierna sobre mí, de forma que vería bien tu vulva depilada brillante ya por tu
humedad, rematada por ese vello negro tuyo bien recortado sobre tu monte de
Venus. Una vez sobre mí podría admirar tus pechos grandes y naturales colgando
sensualmente, algo que bien sabes que me encanta.
Me gustaría que con tu
mano guiases mi duro miembro hacia tu entrada, para dejarte caer lentamente
sobre él. Compartiríamos un fuerte gemido de placer, justo antes de que yo te
atrajese hacia mí con el brazo y me alzase apoyando mis manos sobre la cama
para ponerme a lamer de nuevo tus pechos. Uno y el otro, un pezón y el otro,
bien lamidos, bien mordidos… Escucharía tus suspiros de placer mientras lo hago
hasta que, cogiendo mi cabeza y acariciando mi cabello, me empujases sobre tus
pechos. Y con mi cara entre ellos te girases de un lado a otro, golpeándome la
cara por ambos lados con tus grandes pechos.
Me gustaría que cuando te
cansases de ese morboso juego, empezases a moverte adelante y atrás,
cabalgándome lentamente entre gemidos. Ver cómo inclinas tu cabeza hacia atrás
abriendo la boca al suspirar, sería lo más, mientras tu pelo negro se bambolease
como tus pechos, seduciéndome más si cabe, con tal movimiento. Yo llevaría mis
manos a tu culo, ese culo que con solo verlo sabes que me pone a mil, para,
haciendo como que te ayudo en tu movimiento, sobarlo y magrearlo a conciencia. Poco
a poco acelerarías tu movimiento de vaivén, por lo que el baile de tus pechos
me excitaría aún más, soltando mis manos de tus nalgas para agarrártelos y manoseártelos
tanto para evitar un orgasmo tempranero, como por lo que me gusta hacerlo.
Me gustaría que, así
cabalgándome, te echases hacia atrás y que, apoyando tus manos sobre mis
muslos, empezases a subir y bajar, una y otra vez sobre mí, agitándote más, con
tus pechos para aquí y para allá. Vería mi miembro brillante por tus fluidos
aparecer para volver a esconderse en ti y dejaría escapar algún que otro gemido
acompasado a los tuyos.
Me gustaría que para
descansar volvieses a echarte hacia delante. Yo cogería tus brazos y los echaría
hacia atrás dejando tus increíbles pechos más que ofrecidos para mí. Así te
giraría a izquierda y derecha, una y otra vez, viendo cómo te bailan ante mí,
en ese movimiento que ya sabes que me resulta hipnótico. Después te echaría
sobre mí, apretando tus pechos contra mi cara y, teniéndote inmovilizada por
los brazos, empezaría a alzar y bajar mi pelvis para entrar y salir de ti,
profundamente, con fuerza, aumentando el ritmo, hasta que tus gemidos se convirtiesen
en gritos que disimulasen el chapoteo de la salvaje penetración.
Me gustaría ver cómo te
separas de mí y te echas hacia atrás satisfecha, con tus ojos placenteros
clavados en los míos. Disfrutarías un poco más de mi duro miembro dentro de ti,
quieta, sintiéndolo, hasta que decidieses echarte hacia atrás para tumbarte de
nuevo sobre la cama, boca arriba. Eso sería una invitación para poner mi dureza
entre tus pechos, aunque antes te volvería a besar una vez más, enredando tu
lengua con la mía. Y ya tras ello, mientras fuese cautivado por tu preciosa
sonrisa, me volvería a colocar sobre ti.
Me gustaría que cogieses
tus grandes pechos con tus manos, para apretarlos mientras mi duro miembro se
abriese paso entre ellos. Una vez así, me empezaría a mover adelante y atrás,
sin descanso, notando en la punta el placentero roce de tus pechos, siendo
aplastado por ellos en su estrecho canal. Cada vez empujaría con más fuerza,
haciendo que mi miembro asomase por arriba, lo que tu aprovecharías para dar
lametón tras lametón arrancándome gemido tras gemido. Y como a mí me encantan
tus gemidos, llevaría una mano a tu entrepierna, bien mojada ya con tanta
excitación y placer. Tras jugar un poco con tu vello, llegaría hasta tu
clítoris, el cual rozaría y rozaría aprovechando mi movimiento de avance y
retroceso entre tus pechos.
Me gustaría cortar en
seco la música de gemidos y suspiros que tendríamos levantándome de ti. Me pondría
entre tus piernas, separaría bien tus muslos para dejarte abierta y bien
ofrecida a mí. Te miraría tratando de absorber el increíble brillo de tus ojos
negros clavados en mí, y sin dejar de mirarte, te penetraría de golpe sin
aviso. Un fuerte gemido escaparía de ambos cuando mi base chocase contra ti,
señal de que estaría todo dentro. Pero no pararía, lentamente iría sacando de
ti toda mi dureza. Miraría hacia tu entrepierna, donde vería cómo sale mi
miembro con todas sus venas bien marcadas por el enorme deseo de seguir follándote.
Lo que seguiría haciendo claro, pues nuevamente de un golpe te penetraría completamente,
para volver a salir despacio sintiendo tu roce interno en ti y escuchando tus
suspiros. Poco a poco aceleraría más, tanto la entrada como la salida,
embistiéndote con fuerza, con ganas de romperte de puro placer…
Me gustaría aflojar el
ritmo para besar tus labios una vez más echándome sobre ti, embistiéndote con
suavidad con nuestros labios pegados, antes de volverme a levantar. Y entonces
nada evitaría que mis embestidas se volvieses a acelerar más y más, que mi
embestida fuese más fuerte y profunda, que mi salida fuese hasta el límite para
volver a entrar. Sin duda así vería eso que tanto me gusta, y no es otra cosa
que tus pechos bailando como flanes al ritmo de mis embestidas, una y otra vez,
una y otra vez.
Me gustaría ver esa
mirada tuya, tan dulce como tú, mientras te embisto sin piedad. Me encantaría
ver cómo poco a poco va cambiando anunciándote tu final, como lo harían tus
gemidos, más profundos y estridentes. Cogería tus manos entre las mías al
presentir tu cercano orgasmo y seguiría embistiendo con fuerza, con pasión, con
deseo de que te corrieses salvajemente… Cosa que me anunciarían tus ojos
brillantes mientras sueltas un gran grito, mientras te agitas, mientras tu
pelvis sube y baja, mientras tu cara se enrojece y mientras tus paredes
aprietan y estremecen todo lo duro que sigue entrando y saliendo de ti.
Me gustaría seguir
follándote con dureza, sin parar, aprovechándome de tu orgasmo para llegar al
mío. Dentro, fuera, dentro, fuera, con violencia inusitada se iría acercando mi
momento. Tú, ya recuperada de tu orgasmo, te darías cuenta de lo inevitable del
mío y con tus manos me indicarías que no lo hiciese dentro de ti, que lo
querías sobre tus pechos. Por lo que yo, a punto ya de correrme, sacaría mi
excitado y grueso miembro de ti para satisfacer tu capricho y dejar caer toda
mi leche encima de tus pechos. Entre enormes gritos de placer mis cálidos
chorros caerían sobre ti, sobre tus pechos, que tendrías apretados entre tus
manos para que nada de mi placer cayese fuera de ellos.
Me gustaría que, una vez
bien descargado, con tus dedos señalases el camino hacia tu boca, para meter mi
miembro en ello, para que me lo limpiases bien mientras disfrutas del sabor de
mi placer, ese placer que tú me has dado mientras yo te lo daba a ti. Con tu
lengua me lo dejarías bien limpio y yo después empujaría para que te lo
tragases todo, para que sintieses en tu boca todo lo que acababas de tener en
tus entrañas, moviéndose dentro de ti. Tranquila, que no te ahogaría, poco
después lo sacaría y volvería a besar tus labios, esos labios que sabrían a mí
además de a ti. Tras ello, con cuidado me tumbaría junto a ti, abrazándote, sintiéndote,
como tú a mí. Y ya, así relajados, volveríamos a dormirnos bien satisfechos, entrando
yo de nuevo en tu sueño para volver al mío.
Me gustaría, por último,
que mis palabras tuviesen en ti el efecto que tuvieron en mí al pensarte, y que
no pudieses evitar masturbarte pensando en estas letras y en quien las ha
escrito para ti, es decir, lo que me gustaría es haberte provocado tanto que no
puedas evitar masturbarte pensando en mí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Si lo que acabas de leer te ha provocado alguna sensación, ¡no lo dudes y cuéntamelo!
Gracias