Este fin de semana
parece que ha cambiado el tiempo, que por fin nos va a abandonar este verano
interminable. Tras muchos meses de altas temperaturas, éstas han bajado además
de tener el acompañamiento de la lluvia. Se puede decir que con más de un mes de
retraso, ha empezado el otoño.
Pero esto no quiere
decir que no me guste el verano, al contrario. De hecho el verano es una época
cargada de sensualidad y de erotismo. Tanto hombres como mujeres vestimos con
menos ropa por las altas temperaturas, y eso hace que nuestra sangre se nos
altere mucho más que en primavera, según dice el dicho…
En particular, y
centrándome ya en mí, este verano me ha alterado mucho la sangre, sobre todo
cada vez que he ido a la playa. He de reconocer que no soy una persona que va a
ellas a mirar a las mujeres, pero a veces hay alguna chica que te llama la
atención y no lo puedes evitar. Aunque eso sí, luego sigues a lo tuyo que es
tomar el sol y bañarte, pues a eso voy a la playa.
Como mis vacaciones no
coincidieron con las de mi gente, no tuve más remedio que ir solo a la orilla
del mar, lo que tampoco me presenta problema. Pero soy un ser de costumbres, me
gusta ir siempre a la misma playa, y no solo eso, digamos que hay un trocito de
arena que parece mío, pues es donde siempre pongo mi toalla y me tumbo.
Día tras día estuve
yendo a mi pedacito de playa a bañarme y secarme al sol sin que nada me
perturbase, pero tras una semana vi algo que atrajo mi mirada. Se encontraba en
mi línea de visión hacia el mar, sobre la arena. Era una mujer con un bañador negro
que le quedaba muy bien. Mirándola detenidamente, debería andar por los
cuarenta años, con un cuerpo bonito aunque con algún kilo de más. Tenía un pelo
negro y liso que le caía hasta mediada la espalda de forma coqueta dando continuidad
a su bañador. Debajo de esta prenda se adivinaba el dibujo de sus pechos que
sin ser nada exuberantes se veían con una forma y un tamaño perfectos. Más
abajo se veían unas piernas torneadas con unos buenos muslos, aunque lo que más
atrajo mi mirada estaba en su cara. Tenía unos ojos oscuros y llenos de brillo,
muy expresivos, pero sobre todo destacaban sus labios, carnosos y sensuales que
pedían a gritos ser besados. Aunque he de reconocer que lo que hizo que me
fijase en ella fue la manera en que se movía. Sus movimientos estaban cargados
de sensualidad. No sabría decir el motivo, pero era como si la rodease un aura
de erotismo sin proponérselo que atraía mi mirada irremediablemente.
No sé si se dio cuenta
de que yo no le quitaba ojo tras mis gafas de sol, pero eso es lo que ocurría.
Hacía tiempo que no me pasaba algo así, la verdad. Estuve admirándola un buen
rato, hasta que llegó un hombre acompañado de un par de niños y se sentó con
ella. Pensé para mí que era una pena, la mujer que empezaba a atraerme tenía
pareja, por lo que traté de apartarla de mi pensamiento y centrarme en
disfrutar del día de playa, pero no pude, tenía que volver a mirarla, me atraía…
Me fui a casa a
descansar, pero mi mente no lo hacía. Esa mujer no desaparecía de mi
pensamiento, y lo que es peor me estaba excitando al recordarla. La sangre
empezó a entrar en las paredes de mi pene, haciéndolo crecer. Y yo no lo podía
evitar, por lo que hice lo único útil para bajar esa inflamación, masturbarme.
Empecé a acariciar mi pene con suavidad pensando en los movimientos de esa
mujer, me gustaba, me excitaba, mmmm. No lo podía evitar, aceleraba los
movimientos de mi mano, que subía y bajaba por mi polla pensando en su cuerpo.
Se me iba poniendo más y más dura, mmmmmm. Hasta que imaginé que sus sensuales
labios eran los que estaban acariciando mi miembro duro, y entonces me corrí
como un adolescente pensando en ella. Mmmmmmm, un gemido de placer escapó de mis
labios mientras mi leche caliente saltaba y manchaba mi abdomen.
Al día siguiente volví
un poco antes a mi sitio de la playa. Lo primero que hice fue buscarla con la
mirada, pero no estaba, por lo que me metí en el agua y me centré en disfrutar
del baño. Cuando salí del agua y me dirigía a mi toalla, la vi, allí estaba de
nuevo. Se había puesto más o menos donde el día anterior y tumbada tomaba el
sol. Aproveché y pasé por su lado para mirarla, su cuerpo enfundado en un
bañador azul marino y su cara con esos labios que tanto me ponían. De hecho ya
notaba que algo estaba creciendo en mi entrepierna, por lo que decidí que tras
un último vistazo me tumbaría boca abajo para disimularlo. La volví a mirar
hasta que llegué a sus ojos, que para mi sorpresa estaban mirando a los míos.
Le sonreí y me fui hacia mi sitio.
Una vez allí me tumbé
de manera que pudiera seguir viéndola. Realmente me gustaba esa mujer, pero si
la seguía mirando no iba a poder levantarme por mi visible erección, por lo que
traté de pensar en otra cosa. De vez en cuando le echaba un ojo, hasta que de
nuevo llegó ese hombre con sus niños, y un rato después me fui a casa.
En la intimidad de mi
hogar de nuevo di rienda suelta a mi excitación. Con tan solo pensar en ella se
me ponía bien dura, por lo que de nuevo me masturbé hasta que llegué a un nuevo
orgasmo dedicado a ella cuyo fruto, de nuevo, cayó sobre mí.
Así fueron pasando unos
cuantos días. Ya iba a la playa solo para verla. Deseaba a esa mujer aunque no
pudiese ser mía, me gustaba. En la playa me dedicaba a mirarla, a desearla en
silencio y a tratar de disimular mi erección, para nada más llegar a casa
desnudarme y masturbarme pensando en ella, no necesariamente una única vez.
Realmente me ponía esa mujer prohibida para mí.
Pero un día, no habrían
pasado aún dos semanas desde que la vi por primera vez, algo cambió. Al volver
de mi baño, cuando pasé por su lado le sonreí y me atreví a saludarla. Ella me
devolvió el saludo con un hola que me encantó. Esa mujer emanaba sensualidad
por todas partes, incluso en su voz. Una voz suave y aterciopelada,
tremendamente sexy, que nada más escucharla me excitó. Eso unido a mi deseo por
ella hizo que algo empezase a crecer en mi entrepierna, tanto que fue evidente.
Ella bajó su mirada y lo vio, pero sorprendentemente, en lugar del mosqueo que
yo esperaba, me dedicó una sonrisa. Yo, un tanto avergonzado por lo evidente,
fui a mi toalla y me tumbé boca abajo.
Ese día seguí mirándola
con un poco más de curiosidad debido a su sonrisa. Alguna que otra vez la pillé
mirándome a mí, eso me gustaba. Cuando coincidían nuestras miradas sonreíamos
como colegiales. Hasta que llegaron sus acompañantes, por lo que yo decidí
irme. No hay ni que decir lo que hice al llegar a casa, con muchas ganas. Tuve
un orgasmo fabuloso, al que pronto acompañaría otro. Me moría por disfrutar de
esa mujer, pero la veía inaccesible para mí con su hombre, con sus hijos, aún
así yo la deseaba cada vez más. Y más aún cuando esos labios me sonrieron en
ese momento tan delicado. Empezaba a pensar que tal vez sí podría tenerla…
A la mañana siguiente
de nuevo volvió a pasar lo mismo. La saludé y me habló con esa voz tan sexy. Me
empalmé. Ella miró lo evidente y vi como sus pezones se marcaban a través de la
tela de su bikini blanco. Se mordió el labio inferior y me volvió a mirar. Tuve
que tapar con mis manos una enorme erección en medio de la playa. Pero al ver a
lo lejos que ya acudían sus acompañantes, me fui a mi toalla y esperé a que mi
polla disminuyese su tamaño para marcharme. Una vez en casa, de nuevo solté mi
leche caliente por ella entre gemidos, mmmmmmmmm, mientras acariciaba mi cuerpo
pensando que lo hacía ella. Ya no aguantaba más, no podía seguir así,
necesitaba estar con esa mujer tan sensual, tenía que follármela, debía ser
mía. Ella parecía estar por la labor, así que yo debía dar el paso.
Desgraciadamente en unos días no la volví a ver por la playa. Pero un día volvió a aparecer, caminando enfundada en un ceñido bañador y se sentó donde siempre. Me metí en el agua y al salir la saludé y traté de entablar conversación. Sin embargo ella me pidió que callase diciéndome rápidamente que su marido nos podía ver desde el balcón de su apartamento. Además añadió que si en verdad la deseaba, no hiciese nada que la comprometiese, pero no dejase de venir a la playa. Me fui a mi sitio pensativo. ¿Qué habría querido decir? ¿Quería algo más? Yo pensaba que sí, pero, ¿y si sólo jugaba a calentarme? La respuesta a esas preguntas se puede encontrar en la segunda parte.
Desgraciadamente en unos días no la volví a ver por la playa. Pero un día volvió a aparecer, caminando enfundada en un ceñido bañador y se sentó donde siempre. Me metí en el agua y al salir la saludé y traté de entablar conversación. Sin embargo ella me pidió que callase diciéndome rápidamente que su marido nos podía ver desde el balcón de su apartamento. Además añadió que si en verdad la deseaba, no hiciese nada que la comprometiese, pero no dejase de venir a la playa. Me fui a mi sitio pensativo. ¿Qué habría querido decir? ¿Quería algo más? Yo pensaba que sí, pero, ¿y si sólo jugaba a calentarme? La respuesta a esas preguntas se puede encontrar en la segunda parte.
Mmmmmmm...
ResponderEliminarMi querido Eros, gracias una vez más por tus palabras.
En esta ocasión, la verdad es que cuesta un poco quedarse en bañador con el frío que hace ya, pero la historia se presenta de lo más interesante. Estoy deseando saber cómo continuará... no me hagas esperar mucho. Ya sabes las ganas que te tengo...
Gracias por tus palabras hacia mí Ambar, pero yo sí me hago esperar... Escribo de uvas a peras, así que las ganas que tienes de leer lo que escribo espero que no te atormenten mucho.
EliminarBueno, piensa que sucedió en verano, entonces apetece ir con bañador, y más aún en la playa claro.
Y la historia, pues pronto acabará, ¿o no?
Ya, ya veo que escribes de tarde en tarde, y es una verdadera lástima, la verdad. Sigo esperando ansiosa la continuación de esa historia. Intuyo que la temperatura subirá, que el verano será tórrido. ¿O me equivoco?
ResponderEliminarAsí es Ambar. Escribo cuando hay tiempo, y cuando me siento especialmente motivado a hacerlo, de no ser así es imposible. Me saldría forzado, y no me gustaría. Dejaremos eso para los escritores profesionales. A mí únicamente me apetece escribir por el placer de hacerlo, y si de paso ayudo a sentir placer a alguien, mucho mejor claro...
EliminarEl final debe estar próximo, espero poder publicarlo pronto. Por supuesto, la temperatura debe subir, ya se sabe, por el calentamiento global y eso.
Eso no se hace, es muy malo para la salud dejar a la gente a medias, a ver si seguimos prontito que me has dejado con muchas ganas!
ResponderEliminarLamento hacerle cosas malas a tu salud fantasia, pero es que, si no se me hacía muy largo el relato. Además, así tendré posibles lectores o lectoras suspirando por el final, ja, ja, ja.
EliminarPronto tengo previsto publicar el final, espero que te guste...