lunes, 2 de marzo de 2015

Cosmética seminal (2ª parte)



En el post anterior dejé pendiente finalizar una historia de mi pasado. Ahora la voy a finalizar. Lorena, tras pillarme masturbándome en el probador de su tienda de ropa, me explicó que si no quería que divulgase las imágenes grabadas por su cámara de seguridad yo debería aceptar un trato, que consistía en ser su proveedor de semen para que ella tuviese una crema rejuvenecedora basada en él. Tras pedirme que yo fuera su esclavo ante mi asombro, Lorena hablando:


- Te voy a leer lo importante de un contrato que he redactado entre tú, o más bien tu polla, y yo. – Sacó del cajón de su mesa un papel y empezó a leer algunas líneas. – Paso del encabezamiento formal y voy al grano. En primer lugar, seguirás siendo cliente de mi tienda, comprarás aquí la ropa que necesites como has hecho hasta ahora y no desaparecerás como estos últimos días. El negoció es el negocio. – Me sonrió al decir esto. – Y lo importante. Conservaré esta cinta en mi poder pero no permitiré que nadie la vea y te pueda perjudicar siempre que tú cumplas tu parte del trato, que no es otra que darme todo el semen que yo necesite para aplicarme sobre la piel o ingerirlo. Desde el momento en que firmes este contrato, todo tu semen me pertenecerá y podré hacer con él lo que quiera. Esto implica que cada vez que te corras me debes hacer llegar tu corrida. Lo ideal es que la extracción del semen se haga delante de mí, y se podrá hacer con mi ayuda o sin ella, esto es, o bien te masturbarás tú delante de mí como ya hiciste o si estoy de buenas seré yo la que te masturbe. Si lo considero necesario te podré hacer una mamada para ayudarte a correrte y en algún caso excepcional te pediré que me folles si tengo la necesidad, pero que quede claro que tu corrida nunca será en mi interior, te correrás o bien en mis manos, o bien sobre mi piel, en las zonas que pretenda hidratar, ya sea la cara, las tetas o el culo.


Yo escuchaba todo lo que decía con atención y asombro. De alguna manera esa mujer me estaba convirtiendo en su esclavo. A mí, una persona que se consideraba inteligente, me estaba proponiendo esa especie de chantaje que no tenía más remedio que aceptar para no meterme en líos por haberme pajeado en su tienda. Pero Lorena seguía hablando:


- Desde el momento en que firmes este contrato concretaremos una cita para la extracción de tu semen, y tras cada cita quedaremos para la siguiente atendiendo a mis necesidades, las tuyas no importan. Es más, si por cualquier motivo te pones cachondo en mi ausencia puedes hacer dos cosas: la mejor es que te pongas en contacto conmigo ya sea llamándome desde una cabina o pasándote por aquí para decirme con total discreción que tienes la necesidad de satisfacerme dándome tu corrida. Te permitiré entrar a esta oficina donde te pajearás y esperarás a que yo entre para correrte sobre mí. Y la peor, si no es posible la primera, será que te masturbes en tu casa pensando en mí y eches tu corrida en un recipiente que se pueda tapar. Le añadirás un poquito de miel y lo mezclarás con una cuchara para que el semen no pierda sus valiosas propiedades. Lo guardarás en el frigorífico y en el momento puedas me lo traerás aquí. Pero como ya te digo, siempre que sea posible prefiero la primera, me gusta más recibir tu semen recién ordeñado.


- Por otra parte, - añadió – queda claro que ahora no tienes pareja, pero si en el futuro tienes novia, pareja o incluso te casas, nada cambiará. Por supuesto, ella deberá ser una chica sana y nunca pienses en la posibilidad de que lo sea yo, nunca seré tu novia o tu pareja, tú para mí únicamente serás mi esclavo seminal. Cuando tengas una relación, te daré licencia para que te la folles o mantengas cualquier tipo de sexo con ella, pero eso sí, yo siempre tendré mi ración cuando convengamos. Recuérdalo siempre, desde el momento en que firmes este contrato, tu semen será mío. Y más o menos esto es todo lo importante, tras firmarlo te llevarás una copia y podrás leerlo detenidamente pero ya sin vuelta atrás, insisto, serás mi esclavo, serás mío. Puede que te parezca un precio excesivo  a pagar por haberte pajeado en mi tienda, pero yo merezco un respeto y traicionaste mi confianza. Siempre puedes no firmar el contrato, eres muy libre, pero si es lo que haces, llevaré copia de la cinta a la Policía y explicaré que vienes a masturbarte en mi tienda sin mi consentimiento por supuesto. También haré llegar una copia de la cinta a tus padres para que vean cómo es en verdad el hijo tan bueno y responsable que creen tener. Así que tú decides. Es tu turno…


La miré con algo de rabia. En parte me parecía un negocio apetecible, podría tener sexo con ella, le daría mi leche cada vez que estuviese cachondo, ya no me haría pajas en solitario. Pero por otro lado, iba a ser su esclavo, cuando ella me dijera yo tendría que venir y correrme para ella, no sería yo el que lo eligiera. Lo valoré un momento, y ante lo que entonces me pareció el abrumador peso de que se enterasen mis padres, cogí el contrato y firme diciéndole:


- Ahí tienes mi firma Lorena. Creo que desde ahora soy tu esclavo. Espero que uses para bien ese poder.


- Puedes estar tranquilo que así lo haré esclavo. – Me contestó ella. – Nadie sabrá de esto más que tú y yo. A partir de ahora en esta oficina te llamaré siempre esclavo y tú vivirás para satisfacer mis necesidades de semen. Ahora te voy a concretar ya cuando quiero que me des mi primera ración, y el momento no será otro que ahora mismo. Así que esclavo, baja tus pantalones y tu ropa interior y saca tu polla. ¡Pajéate para mí como el otro día! ¡Vamos! ¡Cumple con tu contrato!


Yo la obedecí y desabroché y bajé mi pantalón. A continuación bajé mi bóxer, pero a diferencia de la otra vez, en esta ocasión mi polla no saltó excitada. He de reconocer que la situación me daba morbo y que tenía cierta excitación, pero también había tenido mucha tensión y eso se notaba. Cuando Lorena lo vio me dijo:


- ¿Qué pasa esclavo? ¿La mujer por la que te pajeabas el otro día ya no te excita? Si es así, vas a tener un problema tras la firma del contrato. Venga esclavo, pon dura esa polla para mí que necesito tu semen, quiero que te masturbes y te corras pensando en la dueña de tu semen. Vamos, así, mueve tu mano sobre ella y saca tu semen. Quiero tu semen, quiero mi semen, y si no me lo das así voy a tener que hacerte una incisión y sacártelo yo misma de tus huevos.


La verdad es que sus palabras estaban consiguiendo lo que ella se proponía. Me estaba gustando que me hablase así de dura, las palabras de Lorena me estaban excitando. Sin apenas tocármela ya empezaba a apuntar al cielo. Mi polla era ya manejada por la excitación del momento dejando atrás los temores de masturbarme ante la mirada de la dependienta de mi tienda de ropa, mmmmm, la verdad es que me empezaba a gustar sí…


 - Mmmmmm. Veo que se te está poniendo ya dura esclavo. Pero el otro día la tenías más…, - me dijo Lorena, y dándose la vuelta añadió-, ¿es que de mí sólo te gusta mi culo? Míralo esclavo, ¿te gusta? ¿Ves? Mmmmm, me agacho para ti. – Y mientras se agachaba paseaba sus manos por su culo, por encima del vaquero mientras decía: - Seguro que te gustaría que fuesen tus manos, pero no, eso no, tus manos sólo a tu polla, que ya veo más dura, mmmm.


Y ciertamente estaba más dura sí. Lorena sabía cómo calentarme a pesar de todo. Verla agacharse y levantarse moviendo su culo de un lado a otro dentro de aquellos pantalones ceñidos me estaba poniendo a tope. El magreo que se estaba dando con sus manos también me ayudaba sí, sus manos sobaban su culo  de un lado a otro y yo cada vez estaba más cachondo, mmmmmm, mi polla estaba ya bien dura y tenía unas ganas locas de follármela, pero no podía, mmmm, sólo podía masturbarme mirándola, y lo hacía, mi mano subía y bajaba ya por mi polla a bastante velocidad, apretándola bien, con ganas, quería correrme, y ella lo notó ya en mis gemidos, mmmm, mmmmm, mmmm.


- Veo que si que te excito, mmmm, me gusta. – Dijo. – Y veo también que debes estás cerca del final porque pareces muy excitado con tanto gemido. Perfecto, quiero mi leche caliente y nutritiva y tú me la vas a dar. La quiero en mis manos, pero no quiero que se desperdicie nada si fallas algún disparo.


Dicho esto se sacó el jersey y desbrochó su sujetador, quitándoselo también. Quedaron al descubierto sus tetas, como había intuido pequeñas pero firmes, con unas aureola grandes color chocolate rematadas por unos pezones que estaban duros. Mmmmm, ver eso fue lo que me faltaba. Ella se sentó así medio desnuda y junto sus manos delante de su cara y sobre su pecho. Yo estaba a punto, mmmmm, me estaba gustando pajearme para ella después de tos, mmmm, mmmmm. Ella me llamó.


- Esclavo, ven, aquí está tu recipiente, cuando estés listo quiero que me eches aquí tu corrida, y si algo se cae que caiga sobre mis tetas que también necesitan crema hidratante…


Yo seguía a lo mío mirándola cada vez más salido, estaba a punto de correrme, mmmm, así que me acerqué y empecé a masturbarme sobre sus manos, no iba a aguantar, así que se lo dije:


- Lorena, no puedo más me voy a correr ya, mmmmmm.


Y ella me contestó:


- Muy bien esclavo, córrete para mí, vamos, dame tu leche caliente…


Una vez escuché esto me corrí sin remedio. Mis chorros abundantes caían sobre sus manos.


- Ufffff, Lorena siiiiiii, ¡cómo me corrooooo! Mmmmmmmm.


Ella hablaba con cada una de mis chorros:


- Muy bien esclavo, dame más leche, si, venga dame más, no dejes de meneártela, quiero más, dame más, sí, dame más, mmmmmm.


Mi leche iba saltando sobre sus manos, algún chorrito falló y dio en sus tetas, pero la mayoría entre sus manos. Ella las colocaba de forma que no se le derramase mientras yo iba soltando más y más leche, mmmmmm. Me seguí masturbando hasta que ya no salió nada, uffffff.


En ese momento ella acercó sus manos embadurnadas de semen a su cara, y con cuidado de que no se le cayese nada, lo iba restregando por su cara. Se estaba masajeando el rostro con mi corrida caliente, y por su expresión parecía que disfrutaba. Sus manos rozaban su cara circularmente, dejando una especie de mascarilla blanquecina. En un momento dado bajó una mano y busco los restos del semen que había caído en su pecho, cuando lo encontró lo esparció también por sus tetas, aunque era muy poco.


La verdad es que ver eso era excitante, de hecho mi polla seguía excitada. Y tan sólo por ver a Lorena esparcir mi corrida por su cara, mmmm. Me estaba gustando mi nuevo contrato con ella…


- ¿Qué te ha parecido esclavo?, - me dijo -, ¿no es mejor este uso de tu corrida que lo que habrías hecho el otro día desperdiciándolo en el probador?


Y la verdad es que tenía razón. No había duda de que era mejor. De hecho la erección que mantenía tras haberme corrido no era lo usual cuando yo me masturbaba en solitario, pero haber visto a Lorena restregarse mi corrida, y sobre todo, haber recibido sus órdenes me habían dejado todavía excitado.


Ella también se percató de que mi miembro todavía estaba duro y me dijo:


- Esclavo, ¿qué te ocurre? ¿Es que a ti no se te acaba el empalme? No puedo dejar que te vayas así porque no te podrás abrochar el pantalón. Así que tendré que solucionarlo. Sin duda eso es señal de que todavía tienes parte de mi leche en tus huevos, y yo la quiero toda para mí esclavo.


En eso momento ella vino hacia mí únicamente con sus vaqueros puestos. Llevó su mano hasta mi polla y empezó a masturbarme. Movía su mano despacio, avanzando lentamente y retrocediendo con la misma lentitud. Me gustaba el tacto de su mano, me excitaba más que masturbarme yo evidentemente, y aunque notaba un poco de dolor por estar empalmado tras haberme corrido, era mayor el placer que sentía. Por lo que empecé a suspirar y gemir suavemente, mmm.


- Ahora te ordeño yo esclavo. – dijo Lorena. – Veo que te gusta. Sacarme mi leche yo misma requiere un esfuerzo, espero que merezca la pena. No me defraudes esclavo, ¡quiero más semen! Mis pechos han recibido muy poca crema nutritiva.


Dicho esto empezó a pajearme más rápido. Su mano subía y bajaba por toda mi polla mientras yo me ponía más cachondo cada vez, mmmmmm. Acercó su otra mano y con ella empezó a acariciarme el capullo, ¡qué placer!, mmmmmm. Se entretenía rozando la puntita y eso a mí me ponía a mil, a la vez su otra mano seguía subiendo y bajando por todo mi tronco, rápido, sin pausa, mmmmm. Su mano sabía lo que hacía, iba a ser capaz de hacerme correr de nuevo, de sacar toda la leche que me quedaba dentro y no iba a aguantar mucho sin salir, mmmmmm.


- No tengo todo el día esclavo, - me dijo -, tengo que volver a casa, así que dame mi leche. Mira mis tetas, ¿te gustan verdad? Pues quiero que me las llenes con tu corrida. Demuéstrame que eres un pajillero salido y que tienes mucha leche para mí. No dejes que piense que me he equivocado contigo al ofrecerte el contrato. Venga, dame mi leche, la quiero toda para mí, dámela, sí, vamos, dame todo tu semen…


Según decía esas cosas no dejaba de masturbarme. Los movimientos de su mano me iban a desgastar la polla, mmmmm, me estaba dando mucho placer, mmmmm, mano arriba, mano abajo, sin parar, mmmmm. Ya no podía más y así se lo dije:


- Estoy a punto, no aguanto más, mmmmmmm.


Entonces ella acercó su pecho hacia mí quedando este a la altura de mi polla y se preparó para recibir mi leche caliente. Siguió subiendo y bajando su mano por toda mi polla dura, apretándola, ordeñándomela como una experta hasta que salió el primer disparo de mi semen que dio en su pecho, ufffff. Pero no paró, su mano no dejó de pajearme mientras iban saliendo mis chorros hacia su pecho, uno tras otro, mmmmmm, mis disparos de placer, mmmmmm. Cuando mi polla dejó de disparar ella no paró de masturbarme siguió y siguió hasta que se cansó. Mientras tanto, con la otra mano se estaba restregando mi semen por su pecho, por una teta, por la otra, me gustaba verlo de nuevo: ella esparciendo mi corrida sobre sus tetas, uf, delicioso…


Al final apretó bien mi polla desde la base y fue apretando hacia el capullo con lo que consiguió sacar una gotita más de semen, que entre sus dedos se llevó al pecho. Ahora se lo masajeaba a dos manos, girando, restregando, una y otra vez, en un masaje tremendamente sensual. Yo me sentía aún lleno de excitación, pero mi polla empezaba a perder tamaño, había trabajado bien y necesitaba un descanso ya.


- Esclavo – me dijo Lorena cuando terminó de aplicarse la crema hidratante de mi semen -, creo que por hoy ya está bien. Tu polla que es mía ya, se está relajando. Así que vístete y vete a casa a descansar. Creo que con tanta leche yo me he calentado, pero eso no es tu problema. Tal vez me masturbe yo después o llame a alguien para que me folle no sé. Tú no me follarás, un pajillero como tú no merece disfrutar de mi coño. Lo tuyo es darme mi leche cuando yo la quiera y sólo eso. Y no lo olvides, si te pones cachondo y te tienes que masturbar, tu semen es mío, no lo tires, lo quiero todo para mí, mi piel lo necesita. Ahora márchate ya, te espero aquí el miércoles a la misma hora. ¡Buenas noches esclavo!

- Buenas noches Lorena – le contesté mientras salía de su oficina con la copia del contrato en la mano.


Ella le dio al botón del mando y yo salí de su tienda tras subir la persiana. Era tarde ya, fui caminando a casa pensando en todo lo que me había dicho y más aún en lo que había ocurrido. Había algo que no tenía claro, ¿el contrato era bueno para mí o no? No sé si sería bueno o no, lo que sé es que el lunes yo ya estaba en su tienda cachondo perdido dispuesto a darle mi semen, y si no fui el mismo domingo fue porque la tienda estaba cerrada.


Nuestra relación duró todos los años que estuve estudiando y los que estuve trabajando en sus cercanías, luego, al trabajar más lejos de ella, ya se fue perdiendo, pero aún mantenemos el contacto. A lo largo del tiempo Lorena me fue absorbiendo gran parte de mi voluntad, de modo que estaba siempre a su disposición, como ella decía, yo no era más que su esclavo. La relación se mantuvo incluso durante el tiempo en que yo tuve una novia, como ella dijo el primer día, eso no importaba, yo tenía que entregarle mi semen y cuando ella lo pedía allá que iba yo.


Con el tiempo se hizo más dura y exigente, pero también pude disfrutar más de ella, llegando a follármela pero sin correrme dentro de su coño, siempre debía sacarla y darle mi semen para que ella se pusiese su crema. La verdad es que no sé si mi semen sería el motivo, pero a lo largo del tiempo yo no la noté envejecer.


Los últimos años nuestros contactos fueron más sencillos, pues ya teníamos teléfono móvil. Cuando a Lorena le apetecía me mandaba un sms diciéndome que acudiese en media hora y allá que iba yo a permitir que se embadurnase con mi leche caliente. Es más, ahora aunque estamos lejos aún me manda algún whatsapp en el que me dice: “Esclavo, necesito mi semen”, junto con una foto ya sea de su culo, de sus tetas o de su cara y yo por supuesto, la imprimo, me masturbo y me corro sobre ella llenándola con mi leche y se la envío así de vuelta.


La última vez fue en las Navidades pasadas. Me mandó una foto de su culo desnudo, ese culo por el que empezó todo esto, y que sigue poniéndome a tono a pesar de los años que han pasado, como le demostró la corrida que le mandé sobre él de vuelta. Y es que yo sé muy bien que, aunque sea en la distancia, ella todavía tiene poder para conseguir su cosmética seminal.

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