En el post anterior
dejé pendiente finalizar una historia de mi pasado. Ahora la voy a finalizar.
Lorena, tras pillarme masturbándome en el probador de su tienda de ropa, me
explicó que si no quería que divulgase las imágenes grabadas por su cámara de
seguridad yo debería aceptar un trato, que consistía en ser su proveedor de
semen para que ella tuviese una crema rejuvenecedora basada en él. Tras pedirme
que yo fuera su esclavo ante mi asombro, Lorena hablando:
- Te voy a leer lo
importante de un contrato que he redactado entre tú, o más bien tu polla, y yo.
– Sacó del cajón de su mesa un papel y empezó a leer algunas líneas. – Paso del
encabezamiento formal y voy al grano. En primer lugar, seguirás siendo cliente
de mi tienda, comprarás aquí la ropa que necesites como has hecho hasta ahora y
no desaparecerás como estos últimos días. El negoció es el negocio. – Me sonrió
al decir esto. – Y lo importante. Conservaré esta cinta en mi poder pero no
permitiré que nadie la vea y te pueda perjudicar siempre que tú cumplas tu
parte del trato, que no es otra que darme todo el semen que yo necesite para
aplicarme sobre la piel o ingerirlo. Desde el momento en que firmes este
contrato, todo tu semen me pertenecerá y podré hacer con él lo que quiera. Esto
implica que cada vez que te corras me debes hacer llegar tu corrida. Lo ideal
es que la extracción del semen se haga delante de mí, y se podrá hacer con mi
ayuda o sin ella, esto es, o bien te masturbarás tú delante de mí como ya
hiciste o si estoy de buenas seré yo la que te masturbe. Si lo considero
necesario te podré hacer una mamada para ayudarte a correrte y en algún caso
excepcional te pediré que me folles si tengo la necesidad, pero que quede claro
que tu corrida nunca será en mi interior, te correrás o bien en mis manos, o
bien sobre mi piel, en las zonas que pretenda hidratar, ya sea la cara, las
tetas o el culo.
Yo escuchaba todo lo
que decía con atención y asombro. De alguna manera esa mujer me estaba
convirtiendo en su esclavo. A mí, una persona que se consideraba inteligente,
me estaba proponiendo esa especie de chantaje que no tenía más remedio que
aceptar para no meterme en líos por haberme pajeado en su tienda. Pero Lorena
seguía hablando:
- Desde el momento en
que firmes este contrato concretaremos una cita para la extracción de tu semen,
y tras cada cita quedaremos para la siguiente atendiendo a mis necesidades, las
tuyas no importan. Es más, si por cualquier motivo te pones cachondo en mi
ausencia puedes hacer dos cosas: la mejor es que te pongas en contacto conmigo
ya sea llamándome desde una cabina o pasándote por aquí para decirme con total
discreción que tienes la necesidad de satisfacerme dándome tu corrida. Te
permitiré entrar a esta oficina donde te pajearás y esperarás a que yo entre
para correrte sobre mí. Y la peor, si no es posible la primera, será que te
masturbes en tu casa pensando en mí y eches tu corrida en un recipiente que se
pueda tapar. Le añadirás un poquito de miel y lo mezclarás con una cuchara para
que el semen no pierda sus valiosas propiedades. Lo guardarás en el frigorífico
y en el momento puedas me lo traerás aquí. Pero como ya te digo, siempre que
sea posible prefiero la primera, me gusta más recibir tu semen recién ordeñado.
- Por otra parte, -
añadió – queda claro que ahora no tienes pareja, pero si en el futuro tienes
novia, pareja o incluso te casas, nada cambiará. Por supuesto, ella deberá ser
una chica sana y nunca pienses en la posibilidad de que lo sea yo, nunca seré
tu novia o tu pareja, tú para mí únicamente serás mi esclavo seminal. Cuando
tengas una relación, te daré licencia para que te la folles o mantengas
cualquier tipo de sexo con ella, pero eso sí, yo siempre tendré mi ración
cuando convengamos. Recuérdalo siempre, desde el momento en que firmes este
contrato, tu semen será mío. Y más o menos esto es todo lo importante, tras
firmarlo te llevarás una copia y podrás leerlo detenidamente pero ya sin vuelta
atrás, insisto, serás mi esclavo, serás mío. Puede que te parezca un precio
excesivo a pagar por haberte pajeado en
mi tienda, pero yo merezco un respeto y traicionaste mi confianza. Siempre
puedes no firmar el contrato, eres muy libre, pero si es lo que haces, llevaré
copia de la cinta a la Policía y explicaré que vienes a masturbarte en mi
tienda sin mi consentimiento por supuesto. También haré llegar una copia de la
cinta a tus padres para que vean cómo es en verdad el hijo tan bueno y
responsable que creen tener. Así que tú decides. Es tu turno…
La miré con algo de
rabia. En parte me parecía un negocio apetecible, podría tener sexo con ella,
le daría mi leche cada vez que estuviese cachondo, ya no me haría pajas en
solitario. Pero por otro lado, iba a ser su esclavo, cuando ella me dijera yo
tendría que venir y correrme para ella, no sería yo el que lo eligiera. Lo
valoré un momento, y ante lo que entonces me pareció el abrumador peso de que
se enterasen mis padres, cogí el contrato y firme diciéndole:
- Ahí tienes mi firma
Lorena. Creo que desde ahora soy tu esclavo. Espero que uses para bien ese
poder.
- Puedes estar
tranquilo que así lo haré esclavo. – Me contestó ella. – Nadie sabrá de esto
más que tú y yo. A partir de ahora en esta oficina te llamaré siempre esclavo y
tú vivirás para satisfacer mis necesidades de semen. Ahora te voy a concretar
ya cuando quiero que me des mi primera ración, y el momento no será otro que
ahora mismo. Así que esclavo, baja tus pantalones y tu ropa interior y saca tu
polla. ¡Pajéate para mí como el otro día! ¡Vamos! ¡Cumple con tu contrato!
Yo la obedecí y
desabroché y bajé mi pantalón. A continuación bajé mi bóxer, pero a diferencia de
la otra vez, en esta ocasión mi polla no saltó excitada. He de reconocer que la
situación me daba morbo y que tenía cierta excitación, pero también había
tenido mucha tensión y eso se notaba. Cuando Lorena lo vio me dijo:
- ¿Qué pasa esclavo?
¿La mujer por la que te pajeabas el otro día ya no te excita? Si es así, vas a
tener un problema tras la firma del contrato. Venga esclavo, pon dura esa polla
para mí que necesito tu semen, quiero que te masturbes y te corras pensando en
la dueña de tu semen. Vamos, así, mueve tu mano sobre ella y saca tu semen.
Quiero tu semen, quiero mi semen, y si no me lo das así voy a tener que hacerte
una incisión y sacártelo yo misma de tus huevos.
La verdad es que sus
palabras estaban consiguiendo lo que ella se proponía. Me estaba gustando que
me hablase así de dura, las palabras de Lorena me estaban excitando. Sin apenas
tocármela ya empezaba a apuntar al cielo. Mi polla era ya manejada por la
excitación del momento dejando atrás los temores de masturbarme ante la mirada
de la dependienta de mi tienda de ropa, mmmmm, la verdad es que me empezaba a
gustar sí…
- Mmmmmm. Veo que se te está poniendo ya dura
esclavo. Pero el otro día la tenías más…, - me dijo Lorena, y dándose la vuelta
añadió-, ¿es que de mí sólo te gusta mi culo? Míralo esclavo, ¿te gusta? ¿Ves?
Mmmmm, me agacho para ti. – Y mientras se agachaba paseaba sus manos por su
culo, por encima del vaquero mientras decía: - Seguro que te gustaría que
fuesen tus manos, pero no, eso no, tus manos sólo a tu polla, que ya veo más
dura, mmmm.
Y ciertamente estaba
más dura sí. Lorena sabía cómo calentarme a pesar de todo. Verla agacharse y
levantarse moviendo su culo de un lado a otro dentro de aquellos pantalones
ceñidos me estaba poniendo a tope. El magreo que se estaba dando con sus manos
también me ayudaba sí, sus manos sobaban su culo de un lado a otro y yo cada vez estaba más
cachondo, mmmmmm, mi polla estaba ya bien dura y tenía unas ganas locas de
follármela, pero no podía, mmmm, sólo podía masturbarme mirándola, y lo hacía,
mi mano subía y bajaba ya por mi polla a bastante velocidad, apretándola bien,
con ganas, quería correrme, y ella lo notó ya en mis gemidos, mmmm, mmmmm,
mmmm.
- Veo que si que te
excito, mmmm, me gusta. – Dijo. – Y veo también que debes estás cerca del final
porque pareces muy excitado con tanto gemido. Perfecto, quiero mi leche
caliente y nutritiva y tú me la vas a dar. La quiero en mis manos, pero no
quiero que se desperdicie nada si fallas algún disparo.
Dicho esto se sacó el
jersey y desbrochó su sujetador, quitándoselo también. Quedaron al descubierto
sus tetas, como había intuido pequeñas pero firmes, con unas aureola grandes
color chocolate rematadas por unos pezones que estaban duros. Mmmmm, ver eso
fue lo que me faltaba. Ella se sentó así medio desnuda y junto sus manos
delante de su cara y sobre su pecho. Yo estaba a punto, mmmmm, me estaba
gustando pajearme para ella después de tos, mmmm, mmmmm. Ella me llamó.
- Esclavo, ven, aquí
está tu recipiente, cuando estés listo quiero que me eches aquí tu corrida, y
si algo se cae que caiga sobre mis tetas que también necesitan crema
hidratante…
Yo seguía a lo mío
mirándola cada vez más salido, estaba a punto de correrme, mmmm, así que me
acerqué y empecé a masturbarme sobre sus manos, no iba a aguantar, así que se
lo dije:
- Lorena, no puedo más
me voy a correr ya, mmmmmm.
Y ella me contestó:
- Muy bien esclavo,
córrete para mí, vamos, dame tu leche caliente…
Una vez escuché esto me
corrí sin remedio. Mis chorros abundantes caían sobre sus manos.
- Ufffff, Lorena
siiiiiii, ¡cómo me corrooooo! Mmmmmmmm.
Ella hablaba con cada
una de mis chorros:
- Muy bien esclavo,
dame más leche, si, venga dame más, no dejes de meneártela, quiero más, dame
más, sí, dame más, mmmmmm.
Mi leche iba saltando
sobre sus manos, algún chorrito falló y dio en sus tetas, pero la mayoría entre
sus manos. Ella las colocaba de forma que no se le derramase mientras yo iba
soltando más y más leche, mmmmmm. Me seguí masturbando hasta que ya no salió nada,
uffffff.
En ese momento ella
acercó sus manos embadurnadas de semen a su cara, y con cuidado de que no se le
cayese nada, lo iba restregando por su cara. Se estaba masajeando el rostro con
mi corrida caliente, y por su expresión parecía que disfrutaba. Sus manos
rozaban su cara circularmente, dejando una especie de mascarilla blanquecina.
En un momento dado bajó una mano y busco los restos del semen que había caído
en su pecho, cuando lo encontró lo esparció también por sus tetas, aunque era
muy poco.
La verdad es que ver
eso era excitante, de hecho mi polla seguía excitada. Y tan sólo por ver a
Lorena esparcir mi corrida por su cara, mmmm. Me estaba gustando mi nuevo
contrato con ella…
- ¿Qué te ha parecido
esclavo?, - me dijo -, ¿no es mejor este uso de tu corrida que lo que habrías
hecho el otro día desperdiciándolo en el probador?
Y la verdad es que
tenía razón. No había duda de que era mejor. De hecho la erección que mantenía
tras haberme corrido no era lo usual cuando yo me masturbaba en solitario, pero
haber visto a Lorena restregarse mi corrida, y sobre todo, haber recibido sus
órdenes me habían dejado todavía excitado.
Ella también se percató
de que mi miembro todavía estaba duro y me dijo:
- Esclavo, ¿qué te
ocurre? ¿Es que a ti no se te acaba el empalme? No puedo dejar que te vayas así
porque no te podrás abrochar el pantalón. Así que tendré que solucionarlo. Sin
duda eso es señal de que todavía tienes parte de mi leche en tus huevos, y yo
la quiero toda para mí esclavo.
En eso momento ella vino
hacia mí únicamente con sus vaqueros puestos. Llevó su mano hasta mi polla y
empezó a masturbarme. Movía su mano despacio, avanzando lentamente y
retrocediendo con la misma lentitud. Me gustaba el tacto de su mano, me
excitaba más que masturbarme yo evidentemente, y aunque notaba un poco de dolor
por estar empalmado tras haberme corrido, era mayor el placer que sentía. Por
lo que empecé a suspirar y gemir suavemente, mmm.
- Ahora te ordeño yo
esclavo. – dijo Lorena. – Veo que te gusta. Sacarme mi leche yo misma requiere
un esfuerzo, espero que merezca la pena. No me defraudes esclavo, ¡quiero más
semen! Mis pechos han recibido muy poca crema nutritiva.
Dicho esto empezó a
pajearme más rápido. Su mano subía y bajaba por toda mi polla mientras yo me
ponía más cachondo cada vez, mmmmmm. Acercó su otra mano y con ella empezó a
acariciarme el capullo, ¡qué placer!, mmmmmm. Se entretenía rozando la puntita
y eso a mí me ponía a mil, a la vez su otra mano seguía subiendo y bajando por
todo mi tronco, rápido, sin pausa, mmmmm. Su mano sabía lo que hacía, iba a ser
capaz de hacerme correr de nuevo, de sacar toda la leche que me quedaba dentro
y no iba a aguantar mucho sin salir, mmmmmm.
- No tengo todo el día
esclavo, - me dijo -, tengo que volver a casa, así que dame mi leche. Mira mis
tetas, ¿te gustan verdad? Pues quiero que me las llenes con tu corrida.
Demuéstrame que eres un pajillero salido y que tienes mucha leche para mí. No
dejes que piense que me he equivocado contigo al ofrecerte el contrato. Venga,
dame mi leche, la quiero toda para mí, dámela, sí, vamos, dame todo tu semen…
Según decía esas cosas
no dejaba de masturbarme. Los movimientos de su mano me iban a desgastar la
polla, mmmmm, me estaba dando mucho placer, mmmmm, mano arriba, mano abajo, sin
parar, mmmmm. Ya no podía más y así se lo dije:
- Estoy a punto, no
aguanto más, mmmmmmm.
Entonces ella acercó su
pecho hacia mí quedando este a la altura de mi polla y se preparó para recibir
mi leche caliente. Siguió subiendo y bajando su mano por toda mi polla dura,
apretándola, ordeñándomela como una experta hasta que salió el primer disparo
de mi semen que dio en su pecho, ufffff. Pero no paró, su mano no dejó de
pajearme mientras iban saliendo mis chorros hacia su pecho, uno tras otro,
mmmmmm, mis disparos de placer, mmmmmm. Cuando mi polla dejó de disparar ella
no paró de masturbarme siguió y siguió hasta que se cansó. Mientras tanto, con
la otra mano se estaba restregando mi semen por su pecho, por una teta, por la
otra, me gustaba verlo de nuevo: ella esparciendo mi corrida sobre sus tetas,
uf, delicioso…
Al final apretó bien mi
polla desde la base y fue apretando hacia el capullo con lo que consiguió sacar
una gotita más de semen, que entre sus dedos se llevó al pecho. Ahora se lo
masajeaba a dos manos, girando, restregando, una y otra vez, en un masaje
tremendamente sensual. Yo me sentía aún lleno de excitación, pero mi polla
empezaba a perder tamaño, había trabajado bien y necesitaba un descanso ya.
- Esclavo – me dijo
Lorena cuando terminó de aplicarse la crema hidratante de mi semen -, creo que
por hoy ya está bien. Tu polla que es mía ya, se está relajando. Así que
vístete y vete a casa a descansar. Creo que con tanta leche yo me he calentado,
pero eso no es tu problema. Tal vez me masturbe yo después o llame a alguien
para que me folle no sé. Tú no me follarás, un pajillero como tú no merece
disfrutar de mi coño. Lo tuyo es darme mi leche cuando yo la quiera y sólo eso.
Y no lo olvides, si te pones cachondo y te tienes que masturbar, tu semen es
mío, no lo tires, lo quiero todo para mí, mi piel lo necesita. Ahora márchate
ya, te espero aquí el miércoles a la misma hora. ¡Buenas noches esclavo!
- Buenas noches Lorena
– le contesté mientras salía de su oficina con la copia del contrato en la
mano.
Ella le dio al botón
del mando y yo salí de su tienda tras subir la persiana. Era tarde ya, fui
caminando a casa pensando en todo lo que me había dicho y más aún en lo que
había ocurrido. Había algo que no tenía claro, ¿el contrato era bueno para mí o
no? No sé si sería bueno o no, lo que sé es que el lunes yo ya estaba en su
tienda cachondo perdido dispuesto a darle mi semen, y si no fui el mismo
domingo fue porque la tienda estaba cerrada.
Nuestra relación duró
todos los años que estuve estudiando y los que estuve trabajando en sus
cercanías, luego, al trabajar más lejos de ella, ya se fue perdiendo, pero aún
mantenemos el contacto. A lo largo del tiempo Lorena me fue absorbiendo gran
parte de mi voluntad, de modo que estaba siempre a su disposición, como ella decía,
yo no era más que su esclavo. La relación se mantuvo incluso durante el tiempo
en que yo tuve una novia, como ella dijo el primer día, eso no importaba, yo
tenía que entregarle mi semen y cuando ella lo pedía allá que iba yo.
Con el tiempo se hizo
más dura y exigente, pero también pude disfrutar más de ella, llegando a
follármela pero sin correrme dentro de su coño, siempre debía sacarla y darle
mi semen para que ella se pusiese su crema. La verdad es que no sé si mi semen
sería el motivo, pero a lo largo del tiempo yo no la noté envejecer.
Los últimos años
nuestros contactos fueron más sencillos, pues ya teníamos teléfono móvil.
Cuando a Lorena le apetecía me mandaba un sms diciéndome que acudiese en media
hora y allá que iba yo a permitir que se embadurnase con mi leche caliente. Es
más, ahora aunque estamos lejos aún me manda algún whatsapp en el que me dice:
“Esclavo, necesito mi semen”, junto con una foto ya sea de su culo, de sus
tetas o de su cara y yo por supuesto, la imprimo, me masturbo y me corro sobre
ella llenándola con mi leche y se la envío así de vuelta.
La última vez fue en
las Navidades pasadas. Me mandó una foto de su culo desnudo, ese culo por el
que empezó todo esto, y que sigue poniéndome a tono a pesar de los años que han
pasado, como le demostró la corrida que le mandé sobre él de vuelta. Y es que
yo sé muy bien que, aunque sea en la distancia, ella todavía tiene poder para
conseguir su cosmética seminal.
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