domingo, 22 de marzo de 2015

La última cena del trabajo (2ª parte)




En la primera parte de esta historia contaba cómo me lié con mi compañera Mamen en una cena de trabajo, y por supuesto cómo follamos apasionadamente en los aseos del restaurante donde tenía lugar la cena. Dejé la historia en el punto en que, tras la cena, ella y yo íbamos en un taxi a su casa sin que nuestras manos y nuestras bocas parasen quietas en el asiento de atrás.


Tras ir pegándonos el lote así en el taxi, con alguna que otra mirada del taxista por el retrovisor, llegamos por fin a su casa. Pagué el taxi y bajamos. Llegamos al portal. Mamen sacó las llaves de su bolso y abrió la puerta mientras yo no veía el momento de llegar a su casa y volvérmela a follar.



Entramos y fuimos al ascensor, pero no lo pudimos usar porque de la puerta colgaba un cartel de no funciona. Nos dirigimos hacia las escaleras. Nos sacamos loa abrigos y ella empezó a subir delante de mí. Yo desde atrás podía ver sus zapatos de tacón, sus piernas y el movimiento sexy de sus glúteos según iba subiendo. Cada vez me ponía más caliente y Mamen seguro que lo sabía porque contoneaba más sus caderas, mmmm. Al final no me pude aguantar y me acerqué a ella por detrás subiéndole el vestido hasta la cintura.


- Ahora sí que te veo bien. – Le dije entre risas.


Ella se rió mientras seguía subiendo delante de mí, hasta que llegó al rellano del tercer piso ante mi atenta mirada, que no perdió de vista ni un instante el movimiento de su soberbio culo casi desnudo. Avanzó por el pasillo delante de mí hasta que se puso delante de su puerta y abrió. Entramos. Cerramos la puerta y de nuevo la besé apasionadamente. Me traía loco Mamen, hacía tiempo que no deseaba tanto a nadie. Pero es que su alegría, su frescura, y también su sensualidad eran contagiosas.


Me cogió de la mano y me llevó con ella al salón. Entramos y llegamos al sofá. Una vez delante de él me empujó. Caí sentado sobre él y me dijo que esperase. Se sacó los tacones para no hacer ruido y descalza se marchó. Al poco volvió con un plato con empanadillas y me dijo:


- No va a pasar nada porque comamos un poco, ¿verdad?


Le sonreí y asentí. Nos comimos un par de empanadillas cada uno hasta que apartó el plato y se volvió a marchar. Al cabo de un instante apareció con dos copas en una mano y una botella de cava diciendo:


- ¡Es hora de seguir la fiesta!


Me pasó la botella. La cogí y no sin esfuerzo la abrí, volando el tapón por los aires. Al menos no le di a ella. El cava saltó cayendo sobre el sofá y sobre el suelo. Mamen llevó las copas a la boca de la botella y las llenó. Dejé la botella sobre la mesa de café y me acercó una. Brindamos con ellas mientras yo decía:


- ¡Por el increíble cruce de caminos que nos ha juntado esta noche!


Tras bebernos las copas limpié con pañuelos de papel los restos del cava que había caído. Ella volvió a llenar las copas y se abalanzó sobre mí. Sin dejarme tiempo a reaccionar fue desabrochando los botones de mi camisa, uno tras otro. Luego desabrochó la correa, los botones del pantalón y estiró de él para abajo. Me sacó los zapatos, los calcetines y por último el pantalón, quedando yo tan sólo con el bóxer.


Me levanté y fui hacia ella. Cogí la cremallera de su vestido y con cuidado se la bajé mientras acariciaba su espalda. Una vez bajada Mamen se sacó un tirante deslizando el brazo por él, luego el otro. Ahora ya podía deslizar su vestido hacia abajo y lo hice, sacándoselo por los pies. Quedó ante mí con su sujetador y tanga negros únicamente. Pero no pensaba dejárselo puesto mucho tiempo. Así que le desabroché el suje y ella se lo sacó de espaldas a mí. Le di la vuelta y por fin pude admirar sus pechos. Grandes, firmes, redondeados, con los pezones duros y desafiantes. Quería besarlos, lamerlos, mordisquearlos, mmmm.


La abracé y la besé de nuevo. Con mis manos en su espalda desnuda miré sus apasionados ojos azules y la volví a besar, jugamos con nuestras lenguas una vez más. Separé mis labios de los suyos para empezar a lamer la piel de su cuello descendiendo con mi lengua hasta sus hombros. Continué bajando con mi lengua por su pecho. Ascendí con ella por su teta derecha, llegando al pezón que mordisqueé. Descendí y subí a su otra teta, besé su pezón y también lo mordisqueé mientras Mamen gemía, mmmm.


Me separé de ella tumbándola en el sofá. Levanté sus piernas para sacar el tanga y lo hice con suavidad. Una vez totalmente desnuda y tumbada Mamen cogió su copa alzándola para brindar de nuevo. Brindamos con las copas. Mientras ella bebía yo pensé una forma mejor de beber. Acerqué la copa a su pecho y ante su sorpresa la volqué. El cava empezó a deslizarse por sus tetas. Descendía por su abdomen y llegaba a su entrepierna, pasando por el poco vello que tenía en su monte de Venus. Llevé de nuevo mis labios a su pecho y bebí así el cava con sabor a su deliciosa piel. Limpié bien una teta, luego la otra, entre gemidos placenteros de ella. Bajé lamiendo por su abdomen hasta llegar a su vello. Seguí el descenso y lamí hacia abajo toda su rajita mientras ella volvía a gemir, mmmm.


Volqué lo poco que quedaba de cava sobre su vello. Mi lengua lo iba recogiendo según caía por su rajita llevándomelo a la boca para tragarlo. ¡Exquisito!, mmmm. Sequé bien todo su coño con mi lengua dejándoselo bien limpio, pero no paré ahí. Dejé mi copa vacía en la mesa y con mis manos abrí los labios de su coño viéndolo brillar, mojadito de nuevo. Acerqué mi lengua y se lo lamí otra vez. Empecé a subir y bajar por mi lengua por toda su raja mientras Mamen daba ligeros gemidos, mmm, mmm. Llegué hasta arriba del todo y me encontré con su clítoris endurecido. Lo froté una y otra vez con mi lengua a la vez que empezaba a meter y sacar un dedo de su coño, mojado de nuevo, dentro, fuera, dentro, fuera, mmmmm. Cada vez se mojaba más con el tratamiento que le daba. Me encantaba esta mujer cada vez más por lo caliente que era.


Así seguí un rato dándole placer a su clítoris y metiendo y sacando mi dedo de ella, luego dos dedos, más, más…, hasta que sus gemidos se hicieron más profundos. Entonces Mamen separó mi cabeza de su coño empapado y me hizo levantar. Se incorporó y con sus manos me bajo el bóxer, sacándomelo yo con los pies. Mi polla de nuevo dura por la excitación de la comida de coño saltó dura según me tiró del bóxer. Cogió su copa, que había dejado a medio beber, y la acercó a mi polla. Con la otra mano me la metió en su copa diciendo que ella también lo quería saborear así. Las burbujitas del cava me hacían cosquillas en el capullo, mmmmm.


Tras remojarme bien la polla en la copa, la sacó y empezó a lamérmela con su lengua, subiendo y bajando por todo el tronco, para a continuación, abrir sus labios y metérsela en la boca, poco a poco, hasta donde pudo tragar. Empezó a hacerme así una estupenda mamada, sus labios subiendo y bajando apretando mi polla, que entraba y salía de su boca al ritmo que ella marcaba. Yo gemía con el placer que me daba, mmm, mmmmm. Cuando le pareció se la sacó de la boca y volvió a acercar la copa para volverla a mojar, repitiendo la operación. La sacó de la copa y la lamió. Se la metió en la boca y me estuvo mamando otro rato mientras yo iba gimiendo por su placer, mmmmmm. De nuevo repitió el proceso, y así estuvo hasta que apenas quedó cava en su copa. Mi polla estaba superdura, iba a reventar, pero ella no dejaba de mamármela. Su boca subía, su boca bajaba por toda mi polla, una y otra vez. Se la tragaba casi entera, a su vez con una mano acariciaba mis huevos mientras con la otra masturbaba la parte de mi polla que no estaba dentro de su boca. El placer que me estaba dando era inmenso, mmmmm, tanto que o paraba ya o no iba a tardar en correrme, mmmmm. Pero yo no quería correrme aún, quería volvérmela a follar, así que apartando su boca de mi polla dura le dije:


- Si no paras ya me voy a correr en tu boca, y quiero metértela bien hondo de nuevo, mmmm.


- Y yo quiero que me llenes el coño de nuevo con toda tu polla. – Me contestó ella mientras se echaba para atrás a lo largo del sofá abriendo sus piernas y quedando bien ofrecida.


No lo dudé y me arrodillé en el sofá delante de ella. Con la mano apunté mi capullo en su agujero y empujé entrando un poco, mientras Mamen daba otro pequeño gemido, mmm. Como la posición no era cómoda pasé mis manos por debajo de su culo y mientras la sobaba la alcé. A la vez que la levantaba empuje de golpe y le metí toda la polla en su coño, mmmmm, mmmmm, gemimos de nuevo. Así cogida del culo e inclinada empecé a follármela. Empujaba adelante y atrás metiéndole toda mi polla hasta que los huevos chocaban con ella.


Cada vez yo empujaba más fuerte. Metía y sacaba toda mi polla de su coño caliente y mojado, escuchando el típico sonido del chapoteo de sus fluidos según mi polla dura entraba y salía, mmmmm. Bombeaba sin descanso, polla dentro, polla fuera, dentro, fuera, dentro, fuera, mmmmm, mmmmm, mmmmm. Estábamos disfrutando los dos de verdad, mmmm. Empecé a acelerar mis movimientos. Mi polla entraba y salía de ella cada vez más rápido, nuestros gemidos salían más cercanos, mmm, mmmm. Con mis embestidas el sofá temblaba, y el cuerpo de Mamen se movía hacia delante y hacia atrás sobre él, una y otra vez, mmmm,  hasta que en una embestida bastante fuerte, se oyó un golpe.


- ¡Ay! – Gritó Mamen. - ¡Joder! Vaya golpe me has dado, ¡hay sitios más cómodos! 


- Lo siento. – Le contesté yo.


Entonces ella me apartó y me echó para atrás. Se levantó del sofá y desnuda salió del salón desapareciendo por el oscuro pasillo. Yo esperé un momento pensando que habría ido a echarse agua en la cabeza, pues era lo que se había golpeado contra el brazo de madera del sofá. Pero como no volvía decidí ir a buscarla yo. Avancé a tientas, desnudo y con mi polla apuntando al techo por el oscuro pasillo. Al final llegué a una puerta y tanteando encendí la luz de una habitación.


Me encontré con la visión de Mamen sobre su cama con el nórdico echado hacia atrás. Estaba con tumbada boca arriba, con las piernas abiertas al máximo y masturbándose furiosamente.


- Venga. – Me dijo. – Acabemos lo que hemos empezado.


- Por supuesto. – Le contesté. – Aquí en la cama lo único que te voy a romper es ese coño caliente y chorreante que tienes. 


Me subí a la cama masturbando mi polla, aunque realmente no hacía falta para mantenerla bien dura, puesto que estaba durísima. Ella dejo de masturbarse y apartó sus manos quedando libre y bien abierta de piernas para mí. Me acerqué a ella. Cogiendo mi dura polla con la mano, le golpeé con el capullo un poco en su clítoris para después frotarlo a izquierda y derecha, mmmmm.


Pero su mirada me decía que quería polla y eso hice apuntando el capullo en su puerta. Apoyé mis manos sobre la cama a ambos lados de ella. Se la metí despacio esta vez, sintiendo profundamente la penetración, poco a poco, hasta que estuvo toda dentro, mmmm. Entonces empecé a bombear nuevamente. Lo fui haciendo despacio, temiendo que con tanta excitación me corriese rápidamente. Metía mi polla despacio y la sacaba algo más rápido. Se la volvía a meter despacito, y para fuera un poco más rápido. Ella gemía, mmmmm, yo gemía, mmmmm.


Me incliné sobre ella para poder lamer sus pechos antes de la acometida final. Un buen lametón a cada uno, para luego besarla con avidez. Después me volví a lazar y la follé con todas mis fuerzas. Empecé un rápido y potente mete saca. Metía mi polla y la sacaba de su empapado coño, mmmmm, una y otra vez, cada vez más rápido, dentro, fuera, mmmm, mmmm, cada vez más fuerte, dentro, fuera, mmmmm, mmmmm. Suspirábamos los dos, jadeábamos, nuestra respiración cada vez más acelerada, nuestros gemidos más fuertes y más seguidos, mmmm, mmmm, mmmmmm. Le metía mi polla con tanta fuerza que parecía que se la quería sacar por la boca, mmmmm, no iba a aguantar mucho más así, notaba la cercanía del orgasmo, metiendo y sacándosela, fuerte, metiendo y sacándosela, mmmm, mmmmm.


- Ufffffff, no voy a aguantar mucho, mmmmm, mmmmm. – Le dije entre gemidos.


Una vez dicho esto Mamen alzó su pelvis y sus piernas, pasando estas por detrás de mi espalda, entrelazándolas como para que no me escapase y me dijo:


- ¡Vamos! Sigue así, sigue rompiéndome el coño con esa fuerza, hasta que me lo des todo. Porque quiero que me lo des todo, que me vuelvas a llenar el coño con tu leche caliente, mmmmmm.


Tras escuchar esto, no pude aguantar más de tres o cuatro embestidas y empecé a correrme disparando mis chorros en su interior, mmmm, gritando:


- Siiiiiiiiii, me corrooooooooo, siiiiiiiiii. Yaaaaaaaaaaa. ¡Toma mi leche siiiiii! ¡Aaaaaaaaaah! Toda calentita para ti sí, ufffffff. ¡Siéntela! Aaaaaaaaah.


- La siento sí. – Me contestó ella. - ¡Qué rica! Mmmmmm, mmmmm, mmmm, calentita siiiiiiiii. Pero ahora no pares, sigue moviendo tu polla en mi coño, que estoy a punto. ¡No te pareeeees! Ufffff.


Le hice caso y seguí metiendo y sacando mi polla de su coño excitado aunque mis disparos ya se habían acabado, pero ella se lo merecía. Estuve moviéndome, metiendo y sacando mi polla un poco más. Unas embestidas más y entonces Mamen arqueó su cuerpo con fuerza. Apretó sus piernas contra mí por lo que yo la embestí con más fuerza mientras ella alcanzaba su orgasmo.


- ¡Me corroooooo! – Gritó Mamen. – Siiiiiii. ¡Ya! Me corro, me corro, me corro, ufffffff. ¡Aaaaaaaaaah! Siiiiiiiiiiiiiii. ¡Diooooooooos qué intenso! Mmmmmmmmm.


Y entre temblores de piernas y jadeos se corrió mientras yo notaba como mi polla se mojaba en el interior de su coño, futo de sus fluidos y de los restos de mi corrida, mmmmm. Sin duda que fueron unos buenos orgasmos. Tardamos un rato en recuperar la respiración, poco a poco, hasta que nos relajamos. Saqué mi pene ya no tan duro de ella y me eché a su lado, sobre ella, boca abajo. Nos besamos como se besan los que han disfrutado al máximo y nos quedamos así un rato abrazados comentando lo fabuloso que había sido todo.


Un rato después Mamen se alzó un poco para alcanzar el nórdico y lo echó sobre nosotros, tumbándose de nuevo. Apagó la luz y no creo que tardásemos en quedarnos dormidos rendidos por el esfuerzo. Había sido una noche fantástica y algo salvaje. Mucho sexo y alcohol. Seguro que al despertar al día siguiente tendríamos resaca, al menos yo, que hacía tiempo que no bebía así, pero sin duda había merecido la pena. Mamen era una mujer fantástica. Al final había sido una buena decisión ir a la cena. Y con estos pensamientos me fui durmiendo poco a poco. A la mañana siguiente tuve un extraño despertar, pero eso, como ya sabéis, os lo conté hace unos días aquí y ya conocéis el resultado.

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