jueves, 30 de abril de 2015

Secretos públicos en el bar



Allí estaba yo de nuevo. Sin saber por qué todavía confiaba en la puntualidad de mis amigos, los de toda la vida, por lo que ya había soportado la soledad de sus retrasos una y otra vez a lo largo de muchos años. Es muy triste ser puntual estando rodeado de impuntuales. Pero es que ya era difícil que nos juntásemos los cinco, cada uno con sus historias y sus obligaciones. Por ello me alegré cuando por fin pudimos quedar el pasado sábado a las ocho de la tarde. 

Acababa de mirar el reloj y ya llevaban quince minutos de retraso. Quince minutos que yo estaba sentado en la barra, solo, con la única compañía de mi zumo de piña, nada de alcohol, puesto que había que guardar energías para una noche que sería sin duda larga. Nunca he llevado bien esperar solo en la barra de un bar, aunque pongan buena música como en ése. Pienso que todo el mundo me observa y piensa en lo que hará alguien como yo ahí sentado. Y sin embargo yo hago lo mismo, pues ya sea directamente, con discreción, o a través del reflejo en el espejo del otro lado de la barra, observo a toda la clientela del local.


Ese día no fue menos. Éramos pocos en la barra, sólo hombres, de los que yo el único solitario. En las mesas era otra historia. Había grupos de amigas, grupos de amigos, grupos de amigas y amigos, y por supuesto algunas parejas. Podía ver a todos ellos bajo la tenue iluminación del bar mientras sonaba la música, fuerte pero a un nivel que permitía conversar, por lo que la gente estaba hablando, y se escuchaba su jolgorio.

Pero entre toda la gente vi a una pareja que me llamó la atención. No me sonaban de nada sus caras. Eran un chico que no llegaría a los treinta años y una mujer que ya habría superado bien los cuarenta. No es que yo tenga prejuicios ante las diferencias de edad, ni mucho menos, pues a veces he disfrutado de mujeres mayores y menores que yo, pero a mi vista, en el bar destacaban por algo, sin tener muy claro el qué. Desde mi posición podía verlos si me giraba un poco o mirando al espejo, así vi que él era esbelto, atractivo y de pelo oscuro, y ella también de pelo negro, con algún kilo de más, sin excesos, y más pequeña que él. Además, vi que tenían una buena complicidad pues estaban bebiendo entre risas y rozando cariñosamente sus manos.

Una nueva mirada al reloj me dijo que mis amigos hoy se iban a pasar de la raya. Di otro sorbo a mi zumo y de nuevo me puse a mirar a esa pareja. Allí seguían con sus carantoñas. En un momento dado él le dio algo, ella lo cogió, lo metió en su bolso y se fue en dirección a los servicios. La vi pasar por detrás de mí, y me di cuenta de que no estaba nada mal. Era guapita de cara con la piel morena y unos labios sugerentes. Tenía unas buenas piernas que dejaba ver su negra minifalda, y parecía tener unos pechos prominentes bajo su camiseta a rayas horizontales, blancas y rojas. Además, por la libertad con la que me pareció que se movían sus pechos bajo la camiseta, supuse que no llevaba sujetador, y eso evidentemente, ya hizo que empezase a moverse algo en mi entrepierna, pues yo soy de empalme fácil y más aún cuando se pone en marcha mi imaginación morbosa.

Poco después, la mujer que estaba despertando mis instintos más voyeurs reapareció y se fue a su mesa, donde se sentó. Seguí observando con discreción sin que pasase nada interesante, hasta que me di cuenta de que ella se empezaba a mordisquear el labio inferior. No supe interpretar si era una expresión de deseo o de placer, porque tampoco veía que él la acariciase, pero lo que sí me quedó claro es que fuera lo que fuera, era intenso, porque mantuvo su presión sobre el labio unos buenos segundos hasta que aflojó.

Di otro sorbo al zumo mientras seguía observando por el espejo a mi pareja objetivo. Estaban hablando y de repente ella se echó un poco hacia atrás en la silla apretando sus piernas. Me pareció ver que su respiración se agitaba porque tenía los labios entreabiertos mientras su pecho subía y bajaba rápidamente, hasta que poco a poco retornó a su ritmo normal. Instantes después se repitió lo mismo, y poco después otra vez más, hasta que pude ver como la mujer separaba y juntaba las piernas con la boca entreabierta subiendo y bajando su pecho. Realmente me dio la impresión de que estaba sintiendo un orgasmo y que trataba de controlarlo, aunque no lo podía disimular del todo para mi ojo curioso. Además, tras haber visto todo bien, caí en la cuenta de que los acelerones de la mujer se daban cuando el chico bajaba una mano y la metía en su bolsillo. Ello me hizo deducir lo que pasaba, sería que ella llevaba un vibrador de esos a distancia que él controlaba. No tenía claro si sería eso, pero imaginarlo me produjo una nueva alteración en mi entrepierna, me estaba empalmando.

El zumo se me acabó. Mis amigos ya se retrasaban más de media hora. Pero me empezaba a dar igual. Yo seguía a lo mío, que era observar a mi pareja favorita, pues de nuevo ella, ahora con ambos antebrazos sobre la mesa, bien apoyada, parecía mover sus caderas adelante y atrás con sus labios entreabiertos. Podría parecer que estaba meciéndose por la música que sonaba, pero yo tenía claro que no, pues de nuevo él tenía la mano dentro de su bolsillo.

De repente algo obstaculizó mi visión. Eran los dos primeros amigos que llegaban, por fin. Nos saludamos mientras yo trataba de seguir mirando a la pareja, pero con ellos delante me era difícil, aunque suponía lo que estarían haciendo. Estuvimos hablando un poco y pronto llegaron los dos amigos restantes. Ahora ya sí que me tuve que levantar a saludar esperando que el medio empalme de mi polla no fuese evidente, puesto que no podía apartar de mi mente lo que pasaba en cierta mesa…

Tras hablar un poco en la barra, yo en tensión por supuesto, vimos que se levantaban de una mesa, cercana además a la pareja que disfrutaba. Tras preguntar al camarero si había cola y decirnos que no, nos fuimos para allá, sentándome yo en el lugar en que mejor visión podía tener de la mujer. Me encontraba a unos cuatro metros, más o menos en diagonal a ella, y ahora sí la podía ver bien directamente. 

Pedimos y nos trajeron cerveza y sangría para acompañar a unas tapas. Aunque la verdad es que yo no atendía mucho ni a la conversación ni a la comida, pues la parejita no paraba de divertirse. También cenaban ya, pero eso no les impedía seguir. Por lo que podía ver como ella dejaba el tenedor en el plato mientras él tenía su mano en el bolsillo. Aunque estaba cerca no la podía escuchar jadear, pero no me quedaba duda de que estaba disfrutando por su respiración agitada. Estaba seguro de que él andaba jugando con los controles, dando más o menos velocidad y variando la vibración. Ella pasaba de momentos de excitación a estar más relajada a voluntad de él, y a mí me ponía, cada vez estaba más empalmado.

Algún brindis con mis amigos, pero yo seguía sin hacer mucho caso, estaba a lo mío, que no era otra cosa que seguir atentamente las evoluciones de la otra mesa. Y allí no paraban. Me pareció que ella sentía otro orgasmo pues cerró los ojos mientras apretaba en su mano una servilleta. Además su pecho subía y bajaba aceleradamente con las piernas apretadas, y pude apreciar que se le sonrojaban las mejillas. Visto esto, mi polla se puso más dura imaginando lo mojado que estaría su coño, debía llevar como mínimo dos corridas delante de toda la gente. Lo increíble es que no veía a nadie que estuviese mirándolos, todos estaban a su rollo, menos yo. Y al volver a mirar su cara, para ver su gesto de satisfacción, me di cuenta de que me estaba mirando, sus ojos estaban fijos en los míos. Me había pillado. Yo le aguante la mirada como desafiándola a que siguiesen, y eso hicieron, no se cortaron en absoluto…

Tras un corto período de tiempo, él volvió a bajar su mano hacia el bolsillo. Nuevamente ella se echó un poco hacía atrás y se agitó su respiración. Pero esta vez además me miró mientras yo sentía que suspiraba. Imaginaba lo que estaría pasando por su mente, recibiendo placer por el vibrador en su coño a la vez que se sentía observada por mí. No pude evitar bajar la mano a mi entrepierna y acariciarme el rabo por encima del vaquero que llevaba.

Yo no estaba comiendo ni bebiendo mucho esa noche, y el tiempo iba pasando. Mis amigos se estaban calentando a base de alcohol, diciendo ya sus típicas tonterías, pero mi calentura era de otro tipo. Estaba realmente caliente viendo a esa mujer. Y es que tras volver a mirarla me di cuenta de que estaba disfrutando de nuevo. Esta vez tenía las manos como cruzadas sobre su pecho, pero realmente y con disimulo estaba acariciando sus tetas, incluso me pareció ver que se pellizcaba los pezones por encima de la camiseta. Lo hacía muy bien, se estaba comportando como una auténtica zorra delante de todos en ese bar, pero sin que nadie se diese cuenta. Yo cada vez más caliente, pasando mi mano por encima de la tela apretando y acariciando mi polla ya dura. Y es que cuando coincidían sus ojos con los míos, que ya era en bastantes ocasiones, me ponía todavía más cachondo.

El chico seguía con la mano en el bolsillo, sin duda regulando el placer de la mujer, y por lo que yo veía de forma experta. Suponía que iba bajando y subiendo la intensidad según ella jadeaba más o menos. ¡Menuda cena estaban disfrutando!, sobre todo ella claro. Otra vez empezó a mover sus caderas adelante y atrás, una vez, otra, otra… Pero esta vez lo hacía con sus ojos clavados en los míos, y yo noté cómo mi polla dejaba escapar por primera vez sus babas previas a la corrida. Si yo andaba así de caliente,  ¿cómo estaría ella? Como un horno seguro, pero un horno que estaría muy mojado, no podía ser de otra manera. Ya me habría gustado a mí comprobarlo pasando mi mano para mojármela, luego la lengua para lamerla bien antes de meterle toda mi polla dura como estaba, ufff.

Ajena a mis pensamientos ella seguía con su movimiento pélvico mientras yo acariciaba mi verga. Tras un tiempo así noté cómo le llegaba un nuevo orgasmo. Me estaba mirando y cerró los ojos para abandonarse al placer. Cruzó las piernas y las apretó a la vez que jadeaba sin que se escuchase nada. Sus manos estaban tensas, apretadas, si hubiese tenido mi espalda entre ellas seguro que me la habría arañado. Yo, mientras la miraba, estaba apretándome más fuerte cada vez la polla, y de seguir así me iba a correr allí mismo dentro de mis pantalones. Estaba tan caliente…

Instantes después la respiración de ella se relajó un poco, pero sólo por un momento. Vi cómo él movía su mano en el interior del bolsillo y de nuevo la respiración de ella se agitaba. Tal vez justo antes no se había corrido como yo pensaba, o lo que ocurría era que iba a empalmar un orgasmo con otro, pero lo que tenía claro es que sus tetas se elevaban y descendían dentro de la camiseta de nuevo. Es más, podía ver claramente cómo se le marcaban los pezones duros a través de su prenda. Se volvió a morder el labio inferior mirándome con puro fuego en sus ojos, tanto que casi me derrite y me corro en ese momento. Pero no, no lo hice a pesar de no dejar mi mano quieta sobre mi polla.

Ella siguió ahogando sus gemidos mientras jadeaba abriendo y cerrando sus labios. De repente se echó hacia atrás sobre el respaldo de la silla. Sus piernas apretadas empezaron a temblar. Y me fijé en que sus ojos habían quedado en blanco, justo antes de que se le escapase un gritito que llegó a mis oídos. Así temblando y con la cabeza echada hacia atrás por encima del respaldo se corrió tan a gusto, y tuvo uno de los orgasmos más intensos que yo había visto. Las piernas todavía le temblaban cuando de nuevo levantó la cabeza y con la respiración menos agitada se fue incorporando. Sus pezones aún se marcaban y su rostro estaba más que enrojecido por la corrida que se acababa de pegar.

Yo por mi parte estaba dispuesto a correrme ahí mismo. Seguía acariciando mi verga por encima del vaquero. No me importaba mancharme ni que después oliese a macho. Lo único que quería era vaciar toda mi leche con lo que acababa de presenciar, porque no podía más. En esas estaba cuando noté una fuerte colleja de uno de mis amigos que volvía del aseo. Lo miré raro y él se rió, para luego decirme que hoy estaba yo bastante ausente y que me pusiese a tono ya. 

Tras el corte de rollo, me centré un poco más en nuestra charla y en nuestra cena, aunque apenas quedaba ya nada, pero sin quitarle ojo a la pareja que tanto me calentaba, sobre todo a ella. El chico y la mujer se encontraban charlando animadamente, tal vez comentando lo que habían hecho, y tal vez hablando de que yo no les quitaba ojo, no sé. Pero yo seguía caliente, mi polla no se había bajado aunque ahora tenía mis dos manos sobre la mesa.

Mientras yo pensaba esas cosas, ella se levantó para dirigirse de nuevo a los servicios. Me miró al pasar y yo también la miré a ella. Seguro que vio mi deseo por ella, y por correrme, reflejado en mis ojos. Siguió andando hasta meterse en los aseos mientras yo la seguía con la mirada. Y si no la seguí físicamente fue porque estaba ahí cerca sentado el chico que era su pareja.

Poco después volvió de los servicios y me miró nuevamente. Después miró su mano y yo también la miré, viendo que dejó escapar un papel doblado a mi altura, cayendo éste al suelo cerca de mí. Volví a mirarla según volvía a su mesa. Cuando llegó le dio una cosa a su chico, sería el vibrador, se pusieron los abrigos y salieron del local, no sin antes girarse ella para mirarme y comprobar que yo estaba haciendo lo mismo.

Alargué la mano hasta el suelo y recogí el papel metiéndolo doblado como estaba en el bolsillo del vaquero. Tras colocarme un poco la polla en el pantalón, me levanté y le dije a mis amigos que iba al aseo, pues necesitaba una corrida urgente o me iban a estallar los huevos. Pero antes de ello decidí acercarme a la mesa de la pareja. Con disimulo pasé mi mano izquierda por el asiento de la silla de ella, y como yo esperaba estaba mojado, la verdad es que no me fijé en cómo estaría su falda cuando pasó delante de mí…

Paseé bien la mano por el asiento, y así con la mano bien mojada por sus fluidos me fui al servicio. Llegué y estaba ocupado, por lo que viendo libre el de minusválidos me metí en él. Además, yo tenía una discapacidad en ese momento, pues la sangre no me llegaba al cerebro por estar toda en mi dura polla. 

Cerré la puerta y eché el pestillo. Lo primero que hice fue llevarme la mano hacia la cara y sentir su aroma a hembra en celo. Me encantaba, mmmm. ¡Qué bien olía! Pero no contento con ello lamí mi mano, di lengüetazo tras lengüetazo hasta que la dejé bien limpia. Mi polla ya pedía paso, así que desabroché el vaquero y lo bajé un poco junto a mi bóxer dejando escapar toda mi verga dura y liberando algo la presión en mis huevos.

Iba a pajearme pero recordé la nota. No estaba discapacitado totalmente… Así que la saqué del bolsillo, la desdoblé y la leí viendo que ponía en mayúsculas: “POR SI TE HA GUSTADO LO QUE HAS VISTO” y debajo un número de móvil, ni nombre ni nada, podría ser el de él o el de ella, no lo sabía, pero me dio igual. 

Volví a guardar el papel en el bolsillo y me dediqué a lo que había ido allí. Con lo cachondo que estaba no iba a tardar mucho tiempo, ya que había una buena mancha de líquido preseminal en el bóxer que había traspasado un poco al vaquero. Así que empecé a acariciar mi polla con mi mano mientras con la otra me apretaba un poco los huevos.

Subía y bajaba la mano por todo el tronco una y otra vez, acariciándome a veces el capullo morado de tanta excitación y tanta presión como tenía. Mano adelante y mano hacia atrás por mi polla, apretando cada vez más a la vez que aceleraba el movimiento. No iba a tardar nada, y más si seguía pensando en esa mujer tan morbosa, en cómo se había corrido mirándome y en cómo había dejado empapada la silla, mmmm. Y así, imaginando en cómo de mojado estaría su coño y si estaría depilado o no, me corrí susurrando para que no se me oyese:

- Siiiiiiiiii, ¡joder!, siiiiii, mmmmmmm, ¡qué ganas tenía! ¡Joder, joder, jodeeeeer!

Varios chorros de leche caliente y espesa salieron de mi dura verga y fueron a parar a la cisterna del wáter y a la tapa levantada. Una pena que mi lechada no cayese sobre esa mujer tan caliente, pensaba yo mientras me corría con enorme placer, mmmmm.

Tras apretar bien mi polla y sacar toda la leche que me quedaba, cogí papel y limpie un poco el estropicio para que no se notase mucho. Después salí del aseo y me volví a sentar a la mesa con mis amigos para, ahora ya bien centrado y sin estar caliente por ella, disfrutar de una compañía que tantas veces echo de menos.

Una vez terminamos de cenar y tomarnos alguna copa en el bar, nos fuimos de marcha por los pubs habituales, acabando a las tantas de la madrugada la fiesta. Eso sí, unos más perjudicados que otros, yo el que menos porque en la cena apenas había bebido estando atento al espectáculo que nadie más veía.

Tras llegar a casa me acosté para amanecer ya por la tarde. Me hice la comida y después de comer me picó la curiosidad. ¿Qué tipo de vibrador estarían usando? Busqué por internet y me encontré varias posibilidades, pero algunas me gustaron. La primera que vi, más que un vibrador a distancia eran dos masturbadores que se podían conectar simultáneamente a internet y que reproducían tanto en el hombre y en la mujer los movimientos del otro miembro de la pareja. De esta forma, según aseguraba la web, la pareja se podría conectar a distancia sintiendo uno los movimientos del otro. Me pareció una opción interesante de cibersexo para probar.

Y otra de las posibilidades que me gustaron fue la de un vibrador que se podría poner la mujer y que podía ser controlado por control remoto, pero no necesariamente cerca los dos miembros de la pareja, sino que gracias a la conexión Bluetooth del vibrador y a una app que se puede instalar en el móvil, se podría conectar desde cualquier lugar del mundo gracias a internet. 

Así que ya tengo nuevas fantasías. Me gustaría dar placer por control remoto a una mujer de igual modo que lo hizo la pareja del bar o por internet. Quiero ser yo el auténtico y único controlador de su placer. ¿Alguna voluntaria para llevarlas a cabo?

Por cierto, por si alguien se lo pregunta. Esa misma noche escribí un whatsapp al número de móvil del papelito, y lo único que os puedo anticipar es que era el de ella.

4 comentarios:

  1. Me encanta leerte, haces que mis deseos aumenten y que mis momentos de "amor propio" sean de lo mas placenteros, gracias por existir y sigue asi por favor. Bss

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  2. ¡Hola!
    Muchas gracias por tu comentario. Me alegra que leerme te sirva de tanta inspiración. A mí me encanta saber que mis palabras sirven para sacar todo lo que llevas dentro.
    Trataré de seguir así, pero no te lo garantizo, je, je.
    Agradecido de nuevo por tus palabras.
    Besos morbosos.
    Eros

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  3. No veas como estoy tras leer tu relato,voy a disfrutar de mi misma gracias a ti. No me importaría disfrutar de las nuevas tecnologías, todo lo que de placer bienvenido sea. Besos dulces. FANTASÍA

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  4. ¡Hola Fantasía!
    Me alegra que mi relato te haya calentado tanto que hayas decidido disfrutar de ti misma. Espero que haya sido un rato muy placentero, y yo encantado de haber despertado tu fuego...
    A mí tampoco me importaría disfrutar de esas nuevas tecnologías, de hecho realmente desde que vi cómo se usaba es una de mis fantasías.
    Muchas gracias por tu comentario.
    Besos morbosos.
    Eros

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