En la entrada anterior empecé a contar la historia de mis calientes vacaciones por México, de
cómo mi idea inicial de disfrutar una vez más de mi amiga con derecho a roce
Nuria se frustró rápidamente y de cómo tras dedicarme únicamente a hacer
turismo por el país, al final de mi estancia tuve la agradable sorpresa de
conocer a Desirée, con quien disfruté de una gran mañana de sexo inesperado.
Tras ello
comí con mi amiga Nuria, y por la tarde nos fuimos a hacer turismo por la
capital. Visitamos el Coyoacan, el Castillo de Chapultepec y algunos museos,
para luego perdernos por el centro histórico hasta la hora de cenar. Por
supuesto visitamos también algunos bares para seguir saboreando unos buenos
tequilas.
Yo, como
siempre, cada cierto tiempo le lanzaba algún comentario subido de tono a Nuria,
que ella me devolvía todavía más subido, pero claro como todo el viaje, sin
ninguna esperanza de tener nada con ella al saberla prometida. Pero además,
ahora Nuria ya no era mi obsesión, pues a pesar de haberme enseñado su precioso
culo esa misma mañana, el cuerpo que me absorbía la mente era el de Desirée:
sus ojos, sus labios, sus manos, sus piernas, su culo respingón, sus pechos con
pezones de chocolate, y cómo no, su coño tan acogedor. No podía dejar de pensar
en ella.
Por ello
cuando mediada la cena Nuria se ausentó para ir al servicio, saqué mi móvil y
la tarjeta de visita que me había dejado Desirée. Marqué su número y llamé,
esperando tener suerte y que me lo cogiese, ya que ella desconocía mi número.
- ¿Aló? –
Contestó Desirée tímidamente al otro lado.
- ¡Hola
Desirée! Soy Eros. Te llamaba para decirte que mañana por la mañana podrás
venir a eso de las diez a dejar los papeles que le tienes que llevar a Nuria,
aunque te confirmo que, igual que hoy, tampoco estará en casa, por lo que
podremos dedicarnos a hacer lo mismo que esta mañana, y disfrutar orgasmo tras
orgasmo. ¿Qué te parece? ¿Te viene bien?
- Pues sí,
me viene genial Eros. – Me contestó. – A primera hora volveré a anular todas
mis citas y allí estaré a las diez. Seguramente mojada y excitada por el deseo
de volver a sentirte dentro de mí…
- Calla,
calla, – le repliqué, – que Nuria estará a punto de volver del aseo, y no
quiero que le sea muy evidente el empalme que voy a tener si sigo pensando en
lo que haremos mañana para mejorar lo de hoy. De hecho, ya la veo volver. Así
que te dejo. ¡Hasta mañana! Un beso.
- ¡Chao! Un
beso. – Me contestó y colgué la llamada.
Cuando Nuria
llegó acabamos de cenar y nos fuimos un rato de parranda. La verdad es que
abusamos un poco del tequila, porque la vuelta a casa fue épica, agarrados los
dos y cantando alguna ranchera que ella se sabía. Pero por supuesto, al llegar
a casa nada de nada, cada uno a su cama para descansar. Nuria porque tenía que
trabajar el viernes, y yo porque quería estar a tope para follar con Desirée.
En la cama pensaba en si Nuria estaría recuperada para ir a trabajar en
condiciones, pero pronto acabé pensando en lo que había ocurrido por la mañana
con Desirée y en lo que podría ocurrir al día siguiente con una mujer tan caliente.
Con esos pensamientos lo único que conseguía era excitarme, por lo que no me
fue sencillo dormir, pero al final, y tras hacerme una buena paja, caí rendido.
Ya de mañana
me despertó el sonido de la ducha que se estaba dando Nuria. Traté de dormir
para estar más descansado, pero ya no pude, así que me levanté y preparé el
desayuno para mí y para Nuria. Cuando salió de la ducha y se vistió, dimos
buena cuenta de lo que había preparado mientras hablábamos. Me comentó que no
tenía un día demasiado duro, pero que aún así no volvería hasta la hora de
comer, y que luego si me apetecía nos iríamos otra vez de bares, a lo que le
dije que sí claro. Independientemente de que no fuésemos a tener sexo era una
buena amiga y me divertía mucho con ella.
Cuando Nuria
se marchó a trabajar recogí todo y me preparé para esperar a Desirée que
llegaría a eso de las diez. Me di una buena ducha con agua caliente y me vestí
con unos vaqueros negros y una camisa de color burdeos. Una vez listo, me senté
a esperar viendo una película.
Unos minutos
después de la hora convenida sonaba el timbre de la puerta. Esta vez me dirigí
a abrir vestido y seguro de quién me iba a encontrar. Y por suerte así fue, al
otro lado de la puerta estaba Desirée con sus zapatos de tacón rojo, una minifalda
roja también, no tan ceñida como la del día anterior y un suéter negro de
mangas semitransparentes. En su mano llevaba el portapapeles de su trabajo y en
su pecho la plaquita con su nombre.
- ¡Buenos
días Desirée! – La saludé mientras sonreía. – Creo que has hecho el viaje en
balde ya que Nuria ha salido pronto para trabajar, como ayer. Así que salvo que
quieras otra cosa, tendrás que volver en otro momento.
- ¡Buenos
días! – Me contestó divertida. – Pues si no puedo entregarle los papeles a
Nuria, tendremos que repetir lo mismo de ayer, ¿no?
- Así es. –
Le contesté. – Pero antes, y aprovechando que estamos en México, me gustaría
tomarme un tequila bien sexy con una mexicana. ¿Hace?
Desirée
asintió, por lo que la llevé a la cocina. Abrí el armario donde sabía que Nuria
guardaba la botella de tequila y la saqué. La puse en la mesa junto a un par de
vasos de chupito, sobre los que serví el tequila. Cogí un limón y lo corté en
gajos dejándolo en un platito, y por último cogí un salero.
Le pedí que
se sentase en una silla, lo que ella hizo complacida, pues supongo que ya sabía
lo que iba a hacer con ella. Aparté su cabellera negra para dejar bien
descubierto su cuello y acercando mi boca, se lo lamí con ganas, dejándolo bien
ensalivado. Me gustó cómo se le erizaba la piel por el roce de mi lengua. Después,
tras poner la mano por detrás de su hombro por si caía algo de sal, tomé el
salero y eché sal sobre su cuello, que se quedó ahí adherida. Le acerqué el
plato con el limón y tomó uno con la boca, por lo que ya estaba todo preparado.
Lamí con detenimiento la sal del cuello de Desirée, y la verdad es que al
hacerlo mi polla empezó a removerse bajo mi ropa. A continuación me bebí el
chupito de un trago y mordí el gajo de limón que la boca de ella me ofrecía,
aproveché para mordisquear un poco sus labios, y una vez saqué el limón le di
un apasionado beso, que de nuevo removió mi polla.
Luego
Desirée se levantó y fui yo el que se sentó en la silla para repetir la misma
operación con los papeles cambiados. Según como me lamía el cuello una vez y
otra, noté cómo me empezaba a crecer ya sin remedio la verga dentro del
vaquero. Pero aún lo hizo más cuando tras beberse el tequila, sus labios se
pegaron a los míos para morder el limón, terminando en otro apasionado beso que
acabó por mostrar ya un evidente bulto a la altura de mi bragueta. Ella lo vio
y se relamió. El deseo de ambos era enorme. Yo para no ser menos también quise
comprobar su calentura, por lo que empecé a subir su falda por el muslo con una
mano, mientras la otra iba avanzando por dentro, estando ella de pie como
estaba. Según la levanto voy admirando sus muslos bien torneados. Su cara va
poniendo una mueca de placer por el roce de mi mano al levantar la falda, y aún
más por el roce de la otra mano que lo único que quería era excitarla. Pero
cual no fue mi sorpresa cuando mi mano, al llegar arriba, no encontró ninguna
tela como esperaba, sino que mis dedos fueron a dar con su rajita ya mojada.
- ¡Oh
sorpresa! – Me dijo Desirée. – He tenido que venir sin tanga o de lo contrario
lo habría empapado en el viaje, sólo con pensar en que tu verga iba a follarme
bien duro, ya venía recaliente en mi carro.
Yo le sonreí
y aproveché para rozar bien su coñito con mis dedos, tan suave, tan húmedo ya.
Como ella había dicho, me la pensaba follar de nuevo bien fuerte. Desirée
añadió:
- Me gusta
que sientas lo mojada que estoy.
- Como a mí
me gusta que al mirarme a la entrepierna veas el bulto que sobresale por lo
duro que me pones. – Le contesté.
- Mmmm, duro
sí que está. – Añadió Desirée tras apretar mi entrepierna por encima de la
tela.
- Y tanto
que sí, - respondí yo, - bien duro para clavártelo entero.
Era el
último día que podría tener sexo en mi viaje, por lo que esperaba que
follásemos como fieras. Y por ello llevé a Desiré hacia mi habitación. La
tensión sexual era fuerte en el ambiente, por lo que había que actuar para
resolverla pronto, de no ser así la habitación podría arder por culpa del fuego
de nuestro deseo. Para evitarlo me abalancé sobre ella y, con un movimiento
brusco, la giré poniéndola de espaldas a mí. Con fuerza apreté mi entrepierna contra
su culo, a Desirée se le escapó un gemido cuando notó la presión de mi bulto
sobre su minifalda. Así, desde atrás, metí mis manos por debajo de su suéter y
rápidamente las subí hasta llegar a sus pechos. Los apreté por encima de su
sujetador, pero pronto metí las manos por debajo de él, para además de
apretárselos pellizcarle los pezones, que pronto se pusieron duros como el
cristal. A continuación, llevé mis manos atrás para desabrochar su sujetador, y
sin dar tiempo a nada, de un tirón levanté su suéter hasta la cabeza. Desirée
colaboró para que se lo sacase del todo y dejando caer su sostén dejó su torso
desnudo.
Le di la
vuelta para poder admirar bien sus tetas, así como sus pezones duros y oscuros.
Tras mirarla no pude evitar que mi polla diese un respingo encajonada dentro de
mis vaqueros y le comí sus labios, los mordisqueé, rocé mi lengua con la suya y
la empujé para que cayese hacia atrás sobre la cama. Una vez así, desabroché el
botón de su falda para ir bajándola por sus piernas, y tras quitarle sus
zapatos, quedó totalmente desnuda para mí. Cuando tuve su falda en mis manos no
pude evitar fijarme en la mancha que llevaba en su parte central. Desirée
estaba tan mojada que había dejado constancia en su prenda. Me la acerqué y la
olí detenidamente mirando a sus ojos, devolviéndome ella una mueca de gata en
celo.
Tras dejar
la falda sobre una silla, noté un tirón en mi camisa. Desirée se había
incorporado y estiraba con su mano con fuerza, tanta que la desabrochó de golpe
haciendo que algunos botones saltaran por los aires. Ya tendría tiempo de
buscarlos para arreglarla, en ese momento me daba igual, lo único que yo veía
es que ella ya estaba salvajemente cachonda, como yo. Me saqué la camisa
mientras ella desabrochaba mi correa. Otra vez de un tirón desabrochó todos los
botones de mi bragueta para bajarme el pantalón de golpe. A continuación, hizo
lo mismo con mi bóxer, saltando de golpe mi polla que quedó temblando ante
Desirée. Ella llevó una mano para agarrármela y la movió con fuerza, para
acabar echando mi piel hacia atrás dejando mi glande a la vista. Tras ello me
dijo:
- Así me
gusta, ahora como sabes necesito esa primera gota en mi boca…
Casi antes
de acabar su frase, ya notaba yo la lengua paseando por la punta de mi capullo.
La movía como la buena mamona que era, en círculos, entreteniéndose en saborear
lo que empezaba a salir ya por la punta. Abrió sus labios y se metió el capullo
en la boca mientras clavaba su mirada en la mía. Me lo lamió y succionó un poco
para decirme tras sacárselo:
- No puedo
más, ¡necesito que me cojas ya!
Se tumbó en
la cama y separando las piernas me invitó a penetrarla. Subió una mano por toda
su raja mientras se le escapaba un gemido. Luego con sus dedos separó los
labios mayores y me mostró lo mojada que estaba, realmente delicioso ese coñito
jugoso…
Todavía
tenía la ropa sobre mis pies, así que rápidamente me saqué mis zapatos, mis
pantalones y mi ropa interior. Tenía muchas ganas de follarla tal y como estaba,
con mi polla más que dura, por lo que cogí el sobrecito de un condón y me lo
puse bien desde la punta hasta la base. La cara de Desirée era un poema, sin
duda le parecía que estaba tardando mucho, y me dijo:
- ¡Venga! ¡Tardas
demasiado y yo estoy recaliente!
- ¡Voy todo
lo rápido que puedo! – Le contesté.
Una vez
listo, con la polla enfundada, me acerqué para darle un lametón a su brillante
coño antes de metérsela, pero Desirée me dio un empujón con un pie y me gritó:
- ¡No mames!
No quiero tu lengua ahora, ¡quiero esa verga gorda bien adentro! ¡Órale!
Evidentemente
le hice caso. Me subí a la cama de rodilla y me puse sobre ella, apunté el
capullo entre sus labios y apoyando mis manos a ambos lados de Desirée, me dejé
caer clavándole toda la polla de golpe. Su gemido fue bien fuerte, lo que me
animó a ponerme a bombear. Al principio sacaba toda la verga despacio para
volver a metérsela de un golpe, pero pronto empecé a entrar y salir con fuerza
de ella. Dentro, fuera, dentro fuera, cada vez con más fuerza, lo que era
facilitado por lo muy mojado que estaba ya su coño. Era increíble cómo
lubricaba esta mujer. Con cada una de mis fuertes embestidas, Desirée iba aumentado
sus gemidos, empezaba a gritar, pero yo no dejaba de embestirla entre jadeos.
Estaba disfrutando con esa intensa follada, y poco después escuché:
- No pares,
sigue así, cógeme bien duro, ¡me voy a correeeer!
Yo asentí y
seguí dándole fuerte, metiendo y sacando toda mi polla cada vez más rápido,
pero tras unos pocos empujones la volví a escuchar gritar entre gemidos:
- ¡Aaaaaaah!
Sí, sí, siiiiiiiiiii. ¡Qué bueno! Me corro yaaaaaaaa, siiiiiiiiiiii…
La vi poner
los ojos en blanco mientras notaba los espasmos de su coño sobre mi polla. Pero
no por ello dejé de bombear, yo aún no me había corrido y tampoco sentía que mi
orgasmo fuese inminente. Eso sí, aflojé un poco el ritmo de mi mete saca
mientras Desirée recuperaba poco a poco el aliento. Era alucinante escuchar el
chapoteo de su coño con cada embestida de mi verga, esta mujer no sólo era
multiorgásmica, sino que se corría abundantemente. Ese chop chop me animaba a
dar los empujones fuertes, me ponía más cachondo escucharlo, chop chop, pero no
duró mucho, ya que cuando ella se recuperó me dijo:
- Ufff, ¡qué
ganas de verga tenía! Me pasé toda la noche caliente desde que me llamaste, y
ni masturbándome conseguí calmarme. Túmbate, ahora me toca a mí arriba.
- ¡Bien! –
Exclamé yo. – Sí, cabálgame sí.
Y eso hizo
ella. Me tumbé quedando con mi dura polla apuntando al techo. Tras tumbarme su
fue poniendo sobre mí. No pude evitar mirar hacia su entrepierna, ya que según
levantaba su pierna pude comprobar como algunos goterones de un fluido
blanquecino iban saliendo de su coño y bajando por sus muslos. Desirée se dio
cuenta de lo que miraba y andando de rodillas hacia mi cara me preguntó:
- ¿Quieres limpiármelo?
- ¡Sí! Te lo
voy a dejar reluciente. – Le contesté pensando en ser rápido para que me
cabalgase y dejase de notar la soledad de mi rabo excitado.
Puso su coño
a la altura de mi boca y girando la cabeza fui lamiendo el interior de un muslo
y luego el del otro. Tras hacerlo miré a sus ojos y me relamí los labios
sensualmente. Ella me devolvió una mirada aún más intensa y se mordió su labio
inferior, para a continuación acercar más ese coño empapado a mi boca. Sentí su
aroma a hembra en celo. Con mis dedos abrí sus labios mayores y lamí de arriba abajo
y de abajo a arriba los menores, lo volví a hacer, y una vez más, hasta que,
notando que su coño no se secaba, decidí mordisquear su clítoris, que
sobresalía grueso. Luego le di unos lametones circularmente y paré. Cuando ella
se dio cuenta, me agarró por mi pelo revuelto para apretar mi boca contra su
coño, diciendo:
- Aún no
está reluciente, sigue. No tengas prisa…
Como no
podía hacer otra cosa, la volví a lamer bien, unos cuantos lametones y me puse
a succionar su clítoris. Ella empezó a gemir, pero no tardó en mucho en girarse
y mirarme la polla, todavía erecta, pues mi calentura era enorme.
- ¿Estás
sano? – Me preguntó.
Yo un poco
extrañado por su pregunta le respondí:
- Emmmm,
pues sí, ¿por qué?
Sin
responder se fue de nuevo hacia atrás, y pasando por encima de mi rabo, se
sentó mirándome. De un tirón me sacó el preservativo y me dijo:
- Por esto.
Quiero notar bien tu verga dentro de mí, quiero notar tu semen dentro de mí,
quiero que me llenes…
Mi polla dio
un respingo. Eso no me lo esperaba. Desirée me cogió la polla y alzándose la guio
hasta su agujero húmedo. Y tan húmedo que estaba, según entraba lo iba notando,
no sé cómo no me corrí nada más entrar, pero no fue así. Poco a poco se fue sentando
hasta que la tuvo toda dentro. Se escucharon nuestros gemidos y tras ellos
empezó a moverse, primero deslizó su pelvis adelante y atrás sobre mí, yo
notaba así cómo mi polla era apretada y aflojada, apretada y aflojada, con su
placentero vaivén. Seguro que mis ojos le mostraban el placer que estaba
sintiendo, porque los suyos clavados en los míos me daban a entender el suyo.
Tras rozarme
con la punta de sus uñas el abdomen describiendo un círculo, paró y empezó a
subir y bajar. Primero lentamente, para luego ir acelerando. Levantaba su
cuerpo despacio y lo dejaba caer de golpe sobre mí, metiéndose todo mi rabo, y
ese sonido de su coño encharcado, uffff, me ponía a mil…
Según iba
acelerando su cabalgada, yo dejé de mirar a sus ojos porque me engatusaron sus
pechos. Era imposible no mirar a esas tetas botando rítmicamente al subir y
bajar Desirée. En ese momento se inclinó sobre mí y me ofreció una de ellas,
mientras volvía a mover su pelvis adelante y atrás. Traté de lamérsela lo mejor
que pude por su movimiento, incluso pude mordisquear su duro pezón de
chocolate. Después me ofreció su otra teta a la que le hice lo mismo. Por
último, acercó su boca a la mía, mi lengua buscó la suya, y tras darnos un beso
de fuego, se alzó para cabalgarme salvajemente.
Yo estaba
debajo de ella, con mis manos aferrando sus muslos, notando cómo me golpeaba
cada vez que bajaba, cómo mi polla dura salía casi entera de su coño para
meterse del todo placenteramente, cómo sonaba ese movimiento, cómo sonaban mis
gemidos mezclados con los suyos, cómo bailaban sus tetas ya en un balanceo salvaje…
Mi placer era inmenso, mis gemidos aumentaban su frecuencia, los suyos también,
pero yo ya estaba a punto.
- Ummm, me
voy a correeeeer. – Le dije. – No puedo más...
- Siiiiii,
córrete, llénameeee. – Me contesté Desirée entre gemidos y jadeos.
Una vez la
escuché pedírmelo no aguanté más y mi polla empezó a escupir leche caliente dentro
de su coño. Daba un fuerte empujón con cada uno de mis disparos para llenarle
bien su coño chorreante, mientras ella seguía cabalgando con furia, hasta que
cerca ya de mis últimos disparos, noté cómo empezaban a temblar sus piernas y
cómo arqueaba su cuerpo.
-
¡Aaaaaaaaaaah! – Gritó ella entrecortadamente. – Tu leche, siiiiiiiii, me
corrooooooo…
De nuevo
noté sus espasmos sobre mi rabo, como si me quisiera sacar hasta la última
gota. Empecé a notar más mojada mi polla, por su corrida y por la mía también
claro. Poco a poco nos fuimos relajando, recuperando el aliento, ella dejó de
moverse. La miré, su cara era de placer total, como imagino que la mía. Notaba
resbalar los restos de nuestros orgasmos sobre mí, y también sentía como mi
verga perdía parte de su vigor, aunque seguía sintiendo un enorme deseo por
Desirée, pero claro, la cabalgada había sido realmente salvaje.
Tras
relajarnos y recuperarnos un poco, ella se dejó caer sobre mí. Mi polla resbaló
de su coño y se salió. Me volvió a besar, y esta vez yo mordí sus labios, por
lo que ella soltó un pequeño gemido. Empezó a lamerme por la mejilla, hasta que
llegó a mi oreja, donde me susurró:
- Quiero más…
- Y yo
también. – Le contesté.
Dicho esto,
se echó para atrás de un salto y se puso arrodillada ante mí. Sacó su lengua y
me lamió los huevos, luego todo el rabo, de abajo a arriba y de arriba abajo,
mientras yo sufría de placer. Pero más aún cuando se entretuvo en mi glande.
Tras estar un tiempo lamiéndome bien me dijo:
- Ummmm.
Delicioso, sabe a ti y a mí por nuestras corridas.
- Yo también
quiero. – Le contesté yo pensando que vendría y me besaría. Pero no, no fue eso
lo que hizo, sino que se dio la vuelta sobre la cama sin soltar mi polla. Se
puso inversamente encima de mí, con su cara en mi entrepierna, y ofreciéndome
la suya para mi boca, diciéndome:
- Disfruta
de la mezcla de nuestros sabores.
Por supuesto
que lo hice, de nuestros sabores y del 69 que realizamos. Lamí toda su
entrepierna, y sí, sentí el placer de saborear sus fluidos mezclados con mi
semen. Pero no me conformé con eso, por lo que no dejé de pasar mi lengua a lo
largo de toda su raja, adelante y atrás, sin parar. Separé sus pliegues con mis
dedos para tenerlo de nuevo bien ofrecido. Empecé a penetrarla con mi lengua,
aunque esta vez apenas escuchaba sus gemidos, puesto que su boca estaba ocupada
subiendo y bajando por todo el tronco de mi polla, que había conseguido ponerme
dura de nuevo.
Seguí
jugando con mi lengua en su coño, que no dejaba de lubricar. De verdad que era
algo increíble la cantidad de fluido que soltaba Desirée cuando estaba cachonda
y desatada como ese día. Mientras mi lengua seguía lamiendo, empecé a acariciar
su clítoris con mis dedos, le di un pequeño golpe y un suave tirón, momento en
que sentí un pequeño mordisco en mi rabo, la cogí desprevenida. Pero ella
siguió mamándome toda la polla como si nada, se la estaba tragando entera,
subía y bajaba su boca de mamona por toda la verga, me succionaba el capullo,
me lo acariciaba con su lengua…
Estaba
recibiendo tanto placer que me era difícil concentrarme para dárselo a ella,
pero lo hacía. Dado que tenía delante de mí su ano, aproveché para lamérselo
con mi lengua mojada por lo que manaba de su coño. Le lamí todo el anillo, y
empecé a penetrarle un poco con mi lengua, viendo cómo reaccionaba su esfínter.
A la vez metí un dedo como si nada y luego dos en su coño mojado, para acabar
follándola con tres dedos, mientras con el pulgar trataba de frotar su hinchado
clítoris. Desirée empezaba a agitarse presa del placer, pero seguía chupándome
la polla, y muy bien. Su lengua y sus labios me estaban volviendo loco de placer
al rozar mi capullo, cuando no se la estaba tragando entera. Sus manos también
colaboraban apretando suavemente mis huevos, incluso se había atrevido en
alguna ocasión a rozar mi ano con su dedo.
Viendo que Desirée
se agitaba cada vez más, decidí llevar un dedo, de mi otra mano, yo también a
su ano. Primero lo metí en su coño para empaparlo bien y luego lo apunté en su
puerta trasera. Apreté y ella dio un respingo, pero ejerciendo un poco más de fuerza
vencí su resistencia mientras iba girando mi dedo. Mientras hacía esto, no
dejaba de follar su coño con los dedos de la otra mano, a la vez que ella seguí
mamándome toda la polla que se encontraba ya en su boca como una barra de
acero, a pesar de mi reciente corrida.
Desde mi
posición tenía una visión privilegiada de todo lo que yo le estaba haciendo,
pues veía en primer plano como una de mis manos le follaba y le placer en su
coño, a la vez que le follaba el culo con un dedo. Ver eso así me estaba poniendo
más excitado si cabe que su estupenda mamada. Saqué el dedo de su ano, y cambié
la mano de su coño para empaparla de nuevo. Ahora quería probar con más dedos,
así que llevé dos dedos mojados a su ano. Fui empujando y de nuevo entraron,
por lo que estuve follándole el culo ahora con dos dedos, dentro, fuera, dentro
fuera, me gustaba lo que le hacía, pero no me conformé, así que se los saqué
para volverlos a meter en su coño, le estuve follando el coño con tres dedos.
Con los mismos tres dedos que pensaba meterle en su ano.
Y lo hice,
tras tenerlos lubricados, los llevé a su ano. De nuevo tuve que vencer algo de
resistencia, pero entraron. Empecé a girarlos con cuidado, aunque poco después ya
estaba follando el culo de Desirée con tres dedos, lo que tampoco me
sorprendía, pues el día anterior ya le metí toda mi polla dura y gorda en su
culo. Mis dedos entraban y salían despacio de su ano, pero sin parar, dentro
fuera, dentro fuera. Metí de nuevo los dedos de la otra mano en su coño
encharcado, y de igual forma, me la follaba con la mano, rozando su clítoris.
Aceleré la follada de su coño mientras dejaba casi quietos los dedos dentro de
su ano. Pronto se empezó a agitar con más vigor, lo que me anunciaba que de
nuevo se iba a correr, lo que hizo rápidamente, porque tras sacar mi polla de
su boca gritó:
-
¡Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaah!
Sus piernas
temblaron de nuevo, su pelvis se agitó, sus espasmos apretaron todos mis dedos
y de nuevo brotó el néctar de su coño, llegando a caer en parte sobre mi
cuello. Tras ello su respiración fue volviendo a la normalidad y se calmó
bastante, pero yo no, mi polla seguía bien dura, tenía ganas de correrme en ese
culo que acababa de dilatar.
Desirée no
era eso lo que quería, pues pasado un momento se incorporó y bajándose de la
cama se arrodilló en el suelo, indicándome con un dedo que fuese, por lo que
también bajé al suelo y me puse delante de ella. Una vez ahí se metió toda la
polla en la boca. Noté como me la ensalivaba, para poco después sacársela y
empezar a rozármela con sus tetas. Se escupió en el canalillo, y se las frotó
para esparcir su saliva. A continuación, empezó a masajearme con un pecho a
cada lado de mi polla, en una especie de rusa, como decía ella, o cubana, como
digo yo. Me gustaba la presión y el roce de sus tetas por toda mi verga, eran
cálidas y suaves, un masaje muy placentero. Frenó su masaje dejando sobresalir
mi glande por encima de sus pechos, por lo que aprovechó para lamerlo y
chuparlo, me estaba dando un placer inimaginable…
Pero en ese
momento sonó mi móvil. Como lo tenía en la mesilla lo pude ver para comprobar
que era mi anfitriona Nuria. ¡Maldita sea! Pensé. No tuve más remedio que coger
la llamada ante la cara de sorpresa de Desirée, tras decirle quién llamaba.
- ¡Hola! –
Me saludó Nuria. - ¿Por dónde andas?
- Estoy en
casa. Al final hoy también me he quedado a descansar. Total, ya haremos turismo
esta tarde. – Le contesté con voz entrecortada debido a que Desirée decidió
masturbarme furiosamente mientras hablaba con Nuria.
- Bien, -
dijo Nuria, - ¿sabes? Voy a acabar más pronto, así que si quieres voy para
casa, en hora y media te recojo y nos tomamos unas birras antes de comer, ¿ok?
- Vale, en
hora y media vienes para acá. Yo aquí te espero. – Le contesté jadeando y con
voz todavía más entrecortada que antes porque Desirée, además de masturbarme
con su mano, se había metido mi capullo en la boca y me lo estaba chupando,
dándome un placer increíble con su lengua. Estaba a punto de correrme, seguro
que era lo que ella pretendía, hacerme correr mientras Nuria hablaba conmigo.
- Oye, ¿estás
bien? – Me preguntó Nuria otra vez. – Parece que te falta el aliento, ¿no te
estarás haciendo una paja mientras hablas conmigo?, ¿no? Ja, ja, ja.
- No, je,
je. – Traté de reír yo mientras la mamada de Desirée me tenía a mil. – Estaba haciendo
un poco de ejercicio. Venga, en un rato nos vemos.
- Ejercicio
de polla seguro, ja, ja, ja. – Añadió Nuria. – Venga, hasta ahora. ¡Chao!
- ¡Chao
Nuria! – Acerté a despedirme mientras colgaba para disfrutar de la corrida que
ya empezaba a disparar a la boca de Desirée. - ¡Aaaaaaaaaah!
Mis
abundantes chorros de leche entraban y se quedaban en su boca, mientras yo
gemía por el placer. Sin duda había sido una de las mamadas más morbosas de mi
vida, pues trataba de disimular al teléfono lo que me estaba ocurriendo.
Desirée me miraba con cara de picarona, satisfecha, abrió su boca y dejó caer
los restos de mi corrida sobre sus pechos, viendo yo cómo resbalaba mi leche
por su piel. Por lo que, tras recuperar bien el aliento, le dije:
- ¡Serás
mala! Mira el compromiso en el que me has puesto… Yo quería correrme en tu culo
como ayer, y no ver mi leche por tus tetas.
- Pues te
has quedado sin él. – Me respondió Desirée. – Como castigo por contestar al
celular en un momento como ése, ja, ja, ja.
- Si no
llego a responder igual nos había sorprendido Nuria, que llegará en hora y
media. – Añadí. – Con lo bien dilatado que te he dejado el culo…
- Te
quedarás con las ganas. – Dijo ella riendo, para seguir ya más seria. – Además,
ahora ya lo que voy a hacer es ir a darme una buena ducha con tu permiso, que
tengo que limpiar todo esto que gotea.
- Pues te
acompaño. – Le repliqué.
Asintió y
nos fuimos los dos al cuarto de baño. Yo iba pensando que en hora y media me
daba tiempo a follarle el culo, eso sí, una vez recuperada mi polla que ahora
colgaba morcillona.
Desirée se
metió en la ducha y yo tras ella. Pensaba mantenerla caliente hasta que tuviese
una nueva erección, lo que, con esa mujer, y con los dos días que llevaba, no
sería difícil. Ella abrió el grifo y reguló la temperatura, pero yo fui el que
decidió enjabonarla. Puse gel en mis manos y empecé a frotarla con ellas desde
atrás: su cuello, su espalda, entreteniéndome más en sus pechos, jugando con
sus pezones, que seguían bien duros aún. Me puse más gel y seguí por su
abdomen, froté bien su entrepierna y ahí tuve claro que ella tenía ganas de
más, porque empezó a gemir. Le arrimé el pene a su culo, pero le costaba
ponerse duro, el pobre estaba cansado. Por lo que seguí frotando su coño,
rozando su clítoris entre los suspiros que me llegaban a pesar del ruido del
agua al caer. Para acabar de enjabonarla, me puse más gel y froté, sus muslos,
primero por delante y luego por detrás para acabar masajeando bien su culo
respingón. Por último, me eché un poco más de gel en un dedo, y dado que su ano
seguía aún dilatado, se lo metí en el culo para enjabonárselo bien por dentro,
girando bien mi dedo como antes.
Seguía
escuchando los gemidos de Desirée, hasta que le saqué el dedo de su culo, pero
mi polla, aunque estaba ya más dura, aún no estaba lo suficiente como para
metérsela. Ella se dio cuenta y decidió salir de la ducha para ponerse a
secarse con una toalla, de espaldas a mí, con una pierna sobre un taburete. Se
pasaba la toalla por la espalda, por su culo, sensualmente… Sin lugar a dudas,
ella quería más y me estaba provocando. Yo cerré el grifo de la ducha y decidí
pajearme hasta ponérmela dura del todo. No me costó mucho, tanto por la visión
de Desirée, por los movimientos de mi mano sobre mi rabo, pero sobre todo por
el deseo enorme que tenía de que ella se fuese de allí habiendo recibido mi
leche en sus tres agujeros.
Cuando mi
verga estuvo dura del todo, salí de la ducha, y tras secarme los pies para no
resbalar, me acerqué a ella por detrás. Le quité la toalla tirándola al suelo.
Desirée me miró la entrepierna y gruñó con satisfacción. Se apoyó con las manos
en la pared ofreciéndoseme de espaldas. Yo le pasé mi polla dura por la
entrepierna, con lo que noté que estaba mojada, no esperaba menos claro. Froté
mi glande por toda su raja, y sin previo aviso, apunté y le metí todo lo mío en
su coño. El roce de mi polla en su interior me producía bastante placer, la
tenía muy sensible por todo lo sucedido, además de combinar ese placer con un
leve dolor de huevos por las corridas previas. Estuve metiendo y sacando mi
verga de ella un rato en esa posición mientras ya escuchaba sus primeros
gemidos. Mis manos estaban en sus caderas, ayudando a la follada por lo que me
fue fácil darle una nalgada. Desirée no se la esperaba, pero le gustó y siguió
gimiendo, más fuerte si cabe, con cada una de mis embestidas.
Cuando iba a
sacarla para metérsela por el culo, decidí que ya que era la última vez que me
iba a correr con ella, prefería sentir bien su corrida viendo su cara de placer.
Por ello, le di otra nalgada escuchando un nuevo gemido, le saqué la polla, le
di la vuelta y tras besarla apasionadamente al haber quedado nuestras caras
enfrentadas, levanté una de sus piernas para penetrarla contra la pared.
Desirée puso
sus manos sobre mis hombros y fijó sus ojos en los míos. Yo sin más dilación le
volví a meter toda la polla de golpe, escuchando de nuevo ese chapoteo tan
familiar. Empecé a bombear de nuevo en su coño, mi verga entraba y salía a buen
ritmo, adelante atrás, adelante atrás, una y otra vez. Su mirada me ponía aún
más caliente tan cerca de la mía, de vez en cuando me besaba los labios, o me
los mordía, lo que todavía me ponía más perro. Sus gemidos se mezclaban muy de
cerca con los míos, boca a boca…
Paré un
momento, aprovechando que la tenía pegada contra la pared le levanté la otra
pierna. Sus dos piernas quedaron por encima de mis brazos. Mis manos la
sujetaban con fuerza por debajo de su culo y ella se sujetaba con las suyas en
mis hombros. De nuevo empecé mis embestidas, todo lo fuerte que podía, como si
la quisiera atravesar. En sus ojos veía auténtico fuego, puro de deseo y yo
estaba tremendamente excitado siguiendo con mis empujones salvajes, dentro
fuera, dentro fuera… En un momento dado fui yo el que mordió sus labios justo
antes de volver a sacar mi verga de su coño.
La miré y me
entendió bien, pues llevó una de sus manos a mi polla a la vez que yo levantaba
su cuerpo un poco. Me la guio hasta su ano. Una vez allí la dejé caer
suavemente mientras trataba de empujar un poco con su mano. No tardó en empezar
a entrar. Desirée dio un pequeño grito al notarla, pero siguió empujando, hasta
que al fin la dejé caer del todo sobre mi polla dura. ¡Por fin tenía mi rabo en
su culo! Nos miramos una vez más, la volví a besar y empecé a follarle el culo
en esa posición. Primero entrando y saliendo despacio, sólo con un trozo de
polla. Luego más rápido, un auténtico mete saca, con todo lo que le cabía
dentro.
El roce de
mi glande en el interior de su estrecho culo me estaba dando mucho placer,
tanto que veía cercano mi orgasmo, por lo que seguí acelerando mis embestidas
mientras mi pecho la presionaba contra la pared. Ella llevó su mano a la
entrepierna y empezó a frotarse el clítoris como una posesa. Yo seguía
penetrando su ano con fuerza, metiendo y sacando, metiendo y sacando, una y
otra vez. Mis gemidos cada vez eran más cercanos, los suyos también. Hice un
último esfuerzo, pero no aguante mucho más, hasta que grité:
- Me
corrooooooooooo, ¡aaaaaaaah!, siiiiiiii, siiiiii, ¡aaaaaah!
Mis últimos
chorros inundaron su culo. Esta vez la corrida no fue muy abundante, pero sí
muy placentera. Mientras yo le llenaba de leche caliente el culo, Desirée
siguió masturbando con fuerza su coño, por lo que unos instantes después de mí,
sentí sus temblores y ella también grito:
-
Siiiiiiiiiiiiiii, diooooooooooooos, siiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii…
Y noté cómo
sus fluidos empezaron a resbalar por mi abdomen. Yo estaba exhausto, por lo que
me senté en el taburete de al lado con ella encima. Permanecimos así agarrados,
con la respiración agitada, jadeando como perros, hasta que poco a poco fuimos
recuperando el resuello. En esa posición mi polla salió de su culo por inercia,
resbalando junto con mi leche. Nos miramos de nuevo, nuestras caras eran de
auténtica satisfacción. Desirée me dio un último beso en el que se enredaron
nuestras lenguas y tras ello se levantó.
- Ha sido
genial. - Le dije y mirándola bien añadí. – Pero veo que necesitas una nueva
ducha. Al final sí que has tenido mi leche en tus tres agujeros.
- Sí,
ufffff, ha sido algo salvaje. – Me contestó. – Me encanta así, pero hacía ya
tanto tiempo. Bueno, dejemos la plática que hay que darse prisa. Voy a la
ducha, y esta vez sola, je, je.
Vi como
Desirée se metía de nuevo en la ducha. Según iba me fijé en que tenía la
espalda enrojecida por nuestra última follada y sonreí. Era una mujer
tremendamente sexy, de la que yo había disfrutado enormemente. Mientras ella se
duchaba, yo me envolví una toalla y empecé a recoger las cosas que habíamos
dejado desordenadas, incluido todo lo de los tequilas. Adecenté la casa, dejándola
como si no hubiese pasado nada.
Quedaban
algo más de treinta minutos para la hora a la que preveía que llegara Nuria,
por lo que no iba mal de tiempo. Desirée salió de la ducha y se vistió. Luego
me buscó para despedirse. Nos dimos un fuerte abrazo acompañado de un beso de
despedida, y tras lamentar la distancia que nos separaba, se marchó. A
continuación, me di una ducha rápida y me vestí para esperar a Nuria, con otra
camisa que tuviera todos los botones, claro.
Cuando Nuria
llegó, se cambió y nos fuimos a disfrutar de la ciudad. El viernes sólo con
ella, el sábado con ella y su prometido. Pasamos un par de buenos días, hasta
que el domingo me llevaron al aeropuerto. No sin amargura, nos despedimos
deseándonos suerte y me dirigí a embarcar. Ya en el avión estuve pensando en el
viaje, en lo que me había perdido con Nuria y en lo que me había ganado con la
caliente y atractiva Desirée. Luego pasé buena parte del viaje durmiendo y por
fin llegué a casa.
El lunes
recibí un whatsapp de Desirée que decía:
- Cada vez
que pienso en lo sucedido me pongo caliente. Ando todo el día mojada…
A lo que le
respondí con otro que decía:
- Yo también
querida Desirée. De nuevo me has puesto algo duro…
Y cada vez que yo recuerde este relato me volveré a poner caliente, te lo digo sin whatsap. Disfrutar del sexo plenamente es lo mejor, y la manera en que describes ese encuentro salvaje me ha gustado. Me ha recordado esos momentos que todos hemos vivido en que me sentía dominada por mis demonios.
ResponderEliminarTe sigo leyendo cuando tenga tiempo, ya veo que me he perdido algún relato.
Besos
¡Hola Dama En La Calle! Muchas gracias por tu comentario. Me gusta saber que disfrutas leyendo lo que escribo. No sabía que era capaz de avivar esos recuerdos apasionados, pero una cosa que me apunto.
EliminarEspero que sigas disfrutando de tus lecturas por aquí.
Besos morbosos.
Eros
Hola Eros, sí, cuando como en este caso leo algo que se parece a algo que he vivido lo recuerdo. Y con agrado, porque esas cosas siempre son placenteras. ¿Sí o no?
EliminarBesos
¡Hola Dama En La Calle! Tienes toda la razón, los recuerdos placenteros son los buenos, usando la memoria somos capaz de disfrutarlos. Gracias por tu comentario. Besos morbosos. Eros
Mujer Mexicana de sangre caliente! El lenguaje se hace evidente en ciertas palabras, me identifique con Desirée, pero noto que en este encuentro ella fue quien dominó con sus deseos, eso me gusta! Hacerle saber a mi hombre donde y como llevar más placer a mi cuerpo, darle miles de caricias en donde su mirar me hace saber que quiere más!
ResponderEliminar¡Hola AprilLinahz!
EliminarMe alegra que te identifiques con Desirée, es una mujer muy caliente, lo que quiere decir que tú también. Eso es genial para disfrutar de la vida...
Sí, en este segundo día de sexo nos teníamos más ganas que en el primero, teníamos que superarnos, por lo que los deseos de Desirée primaron por momentos, pero en otros momentos primaban los míos.
Lo que comentas es una señal de una gran complicidad sexual, cuando con una sola mirada basta para saber lo que quiere tu pareja. Eso es sublime...
¡Gracias por tu comentario AprilLinahz!
Besos morbosos.
Eros