viernes, 1 de abril de 2016

Abrasado por el fuego mexicano



En la entrada anterior empecé a contar la historia de mis calientes vacaciones por México, de cómo mi idea inicial de disfrutar una vez más de mi amiga con derecho a roce Nuria se frustró rápidamente y de cómo tras dedicarme únicamente a hacer turismo por el país, al final de mi estancia tuve la agradable sorpresa de conocer a Desirée, con quien disfruté de una gran mañana de sexo inesperado.

Tras ello comí con mi amiga Nuria, y por la tarde nos fuimos a hacer turismo por la capital. Visitamos el Coyoacan, el Castillo de Chapultepec y algunos museos, para luego perdernos por el centro histórico hasta la hora de cenar. Por supuesto visitamos también algunos bares para seguir saboreando unos buenos tequilas.

Yo, como siempre, cada cierto tiempo le lanzaba algún comentario subido de tono a Nuria, que ella me devolvía todavía más subido, pero claro como todo el viaje, sin ninguna esperanza de tener nada con ella al saberla prometida. Pero además, ahora Nuria ya no era mi obsesión, pues a pesar de haberme enseñado su precioso culo esa misma mañana, el cuerpo que me absorbía la mente era el de Desirée: sus ojos, sus labios, sus manos, sus piernas, su culo respingón, sus pechos con pezones de chocolate, y cómo no, su coño tan acogedor. No podía dejar de pensar en ella.


Por ello cuando mediada la cena Nuria se ausentó para ir al servicio, saqué mi móvil y la tarjeta de visita que me había dejado Desirée. Marqué su número y llamé, esperando tener suerte y que me lo cogiese, ya que ella desconocía mi número.

- ¿Aló? – Contestó Desirée tímidamente al otro lado.

- ¡Hola Desirée! Soy Eros. Te llamaba para decirte que mañana por la mañana podrás venir a eso de las diez a dejar los papeles que le tienes que llevar a Nuria, aunque te confirmo que, igual que hoy, tampoco estará en casa, por lo que podremos dedicarnos a hacer lo mismo que esta mañana, y disfrutar orgasmo tras orgasmo. ¿Qué te parece? ¿Te viene bien?

- Pues sí, me viene genial Eros. – Me contestó. – A primera hora volveré a anular todas mis citas y allí estaré a las diez. Seguramente mojada y excitada por el deseo de volver a sentirte dentro de mí…

- Calla, calla, – le repliqué, – que Nuria estará a punto de volver del aseo, y no quiero que le sea muy evidente el empalme que voy a tener si sigo pensando en lo que haremos mañana para mejorar lo de hoy. De hecho, ya la veo volver. Así que te dejo. ¡Hasta mañana! Un beso.

- ¡Chao! Un beso. – Me contestó y colgué la llamada.

Cuando Nuria llegó acabamos de cenar y nos fuimos un rato de parranda. La verdad es que abusamos un poco del tequila, porque la vuelta a casa fue épica, agarrados los dos y cantando alguna ranchera que ella se sabía. Pero por supuesto, al llegar a casa nada de nada, cada uno a su cama para descansar. Nuria porque tenía que trabajar el viernes, y yo porque quería estar a tope para follar con Desirée. En la cama pensaba en si Nuria estaría recuperada para ir a trabajar en condiciones, pero pronto acabé pensando en lo que había ocurrido por la mañana con Desirée y en lo que podría ocurrir al día siguiente con una mujer tan caliente. Con esos pensamientos lo único que conseguía era excitarme, por lo que no me fue sencillo dormir, pero al final, y tras hacerme una buena paja, caí rendido.

Ya de mañana me despertó el sonido de la ducha que se estaba dando Nuria. Traté de dormir para estar más descansado, pero ya no pude, así que me levanté y preparé el desayuno para mí y para Nuria. Cuando salió de la ducha y se vistió, dimos buena cuenta de lo que había preparado mientras hablábamos. Me comentó que no tenía un día demasiado duro, pero que aún así no volvería hasta la hora de comer, y que luego si me apetecía nos iríamos otra vez de bares, a lo que le dije que sí claro. Independientemente de que no fuésemos a tener sexo era una buena amiga y me divertía mucho con ella.

Cuando Nuria se marchó a trabajar recogí todo y me preparé para esperar a Desirée que llegaría a eso de las diez. Me di una buena ducha con agua caliente y me vestí con unos vaqueros negros y una camisa de color burdeos. Una vez listo, me senté a esperar viendo una película.

Unos minutos después de la hora convenida sonaba el timbre de la puerta. Esta vez me dirigí a abrir vestido y seguro de quién me iba a encontrar. Y por suerte así fue, al otro lado de la puerta estaba Desirée con sus zapatos de tacón rojo, una minifalda roja también, no tan ceñida como la del día anterior y un suéter negro de mangas semitransparentes. En su mano llevaba el portapapeles de su trabajo y en su pecho la plaquita con su nombre.

- ¡Buenos días Desirée! – La saludé mientras sonreía. – Creo que has hecho el viaje en balde ya que Nuria ha salido pronto para trabajar, como ayer. Así que salvo que quieras otra cosa, tendrás que volver en otro momento.

- ¡Buenos días! – Me contestó divertida. – Pues si no puedo entregarle los papeles a Nuria, tendremos que repetir lo mismo de ayer, ¿no?

- Así es. – Le contesté. – Pero antes, y aprovechando que estamos en México, me gustaría tomarme un tequila bien sexy con una mexicana. ¿Hace?

Desirée asintió, por lo que la llevé a la cocina. Abrí el armario donde sabía que Nuria guardaba la botella de tequila y la saqué. La puse en la mesa junto a un par de vasos de chupito, sobre los que serví el tequila. Cogí un limón y lo corté en gajos dejándolo en un platito, y por último cogí un salero.

Le pedí que se sentase en una silla, lo que ella hizo complacida, pues supongo que ya sabía lo que iba a hacer con ella. Aparté su cabellera negra para dejar bien descubierto su cuello y acercando mi boca, se lo lamí con ganas, dejándolo bien ensalivado. Me gustó cómo se le erizaba la piel por el roce de mi lengua. Después, tras poner la mano por detrás de su hombro por si caía algo de sal, tomé el salero y eché sal sobre su cuello, que se quedó ahí adherida. Le acerqué el plato con el limón y tomó uno con la boca, por lo que ya estaba todo preparado. Lamí con detenimiento la sal del cuello de Desirée, y la verdad es que al hacerlo mi polla empezó a removerse bajo mi ropa. A continuación me bebí el chupito de un trago y mordí el gajo de limón que la boca de ella me ofrecía, aproveché para mordisquear un poco sus labios, y una vez saqué el limón le di un apasionado beso, que de nuevo removió mi polla.

Luego Desirée se levantó y fui yo el que se sentó en la silla para repetir la misma operación con los papeles cambiados. Según como me lamía el cuello una vez y otra, noté cómo me empezaba a crecer ya sin remedio la verga dentro del vaquero. Pero aún lo hizo más cuando tras beberse el tequila, sus labios se pegaron a los míos para morder el limón, terminando en otro apasionado beso que acabó por mostrar ya un evidente bulto a la altura de mi bragueta. Ella lo vio y se relamió. El deseo de ambos era enorme. Yo para no ser menos también quise comprobar su calentura, por lo que empecé a subir su falda por el muslo con una mano, mientras la otra iba avanzando por dentro, estando ella de pie como estaba. Según la levanto voy admirando sus muslos bien torneados. Su cara va poniendo una mueca de placer por el roce de mi mano al levantar la falda, y aún más por el roce de la otra mano que lo único que quería era excitarla. Pero cual no fue mi sorpresa cuando mi mano, al llegar arriba, no encontró ninguna tela como esperaba, sino que mis dedos fueron a dar con su rajita ya mojada.

- ¡Oh sorpresa! – Me dijo Desirée. – He tenido que venir sin tanga o de lo contrario lo habría empapado en el viaje, sólo con pensar en que tu verga iba a follarme bien duro, ya venía recaliente en mi carro.

Yo le sonreí y aproveché para rozar bien su coñito con mis dedos, tan suave, tan húmedo ya. Como ella había dicho, me la pensaba follar de nuevo bien fuerte. Desirée añadió:

- Me gusta que sientas lo mojada que estoy.

- Como a mí me gusta que al mirarme a la entrepierna veas el bulto que sobresale por lo duro que me pones. – Le contesté.

- Mmmm, duro sí que está. – Añadió Desirée tras apretar mi entrepierna por encima de la tela.

- Y tanto que sí, - respondí yo, - bien duro para clavártelo entero.

Era el último día que podría tener sexo en mi viaje, por lo que esperaba que follásemos como fieras. Y por ello llevé a Desiré hacia mi habitación. La tensión sexual era fuerte en el ambiente, por lo que había que actuar para resolverla pronto, de no ser así la habitación podría arder por culpa del fuego de nuestro deseo. Para evitarlo me abalancé sobre ella y, con un movimiento brusco, la giré poniéndola de espaldas a mí. Con fuerza apreté mi entrepierna contra su culo, a Desirée se le escapó un gemido cuando notó la presión de mi bulto sobre su minifalda. Así, desde atrás, metí mis manos por debajo de su suéter y rápidamente las subí hasta llegar a sus pechos. Los apreté por encima de su sujetador, pero pronto metí las manos por debajo de él, para además de apretárselos pellizcarle los pezones, que pronto se pusieron duros como el cristal. A continuación, llevé mis manos atrás para desabrochar su sujetador, y sin dar tiempo a nada, de un tirón levanté su suéter hasta la cabeza. Desirée colaboró para que se lo sacase del todo y dejando caer su sostén dejó su torso desnudo.

Le di la vuelta para poder admirar bien sus tetas, así como sus pezones duros y oscuros. Tras mirarla no pude evitar que mi polla diese un respingo encajonada dentro de mis vaqueros y le comí sus labios, los mordisqueé, rocé mi lengua con la suya y la empujé para que cayese hacia atrás sobre la cama. Una vez así, desabroché el botón de su falda para ir bajándola por sus piernas, y tras quitarle sus zapatos, quedó totalmente desnuda para mí. Cuando tuve su falda en mis manos no pude evitar fijarme en la mancha que llevaba en su parte central. Desirée estaba tan mojada que había dejado constancia en su prenda. Me la acerqué y la olí detenidamente mirando a sus ojos, devolviéndome ella una mueca de gata en celo.

Tras dejar la falda sobre una silla, noté un tirón en mi camisa. Desirée se había incorporado y estiraba con su mano con fuerza, tanta que la desabrochó de golpe haciendo que algunos botones saltaran por los aires. Ya tendría tiempo de buscarlos para arreglarla, en ese momento me daba igual, lo único que yo veía es que ella ya estaba salvajemente cachonda, como yo. Me saqué la camisa mientras ella desabrochaba mi correa. Otra vez de un tirón desabrochó todos los botones de mi bragueta para bajarme el pantalón de golpe. A continuación, hizo lo mismo con mi bóxer, saltando de golpe mi polla que quedó temblando ante Desirée. Ella llevó una mano para agarrármela y la movió con fuerza, para acabar echando mi piel hacia atrás dejando mi glande a la vista. Tras ello me dijo:

- Así me gusta, ahora como sabes necesito esa primera gota en mi boca…

Casi antes de acabar su frase, ya notaba yo la lengua paseando por la punta de mi capullo. La movía como la buena mamona que era, en círculos, entreteniéndose en saborear lo que empezaba a salir ya por la punta. Abrió sus labios y se metió el capullo en la boca mientras clavaba su mirada en la mía. Me lo lamió y succionó un poco para decirme tras sacárselo:

- No puedo más, ¡necesito que me cojas ya!

Se tumbó en la cama y separando las piernas me invitó a penetrarla. Subió una mano por toda su raja mientras se le escapaba un gemido. Luego con sus dedos separó los labios mayores y me mostró lo mojada que estaba, realmente delicioso ese coñito jugoso…

Todavía tenía la ropa sobre mis pies, así que rápidamente me saqué mis zapatos, mis pantalones y mi ropa interior. Tenía muchas ganas de follarla tal y como estaba, con mi polla más que dura, por lo que cogí el sobrecito de un condón y me lo puse bien desde la punta hasta la base. La cara de Desirée era un poema, sin duda le parecía que estaba tardando mucho, y me dijo:

- ¡Venga! ¡Tardas demasiado y yo estoy recaliente!

- ¡Voy todo lo rápido que puedo! – Le contesté.

Una vez listo, con la polla enfundada, me acerqué para darle un lametón a su brillante coño antes de metérsela, pero Desirée me dio un empujón con un pie y me gritó:

- ¡No mames! No quiero tu lengua ahora, ¡quiero esa verga gorda bien adentro! ¡Órale!

Evidentemente le hice caso. Me subí a la cama de rodilla y me puse sobre ella, apunté el capullo entre sus labios y apoyando mis manos a ambos lados de Desirée, me dejé caer clavándole toda la polla de golpe. Su gemido fue bien fuerte, lo que me animó a ponerme a bombear. Al principio sacaba toda la verga despacio para volver a metérsela de un golpe, pero pronto empecé a entrar y salir con fuerza de ella. Dentro, fuera, dentro fuera, cada vez con más fuerza, lo que era facilitado por lo muy mojado que estaba ya su coño. Era increíble cómo lubricaba esta mujer. Con cada una de mis fuertes embestidas, Desirée iba aumentado sus gemidos, empezaba a gritar, pero yo no dejaba de embestirla entre jadeos. Estaba disfrutando con esa intensa follada, y poco después escuché:

- No pares, sigue así, cógeme bien duro, ¡me voy a correeeer!

Yo asentí y seguí dándole fuerte, metiendo y sacando toda mi polla cada vez más rápido, pero tras unos pocos empujones la volví a escuchar gritar entre gemidos:

- ¡Aaaaaaah! Sí, sí, siiiiiiiiiii. ¡Qué bueno! Me corro yaaaaaaaa, siiiiiiiiiiii…

La vi poner los ojos en blanco mientras notaba los espasmos de su coño sobre mi polla. Pero no por ello dejé de bombear, yo aún no me había corrido y tampoco sentía que mi orgasmo fuese inminente. Eso sí, aflojé un poco el ritmo de mi mete saca mientras Desirée recuperaba poco a poco el aliento. Era alucinante escuchar el chapoteo de su coño con cada embestida de mi verga, esta mujer no sólo era multiorgásmica, sino que se corría abundantemente. Ese chop chop me animaba a dar los empujones fuertes, me ponía más cachondo escucharlo, chop chop, pero no duró mucho, ya que cuando ella se recuperó me dijo:

- Ufff, ¡qué ganas de verga tenía! Me pasé toda la noche caliente desde que me llamaste, y ni masturbándome conseguí calmarme. Túmbate, ahora me toca a mí arriba.

- ¡Bien! – Exclamé yo. – Sí, cabálgame sí.

Y eso hizo ella. Me tumbé quedando con mi dura polla apuntando al techo. Tras tumbarme su fue poniendo sobre mí. No pude evitar mirar hacia su entrepierna, ya que según levantaba su pierna pude comprobar como algunos goterones de un fluido blanquecino iban saliendo de su coño y bajando por sus muslos. Desirée se dio cuenta de lo que miraba y andando de rodillas hacia mi cara me preguntó:

- ¿Quieres limpiármelo?

- ¡Sí! Te lo voy a dejar reluciente. – Le contesté pensando en ser rápido para que me cabalgase y dejase de notar la soledad de mi rabo excitado.

Puso su coño a la altura de mi boca y girando la cabeza fui lamiendo el interior de un muslo y luego el del otro. Tras hacerlo miré a sus ojos y me relamí los labios sensualmente. Ella me devolvió una mirada aún más intensa y se mordió su labio inferior, para a continuación acercar más ese coño empapado a mi boca. Sentí su aroma a hembra en celo. Con mis dedos abrí sus labios mayores y lamí de arriba abajo y de abajo a arriba los menores, lo volví a hacer, y una vez más, hasta que, notando que su coño no se secaba, decidí mordisquear su clítoris, que sobresalía grueso. Luego le di unos lametones circularmente y paré. Cuando ella se dio cuenta, me agarró por mi pelo revuelto para apretar mi boca contra su coño, diciendo:

- Aún no está reluciente, sigue. No tengas prisa…

Como no podía hacer otra cosa, la volví a lamer bien, unos cuantos lametones y me puse a succionar su clítoris. Ella empezó a gemir, pero no tardó en mucho en girarse y mirarme la polla, todavía erecta, pues mi calentura era enorme.

- ¿Estás sano? – Me preguntó.

Yo un poco extrañado por su pregunta le respondí:

- Emmmm, pues sí, ¿por qué?

Sin responder se fue de nuevo hacia atrás, y pasando por encima de mi rabo, se sentó mirándome. De un tirón me sacó el preservativo y me dijo:

- Por esto. Quiero notar bien tu verga dentro de mí, quiero notar tu semen dentro de mí, quiero que me llenes…

Mi polla dio un respingo. Eso no me lo esperaba. Desirée me cogió la polla y alzándose la guio hasta su agujero húmedo. Y tan húmedo que estaba, según entraba lo iba notando, no sé cómo no me corrí nada más entrar, pero no fue así. Poco a poco se fue sentando hasta que la tuvo toda dentro. Se escucharon nuestros gemidos y tras ellos empezó a moverse, primero deslizó su pelvis adelante y atrás sobre mí, yo notaba así cómo mi polla era apretada y aflojada, apretada y aflojada, con su placentero vaivén. Seguro que mis ojos le mostraban el placer que estaba sintiendo, porque los suyos clavados en los míos me daban a entender el suyo.

Tras rozarme con la punta de sus uñas el abdomen describiendo un círculo, paró y empezó a subir y bajar. Primero lentamente, para luego ir acelerando. Levantaba su cuerpo despacio y lo dejaba caer de golpe sobre mí, metiéndose todo mi rabo, y ese sonido de su coño encharcado, uffff, me ponía a mil…

Según iba acelerando su cabalgada, yo dejé de mirar a sus ojos porque me engatusaron sus pechos. Era imposible no mirar a esas tetas botando rítmicamente al subir y bajar Desirée. En ese momento se inclinó sobre mí y me ofreció una de ellas, mientras volvía a mover su pelvis adelante y atrás. Traté de lamérsela lo mejor que pude por su movimiento, incluso pude mordisquear su duro pezón de chocolate. Después me ofreció su otra teta a la que le hice lo mismo. Por último, acercó su boca a la mía, mi lengua buscó la suya, y tras darnos un beso de fuego, se alzó para cabalgarme salvajemente.

Yo estaba debajo de ella, con mis manos aferrando sus muslos, notando cómo me golpeaba cada vez que bajaba, cómo mi polla dura salía casi entera de su coño para meterse del todo placenteramente, cómo sonaba ese movimiento, cómo sonaban mis gemidos mezclados con los suyos, cómo bailaban sus tetas ya en un balanceo salvaje… Mi placer era inmenso, mis gemidos aumentaban su frecuencia, los suyos también, pero yo ya estaba a punto.

- Ummm, me voy a correeeeer. – Le dije. – No puedo más...

- Siiiiii, córrete, llénameeee. – Me contesté Desirée entre gemidos y jadeos.

Una vez la escuché pedírmelo no aguanté más y mi polla empezó a escupir leche caliente dentro de su coño. Daba un fuerte empujón con cada uno de mis disparos para llenarle bien su coño chorreante, mientras ella seguía cabalgando con furia, hasta que cerca ya de mis últimos disparos, noté cómo empezaban a temblar sus piernas y cómo arqueaba su cuerpo.

- ¡Aaaaaaaaaaah! – Gritó ella entrecortadamente. – Tu leche, siiiiiiiii, me corrooooooo…

De nuevo noté sus espasmos sobre mi rabo, como si me quisiera sacar hasta la última gota. Empecé a notar más mojada mi polla, por su corrida y por la mía también claro. Poco a poco nos fuimos relajando, recuperando el aliento, ella dejó de moverse. La miré, su cara era de placer total, como imagino que la mía. Notaba resbalar los restos de nuestros orgasmos sobre mí, y también sentía como mi verga perdía parte de su vigor, aunque seguía sintiendo un enorme deseo por Desirée, pero claro, la cabalgada había sido realmente salvaje.

Tras relajarnos y recuperarnos un poco, ella se dejó caer sobre mí. Mi polla resbaló de su coño y se salió. Me volvió a besar, y esta vez yo mordí sus labios, por lo que ella soltó un pequeño gemido. Empezó a lamerme por la mejilla, hasta que llegó a mi oreja, donde me susurró:

- Quiero más…

- Y yo también. – Le contesté.

Dicho esto, se echó para atrás de un salto y se puso arrodillada ante mí. Sacó su lengua y me lamió los huevos, luego todo el rabo, de abajo a arriba y de arriba abajo, mientras yo sufría de placer. Pero más aún cuando se entretuvo en mi glande. Tras estar un tiempo lamiéndome bien me dijo:

- Ummmm. Delicioso, sabe a ti y a mí por nuestras corridas.

- Yo también quiero. – Le contesté yo pensando que vendría y me besaría. Pero no, no fue eso lo que hizo, sino que se dio la vuelta sobre la cama sin soltar mi polla. Se puso inversamente encima de mí, con su cara en mi entrepierna, y ofreciéndome la suya para mi boca, diciéndome:

- Disfruta de la mezcla de nuestros sabores.

Por supuesto que lo hice, de nuestros sabores y del 69 que realizamos. Lamí toda su entrepierna, y sí, sentí el placer de saborear sus fluidos mezclados con mi semen. Pero no me conformé con eso, por lo que no dejé de pasar mi lengua a lo largo de toda su raja, adelante y atrás, sin parar. Separé sus pliegues con mis dedos para tenerlo de nuevo bien ofrecido. Empecé a penetrarla con mi lengua, aunque esta vez apenas escuchaba sus gemidos, puesto que su boca estaba ocupada subiendo y bajando por todo el tronco de mi polla, que había conseguido ponerme dura de nuevo.

Seguí jugando con mi lengua en su coño, que no dejaba de lubricar. De verdad que era algo increíble la cantidad de fluido que soltaba Desirée cuando estaba cachonda y desatada como ese día. Mientras mi lengua seguía lamiendo, empecé a acariciar su clítoris con mis dedos, le di un pequeño golpe y un suave tirón, momento en que sentí un pequeño mordisco en mi rabo, la cogí desprevenida. Pero ella siguió mamándome toda la polla como si nada, se la estaba tragando entera, subía y bajaba su boca de mamona por toda la verga, me succionaba el capullo, me lo acariciaba con su lengua…

Estaba recibiendo tanto placer que me era difícil concentrarme para dárselo a ella, pero lo hacía. Dado que tenía delante de mí su ano, aproveché para lamérselo con mi lengua mojada por lo que manaba de su coño. Le lamí todo el anillo, y empecé a penetrarle un poco con mi lengua, viendo cómo reaccionaba su esfínter. A la vez metí un dedo como si nada y luego dos en su coño mojado, para acabar follándola con tres dedos, mientras con el pulgar trataba de frotar su hinchado clítoris. Desirée empezaba a agitarse presa del placer, pero seguía chupándome la polla, y muy bien. Su lengua y sus labios me estaban volviendo loco de placer al rozar mi capullo, cuando no se la estaba tragando entera. Sus manos también colaboraban apretando suavemente mis huevos, incluso se había atrevido en alguna ocasión a rozar mi ano con su dedo.

Viendo que Desirée se agitaba cada vez más, decidí llevar un dedo, de mi otra mano, yo también a su ano. Primero lo metí en su coño para empaparlo bien y luego lo apunté en su puerta trasera. Apreté y ella dio un respingo, pero ejerciendo un poco más de fuerza vencí su resistencia mientras iba girando mi dedo. Mientras hacía esto, no dejaba de follar su coño con los dedos de la otra mano, a la vez que ella seguí mamándome toda la polla que se encontraba ya en su boca como una barra de acero, a pesar de mi reciente corrida.

Desde mi posición tenía una visión privilegiada de todo lo que yo le estaba haciendo, pues veía en primer plano como una de mis manos le follaba y le placer en su coño, a la vez que le follaba el culo con un dedo. Ver eso así me estaba poniendo más excitado si cabe que su estupenda mamada. Saqué el dedo de su ano, y cambié la mano de su coño para empaparla de nuevo. Ahora quería probar con más dedos, así que llevé dos dedos mojados a su ano. Fui empujando y de nuevo entraron, por lo que estuve follándole el culo ahora con dos dedos, dentro, fuera, dentro fuera, me gustaba lo que le hacía, pero no me conformé, así que se los saqué para volverlos a meter en su coño, le estuve follando el coño con tres dedos. Con los mismos tres dedos que pensaba meterle en su ano.

Y lo hice, tras tenerlos lubricados, los llevé a su ano. De nuevo tuve que vencer algo de resistencia, pero entraron. Empecé a girarlos con cuidado, aunque poco después ya estaba follando el culo de Desirée con tres dedos, lo que tampoco me sorprendía, pues el día anterior ya le metí toda mi polla dura y gorda en su culo. Mis dedos entraban y salían despacio de su ano, pero sin parar, dentro fuera, dentro fuera. Metí de nuevo los dedos de la otra mano en su coño encharcado, y de igual forma, me la follaba con la mano, rozando su clítoris. Aceleré la follada de su coño mientras dejaba casi quietos los dedos dentro de su ano. Pronto se empezó a agitar con más vigor, lo que me anunciaba que de nuevo se iba a correr, lo que hizo rápidamente, porque tras sacar mi polla de su boca gritó:

- ¡Aaaaaaaaaaaaaaaaaaaah!

Sus piernas temblaron de nuevo, su pelvis se agitó, sus espasmos apretaron todos mis dedos y de nuevo brotó el néctar de su coño, llegando a caer en parte sobre mi cuello. Tras ello su respiración fue volviendo a la normalidad y se calmó bastante, pero yo no, mi polla seguía bien dura, tenía ganas de correrme en ese culo que acababa de dilatar.

Desirée no era eso lo que quería, pues pasado un momento se incorporó y bajándose de la cama se arrodilló en el suelo, indicándome con un dedo que fuese, por lo que también bajé al suelo y me puse delante de ella. Una vez ahí se metió toda la polla en la boca. Noté como me la ensalivaba, para poco después sacársela y empezar a rozármela con sus tetas. Se escupió en el canalillo, y se las frotó para esparcir su saliva. A continuación, empezó a masajearme con un pecho a cada lado de mi polla, en una especie de rusa, como decía ella, o cubana, como digo yo. Me gustaba la presión y el roce de sus tetas por toda mi verga, eran cálidas y suaves, un masaje muy placentero. Frenó su masaje dejando sobresalir mi glande por encima de sus pechos, por lo que aprovechó para lamerlo y chuparlo, me estaba dando un placer inimaginable…

Pero en ese momento sonó mi móvil. Como lo tenía en la mesilla lo pude ver para comprobar que era mi anfitriona Nuria. ¡Maldita sea! Pensé. No tuve más remedio que coger la llamada ante la cara de sorpresa de Desirée, tras decirle quién llamaba.

- ¡Hola! – Me saludó Nuria. - ¿Por dónde andas?

- Estoy en casa. Al final hoy también me he quedado a descansar. Total, ya haremos turismo esta tarde. – Le contesté con voz entrecortada debido a que Desirée decidió masturbarme furiosamente mientras hablaba con Nuria.

- Bien, - dijo Nuria, - ¿sabes? Voy a acabar más pronto, así que si quieres voy para casa, en hora y media te recojo y nos tomamos unas birras antes de comer, ¿ok?

- Vale, en hora y media vienes para acá. Yo aquí te espero. – Le contesté jadeando y con voz todavía más entrecortada que antes porque Desirée, además de masturbarme con su mano, se había metido mi capullo en la boca y me lo estaba chupando, dándome un placer increíble con su lengua. Estaba a punto de correrme, seguro que era lo que ella pretendía, hacerme correr mientras Nuria hablaba conmigo.

- Oye, ¿estás bien? – Me preguntó Nuria otra vez. – Parece que te falta el aliento, ¿no te estarás haciendo una paja mientras hablas conmigo?, ¿no? Ja, ja, ja.

- No, je, je. – Traté de reír yo mientras la mamada de Desirée me tenía a mil. – Estaba haciendo un poco de ejercicio. Venga, en un rato nos vemos.

- Ejercicio de polla seguro, ja, ja, ja. – Añadió Nuria. – Venga, hasta ahora. ¡Chao!

- ¡Chao Nuria! – Acerté a despedirme mientras colgaba para disfrutar de la corrida que ya empezaba a disparar a la boca de Desirée. - ¡Aaaaaaaaaah!

Mis abundantes chorros de leche entraban y se quedaban en su boca, mientras yo gemía por el placer. Sin duda había sido una de las mamadas más morbosas de mi vida, pues trataba de disimular al teléfono lo que me estaba ocurriendo. Desirée me miraba con cara de picarona, satisfecha, abrió su boca y dejó caer los restos de mi corrida sobre sus pechos, viendo yo cómo resbalaba mi leche por su piel. Por lo que, tras recuperar bien el aliento, le dije:

- ¡Serás mala! Mira el compromiso en el que me has puesto… Yo quería correrme en tu culo como ayer, y no ver mi leche por tus tetas.

- Pues te has quedado sin él. – Me respondió Desirée. – Como castigo por contestar al celular en un momento como ése, ja, ja, ja.

- Si no llego a responder igual nos había sorprendido Nuria, que llegará en hora y media. – Añadí. – Con lo bien dilatado que te he dejado el culo…

- Te quedarás con las ganas. – Dijo ella riendo, para seguir ya más seria. – Además, ahora ya lo que voy a hacer es ir a darme una buena ducha con tu permiso, que tengo que limpiar todo esto que gotea.

- Pues te acompaño. – Le repliqué.

Asintió y nos fuimos los dos al cuarto de baño. Yo iba pensando que en hora y media me daba tiempo a follarle el culo, eso sí, una vez recuperada mi polla que ahora colgaba morcillona.

Desirée se metió en la ducha y yo tras ella. Pensaba mantenerla caliente hasta que tuviese una nueva erección, lo que, con esa mujer, y con los dos días que llevaba, no sería difícil. Ella abrió el grifo y reguló la temperatura, pero yo fui el que decidió enjabonarla. Puse gel en mis manos y empecé a frotarla con ellas desde atrás: su cuello, su espalda, entreteniéndome más en sus pechos, jugando con sus pezones, que seguían bien duros aún. Me puse más gel y seguí por su abdomen, froté bien su entrepierna y ahí tuve claro que ella tenía ganas de más, porque empezó a gemir. Le arrimé el pene a su culo, pero le costaba ponerse duro, el pobre estaba cansado. Por lo que seguí frotando su coño, rozando su clítoris entre los suspiros que me llegaban a pesar del ruido del agua al caer. Para acabar de enjabonarla, me puse más gel y froté, sus muslos, primero por delante y luego por detrás para acabar masajeando bien su culo respingón. Por último, me eché un poco más de gel en un dedo, y dado que su ano seguía aún dilatado, se lo metí en el culo para enjabonárselo bien por dentro, girando bien mi dedo como antes.

Seguía escuchando los gemidos de Desirée, hasta que le saqué el dedo de su culo, pero mi polla, aunque estaba ya más dura, aún no estaba lo suficiente como para metérsela. Ella se dio cuenta y decidió salir de la ducha para ponerse a secarse con una toalla, de espaldas a mí, con una pierna sobre un taburete. Se pasaba la toalla por la espalda, por su culo, sensualmente… Sin lugar a dudas, ella quería más y me estaba provocando. Yo cerré el grifo de la ducha y decidí pajearme hasta ponérmela dura del todo. No me costó mucho, tanto por la visión de Desirée, por los movimientos de mi mano sobre mi rabo, pero sobre todo por el deseo enorme que tenía de que ella se fuese de allí habiendo recibido mi leche en sus tres agujeros.

Cuando mi verga estuvo dura del todo, salí de la ducha, y tras secarme los pies para no resbalar, me acerqué a ella por detrás. Le quité la toalla tirándola al suelo. Desirée me miró la entrepierna y gruñó con satisfacción. Se apoyó con las manos en la pared ofreciéndoseme de espaldas. Yo le pasé mi polla dura por la entrepierna, con lo que noté que estaba mojada, no esperaba menos claro. Froté mi glande por toda su raja, y sin previo aviso, apunté y le metí todo lo mío en su coño. El roce de mi polla en su interior me producía bastante placer, la tenía muy sensible por todo lo sucedido, además de combinar ese placer con un leve dolor de huevos por las corridas previas. Estuve metiendo y sacando mi verga de ella un rato en esa posición mientras ya escuchaba sus primeros gemidos. Mis manos estaban en sus caderas, ayudando a la follada por lo que me fue fácil darle una nalgada. Desirée no se la esperaba, pero le gustó y siguió gimiendo, más fuerte si cabe, con cada una de mis embestidas.

Cuando iba a sacarla para metérsela por el culo, decidí que ya que era la última vez que me iba a correr con ella, prefería sentir bien su corrida viendo su cara de placer. Por ello, le di otra nalgada escuchando un nuevo gemido, le saqué la polla, le di la vuelta y tras besarla apasionadamente al haber quedado nuestras caras enfrentadas, levanté una de sus piernas para penetrarla contra la pared.

Desirée puso sus manos sobre mis hombros y fijó sus ojos en los míos. Yo sin más dilación le volví a meter toda la polla de golpe, escuchando de nuevo ese chapoteo tan familiar. Empecé a bombear de nuevo en su coño, mi verga entraba y salía a buen ritmo, adelante atrás, adelante atrás, una y otra vez. Su mirada me ponía aún más caliente tan cerca de la mía, de vez en cuando me besaba los labios, o me los mordía, lo que todavía me ponía más perro. Sus gemidos se mezclaban muy de cerca con los míos, boca a boca…

Paré un momento, aprovechando que la tenía pegada contra la pared le levanté la otra pierna. Sus dos piernas quedaron por encima de mis brazos. Mis manos la sujetaban con fuerza por debajo de su culo y ella se sujetaba con las suyas en mis hombros. De nuevo empecé mis embestidas, todo lo fuerte que podía, como si la quisiera atravesar. En sus ojos veía auténtico fuego, puro de deseo y yo estaba tremendamente excitado siguiendo con mis empujones salvajes, dentro fuera, dentro fuera… En un momento dado fui yo el que mordió sus labios justo antes de volver a sacar mi verga de su coño.

La miré y me entendió bien, pues llevó una de sus manos a mi polla a la vez que yo levantaba su cuerpo un poco. Me la guio hasta su ano. Una vez allí la dejé caer suavemente mientras trataba de empujar un poco con su mano. No tardó en empezar a entrar. Desirée dio un pequeño grito al notarla, pero siguió empujando, hasta que al fin la dejé caer del todo sobre mi polla dura. ¡Por fin tenía mi rabo en su culo! Nos miramos una vez más, la volví a besar y empecé a follarle el culo en esa posición. Primero entrando y saliendo despacio, sólo con un trozo de polla. Luego más rápido, un auténtico mete saca, con todo lo que le cabía dentro.

El roce de mi glande en el interior de su estrecho culo me estaba dando mucho placer, tanto que veía cercano mi orgasmo, por lo que seguí acelerando mis embestidas mientras mi pecho la presionaba contra la pared. Ella llevó su mano a la entrepierna y empezó a frotarse el clítoris como una posesa. Yo seguía penetrando su ano con fuerza, metiendo y sacando, metiendo y sacando, una y otra vez. Mis gemidos cada vez eran más cercanos, los suyos también. Hice un último esfuerzo, pero no aguante mucho más, hasta que grité:

- Me corrooooooooooo, ¡aaaaaaaah!, siiiiiiii, siiiiii, ¡aaaaaah!

Mis últimos chorros inundaron su culo. Esta vez la corrida no fue muy abundante, pero sí muy placentera. Mientras yo le llenaba de leche caliente el culo, Desirée siguió masturbando con fuerza su coño, por lo que unos instantes después de mí, sentí sus temblores y ella también grito:

- Siiiiiiiiiiiiiii, diooooooooooooos, siiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii…

Y noté cómo sus fluidos empezaron a resbalar por mi abdomen. Yo estaba exhausto, por lo que me senté en el taburete de al lado con ella encima. Permanecimos así agarrados, con la respiración agitada, jadeando como perros, hasta que poco a poco fuimos recuperando el resuello. En esa posición mi polla salió de su culo por inercia, resbalando junto con mi leche. Nos miramos de nuevo, nuestras caras eran de auténtica satisfacción. Desirée me dio un último beso en el que se enredaron nuestras lenguas y tras ello se levantó.

- Ha sido genial. - Le dije y mirándola bien añadí. – Pero veo que necesitas una nueva ducha. Al final sí que has tenido mi leche en tus tres agujeros.

- Sí, ufffff, ha sido algo salvaje. – Me contestó. – Me encanta así, pero hacía ya tanto tiempo. Bueno, dejemos la plática que hay que darse prisa. Voy a la ducha, y esta vez sola, je, je.

Vi como Desirée se metía de nuevo en la ducha. Según iba me fijé en que tenía la espalda enrojecida por nuestra última follada y sonreí. Era una mujer tremendamente sexy, de la que yo había disfrutado enormemente. Mientras ella se duchaba, yo me envolví una toalla y empecé a recoger las cosas que habíamos dejado desordenadas, incluido todo lo de los tequilas. Adecenté la casa, dejándola como si no hubiese pasado nada.

Quedaban algo más de treinta minutos para la hora a la que preveía que llegara Nuria, por lo que no iba mal de tiempo. Desirée salió de la ducha y se vistió. Luego me buscó para despedirse. Nos dimos un fuerte abrazo acompañado de un beso de despedida, y tras lamentar la distancia que nos separaba, se marchó. A continuación, me di una ducha rápida y me vestí para esperar a Nuria, con otra camisa que tuviera todos los botones, claro.

Cuando Nuria llegó, se cambió y nos fuimos a disfrutar de la ciudad. El viernes sólo con ella, el sábado con ella y su prometido. Pasamos un par de buenos días, hasta que el domingo me llevaron al aeropuerto. No sin amargura, nos despedimos deseándonos suerte y me dirigí a embarcar. Ya en el avión estuve pensando en el viaje, en lo que me había perdido con Nuria y en lo que me había ganado con la caliente y atractiva Desirée. Luego pasé buena parte del viaje durmiendo y por fin llegué a casa.

El lunes recibí un whatsapp de Desirée que decía:

- Cada vez que pienso en lo sucedido me pongo caliente. Ando todo el día mojada…

A lo que le respondí con otro que decía:

- Yo también querida Desirée. De nuevo me has puesto algo duro…

6 comentarios:

  1. Y cada vez que yo recuerde este relato me volveré a poner caliente, te lo digo sin whatsap. Disfrutar del sexo plenamente es lo mejor, y la manera en que describes ese encuentro salvaje me ha gustado. Me ha recordado esos momentos que todos hemos vivido en que me sentía dominada por mis demonios.
    Te sigo leyendo cuando tenga tiempo, ya veo que me he perdido algún relato.
    Besos

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    1. ¡Hola Dama En La Calle! Muchas gracias por tu comentario. Me gusta saber que disfrutas leyendo lo que escribo. No sabía que era capaz de avivar esos recuerdos apasionados, pero una cosa que me apunto.
      Espero que sigas disfrutando de tus lecturas por aquí.
      Besos morbosos.
      Eros

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    2. Hola Eros, sí, cuando como en este caso leo algo que se parece a algo que he vivido lo recuerdo. Y con agrado, porque esas cosas siempre son placenteras. ¿Sí o no?
      Besos

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    3. ¡Hola Dama En La Calle! Tienes toda la razón, los recuerdos placenteros son los buenos, usando la memoria somos capaz de disfrutarlos. Gracias por tu comentario. Besos morbosos. Eros

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  2. Mujer Mexicana de sangre caliente! El lenguaje se hace evidente en ciertas palabras, me identifique con Desirée, pero noto que en este encuentro ella fue quien dominó con sus deseos, eso me gusta! Hacerle saber a mi hombre donde y como llevar más placer a mi cuerpo, darle miles de caricias en donde su mirar me hace saber que quiere más!

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    1. ¡Hola AprilLinahz!
      Me alegra que te identifiques con Desirée, es una mujer muy caliente, lo que quiere decir que tú también. Eso es genial para disfrutar de la vida...
      Sí, en este segundo día de sexo nos teníamos más ganas que en el primero, teníamos que superarnos, por lo que los deseos de Desirée primaron por momentos, pero en otros momentos primaban los míos.
      Lo que comentas es una señal de una gran complicidad sexual, cuando con una sola mirada basta para saber lo que quiere tu pareja. Eso es sublime...
      ¡Gracias por tu comentario AprilLinahz!
      Besos morbosos.
      Eros

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