Hace algún tiempo recibí
una inesperada propuesta de mi compañera de trabajo Mamen. Quienes siguen las
historias que cuento en mi blog, posiblemente recordarán que ella es la
compañera con la que me lie en una cena de trabajo. Desde entonces tenemos una
buena relación de amistad y hemos compartido buenas veladas de sexo, además de
aquella tan intensa que ya conté aquí. Supongo que por ello hay compañeros que
nos toman por una pareja, pero en verdad no es así, tan sólo somos buenos
amigos que mantienen una relación basada en el sexo, pero con libertad para
practicar sexo con quienes queramos, es lo que hay quienes llaman follamigos.
Bien, volviendo al tema,
la propuesta que me hizo Mamen fue la siguiente: me pidió que la acompañase a
la boda de una prima suya que tendría lugar dos semanas después, y que lo
hiciese como su pareja. Cuando me lo dijo yo me quedé perplejo, por lo que ella,
riéndose, me aclaró que no quería formalizar la relación conmigo, pero que toda
su familia, con excepción de su madre, la consideraba la oveja negra negrísima,
y en esa boda quería demostrar que no lo era, que todo le iba muy bien, y que
era la mujer más feliz del mundo conmigo. Es más, me dijo que tenía previsto
ser de lo que más se hablase en la boda, llamar la atención tanto que la
estrella fuese ella y no la estúpida de su prima.
Tal y como me lo contó
acepté, pensé que lo pasaríamos bien, además de que quería ver qué haría Mamen
para ser la reina de la boda. Eso sí, me dijo que tendría que llevar un traje
elegante porque la boda sería de etiqueta. Al final acabé comprándome un traje
nuevo para no desentonar con Mamen, que me había dicho que iba a ir preciosa
con un vestido para la ocasión. Como pensaba que tras la boda ella y yo
acabaríamos follando, también me compré ropa interior sexy para lucirme ante
ella, por ello fui a una tienda de lencería que hay cerca de mi casa, donde ya
he ido unas cuantas veces porque tienen cosas que me gustan a buen precio y la
dependienta siempre me aconseja muy bien tras ver cómo me quedan las prendas.
Por fin llegó el día de
la boda. Dado que la ceremonia era a las seis de la tarde, porque se hacía de
noche no muy tarde, y como teníamos una hora de camino hasta llegar a la
iglesia, Mamen y yo habíamos quedado a las cuatro para ir en el coche
tranquilamente por si había algún imprevisto en la carretera. Por ello había
decidido comer algo ligero a eso de la una, dormir una pequeña siesta, ir a
lavar el coche para que mi acompañante brillase más al salir, y tras volver,
afeitarme, ducharme y vestirme para ir a por Mamen. Éste era el plan, lo fui
cumpliendo hasta la siesta, que como olvidé ponerme una alarma, duró más de lo
previsto, y menos mal que me desperté a eso de las tres y cuarto.
Cuando vi la hora me
llevé un buen susto, pero había solución, tan sólo debía replantearme todo
rápidamente. Nada de estrés, aunque sí precisión. Dejé el lavado del coche para
después de recoger a Mamen pues teníamos tiempo de sobra, me afeité, me duché
sin nada de toqueteos, no había tiempo para ello, me sequé y me peiné dejando
mi pelo estudiadamente revuelto. Después me puse unos calcetines negros, el
bóxer y la camiseta semitransparentes, de color negro también, que me había
comprado, una camisa blanca de manga larga, el pantalón del traje gris marengo,
por supuesto una correa y unos zapatos negros bien brillantes, para rematar con
una corbata con un estampado actual y la chaqueta de dos botones. Una vez vestido, me
miré al espejo y me gustó lo que vi, iba hecho un pincel. Pero tampoco tenía
mucho tiempo para admirarme, pues ya eran las cuatro menos cuarto.
Fui corriendo al coche y
me dirigí rápido a casa de Mamen. Como hubo suerte con el tráfico llegué justo
a la hora. Le mandé un whatsapp y tras unos minutos ya salía ella por la
puerta. Bajé para abrirle la puerta, y tras darnos un buen beso como saludo, me
aparté un poco de ella para poder verla bien. Llevaba su pelo rubio con un
bonito recogido y unas mechas que caían a ambos lados de la cara. Iba
sutilmente maquillada, nada excesivo, tan sólo para realzar sus preciosos ojos
azul claro y sus labios carnosos. Me pasó el bolsito de mano rojo que traía. Se
sacó el abrigo negro que llevaba para entrar al coche, me lo dio y le devolví
el bolso. Entonces sí que la vi espectacular, llevaba un vestido rojo hasta los
pies. Según me explicó Mamen durante el viaje, era un vestido tipo sirena con
escote de bañera, combinaba encaje con la tela lisa hasta las mangas que le
llegaban hasta un poco más abajo del codo. Al ver que estaba embelesado en
ella, se dio una vuelta para que la viese bien. Yo alucinaba, no había visto
nada igual tan de cerca, seguro que iba a ser la estrella, sin lugar a dudas.
Según se daba la vuelta se levantó la falda y pude ver también unos preciosos
zapatos de tacón rojos. Por detrás llevaba un escote hasta media espalda. Sus
estilizadas curvas se marcaban por ese vestido tan ceñido, su delgada silueta,
su culo y sus generosos pechos. Me dieron unas ganas enormes de tumbarla sobre
el capó y follármela allí mismo, pero en lugar de eso le dije:
- Estás preciosa Mamen,
realmente divina. En estos momentos no creo que exista una mujer más bella.
- Gracias. – Me contestó.
– A ti también te sienta bien el traje, deberías vestir así más veces, estás
para comerte.
- Muchas gracias. – Le
respondí. – Pero nada que ver, tú sí que estás espectacular. Hace un momento he
pensado en montármelo contigo sobre el capó, y aún me apetece, si no fuese por
la boda…
- Ja, ja, ja. – Rio
Mamen. – Tranquilo semental, que habrá tiempo para todo, la noche es larga, y
lleva cuidado no te empalmes que esa tela no es la de un vaquero y se nota. –
Añadió según rozaba la tela del pantalón sobre mi entrepierna.
Por supuesto que con ese
sutil roce mi polla se removió, pero no podíamos perder tiempo, así que le
dije:
- Bueno preciosa, será
mejor que entres o llegaremos tarde, más que nada porque me he dormido y como
ves tendremos que pasar a limpiar el coche. Hay un lavadero aquí cerca en una
gasolinera.
- No te preocupes, nos
sobra tiempo, pero vamos ya. – Me contestó según se sentaba.
Cerré la puerta tras
acomodarse en el asiento y abrí la de detrás para dejar su abrigo junto con mi
chaqueta. Me fui a mi asiento y conduje hasta el lavadero. Es un túnel de
lavado automático de esos que echas las monedas según lo que quieres.
Seleccioné el programa extra abrillantado y volví a mi sitio al volante. Nada
más cerré la puerta Mamen me confesó:
- ¿Sabes? No sé por qué,
pero siempre me pongo muy cachonda en estos lavaderos, y ya está empezando…
- ¿Ah sí? – Le dije yo. –
Tal vez sea porque el coche penetra a la máquina que está muy húmeda. Va
entrando despacio mientras la máquina se adapta al tamaño del coche y lo va
mojando…
- Calla, calla. – Me
interrumpió Mamen. – Que la que se va a empezar a mojar aquí dentro soy yo, y
no quiero manchar el vestido. Aunque bueno, hay algo que me apetece ahora.
- ¿El qué? – Le pregunté
mientras notaba que la polla se me removía otra vez al imaginarla sobre mí
subiendo y bajando.
- Pues me apetece
mamártela. – Dijo a la vez que empezaba a destacar una erección en mi pantalón.
– Creo que soy capaz de hacer que te corras antes de salir por el otro lado.
¿Qué te apuestas?
- No sé, esto no dura
mucho. Lo que quieras. – Le respondí mientras imaginaba su boca subiendo y
bajando ante mí, por lo que la erección ya era considerable.
Ella lo vio y me la
apretó con su mano diciendo:
- Muy bien, si lo consigo
y lo disfrutas, tendrás una deuda de placer conmigo. Y por supuesto, que sepas
que me la pienso cobrar cuando menos te lo esperes…
Tras decir eso, el coche
se empezó a mover arrastrado por la cadena de la máquina. A la vez la mano de
Mamen arrastraba la cremallera hacia abajo dejando mi polla visible bajo el bóxer
semitransparente.
- ¡Vaya! – Dijo Mamen
sorprendida. – No me hace falta sacarte la ropa para vértela ya durita. Eso
está bien.
Aun así, me desabrochó la
correa y el pantalón, para a continuación tirar hacia abajo del bóxer. Mi polla
quedó desnuda ante su mirada deseosa. Yo comprobé mirando por las ventanillas
que nadie nos pudiese ver desde fuera, pero no, mi coche ya se encontraba
dentro de la estructura de la máquina. Mamen se inclinó sobre mí de lado, desde
su asiento, y con su mano, empezó a pajearme despacio diciéndome:
- Verás que pronto te la
pongo dura del todo, como todas las veces que lo hemos hecho, pero con la
diferencia que ahora no me la vas a poder meter en mi coñito, y te aseguro que
ya está mojado como a ti te gusta…
Evidentemente, entre el
morbo de la situación, las cosas que me decía, y su mano masturbándome, mi
polla se puso dura del todo. Podía ver cómo las venas se marcaban por la
excitación. No había duda que Mamen sabía controlar bien mi deseo, pero es que
mi deseo por ella siempre había sido enorme desde nuestro primer encuentro.
Estiró de mi piel hacia
atrás para dejar mi glande desprotegido y llevó su boca hacia él. Pasó su
lengua por todo para acariciármelo. Después empezó a ensalivármelo entero, a la
vez que la máquina empezaba a soltar agua jabonosa contra mi coche, hasta que
lo enjabonó entero. Su experta lengua me recorría toda la polla, de abajo a
arriba y de arriba abajo, por delante y por detrás.
A continuación, abrió los
labios y envolvió mi verga con ellos, para empezar a subir y bajar por ella.
Primero despacio, se metía todo lo que podía para subir y dejarla casi toda
libre, luego más rápido viendo yo como mi polla entraba y salía de su boca,
dentro fuera, dentro fuera. Me estaba haciendo una buena mamada. Dejó sus
labios a la altura de la base de mi capullo y empezó a girar su lengua por él
mientras los rodillos de la máquina iban girando alrededor de la carrocería de
mi coche. Me la estaba chupando de vicio, el roce de su lengua por la sensible
piel de mi glande me estaba llevando al límite, además en mi mente se estaba
asociando el movimiento de la máquina de lavado con el movimiento de la lengua,
de la boca y de la mano de Mamen, empecé a pensar que lo hacía
intencionadamente, y eso me daba morbo.
Los rodillos seguían
girando fuera del coche, y ella empezó a acariciarme los huevos girando sus
dedos. Su boca de nuevo empezó a bajar y subir por mi polla, según se movía
notaba cómo me succionaba. No lo pude evitar, se me escapó el primer gemido
importante, ya tenía claro que Mamen iba a ganar la apuesta, le encantaba darme
placer con su boca, me estaba dominando la polla a su antojo, arrancaba de mí
las sensaciones que quería… Fijó sus ojos en los míos sin dejar de subir y
bajar por toda la verga. La verdad es que habría llevado en ese momento mis
manos a su cabeza para poder follarle la boca a gusto, tratar de atragantarla a
pollazos, pero no, me contuve porque no quería deshacerle el peinado. Lo que sí
hice fue llevar una mano a su trasero, intenté acariciar su entrepierna por
encima de la tela, pero apenas lo conseguí por la tensión del vestido, así que
me conformé con acariciar y magrear bien su culo por encima de la tela.
Después volvió a dejar la
boca inmóvil sobre mi capullo y de nuevo empezó a rozármelo haciendo giros con
su lengua, ¡qué placer! Más gemidos se me escapaban fruto de la mamada que me
estaba haciendo. Soltó mis huevos y llevó su mano a mi polla para empezar a masturbármela
haciendo giros con la mano, apretando y aflojando, apretando y aflojando.
Sentía que las venas de mi polla iban a estallar con cada apretón, pero no,
sólo conseguía llevarme más cerca del clímax cada vez. Mientras su mano subía y
bajaba girando por el tronco de mi polla, su lengua seguí haciendo giros sobre
la punta, a la vez que los rodillos iban girando sobre mi coche en su lenta
marcha de vuelta. Y sus ojos, esos ojos azul claro que me encandilaban seguían
fijos en los míos, aumentando mucho más mi deseo.
Gemí de nuevo cuando
mordisqueó suavemente mi polla. Volvió a chuparme el capullo con sus labios,
como si fuera la bola de un cono de helado. Abría su boca y se lo metía entero,
para luego subir rozándome con los labios a lo largo de todo el glande, así una
y otra vez, una y otra vez, esa subida rozando mientras su mano no dejaba de
masturbarme, uffff. De repente me soltó la polla y apartó también su boca, pude
ver que ya tenía algo de líquido preseminal escapando por la punta, resbalando
por el capullo. Entonces me escupió, acertando contra el capullo, lo hizo de
nuevo y su saliva dio en el tronco de mi verga. Entonces me fijé en que los
rodillos habían parado y la máquina estaba dejando caer agua a presión sobre mi
coche para enjuagarlo, lo mismo que hacía Mamen, siguiendo con precisión los
tiempos del lavado sobre mi polla.
Tras ensalivarme comenzó
de nuevo a subir y bajar la mano por la polla, pero más rápido que antes, subía
y bajaba, subía y bajaba. A la vez llevó su boca hacia mis huevos, y tras darle
un lametón se metió uno en la boca, masajeándomelo con la lengua. Yo empezaba a
no poder más, cada vez se me escapaban más gemidos, y mi mano le estaba
apretando fuertemente el culo, por lo salido que estaba. Se sacó el huevo de su
boca, y volvió a llevar sus labios al capullo, lo engulló con ansia mientras
miraba a mis ojos de nuevo. El placer que me producía el roce de sus labios era
insoportable, pero la placentera tortura no se acababa. Su mano subía, su boca
bajaba, su mano bajaba, su boca subía, y esa lengua rozando y rozando…
Estaba a punto de
correrme, lo sentía ya. Mi pelvis empezó a moverse como si estuviera follando,
quería descargar ya mi leche en la boca de Mamen, pero no me dejó. De nuevo me
soltó y apartó su boca. Mi excitación era tal que tenía la polla temblando, a
poco que la tocase me habría corrido sin remedio, pero no lo hizo. Cerrando sus
labios como si fuese a silbar empezó a soplar, notaba el aire rozar sobre mi
capullo, se acercó más y el aire me dio en toda la punta. Me fijé en que la
máquina había dejado ya de soltar agua y ahora lo que hacía era soplar aire
contra mi coche con sus potentes secadores. Mamen me estaba haciendo una auténtica
mamada lavado.
Dejó de soplar y se
abalanzó con ansia sobre mi polla. Ella tenía claro que yo estaba al límite, mi
respiración agitada así se lo decía, por lo que apretó bien sus labios y me la
mamó como una posesa, subiendo y bajando, subiendo y bajando. Cada vez que su
boca estaba arriba notaba el roce de la lengua. El ritmo de mis gemidos era ya
muy intenso, como el placer que sentía. Volví a subir y bajar la pelvis un par
de veces, a la vez que mi polla entraba y salía de su boca. Aunque no hacía
falta, la avisé:
- Mamen, me corrooooooo,
¡qué gusto!, sí, sí, siiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii.
Ella dejó la boca quieta
envolviendo mi glande y siguió subiendo y bajando su mano ordeñándome bien toda
la polla. Mis chorros de leche caliente empezaron a salir para dar en su
paladar, en su garganta, donde quiera que diesen, a mí no me importaba sólo
estaba muriéndome de placer mirando a sus ojos que seguían clavados en los
míos. Unos disparos más y acabé seco. Separó su boca de mi polla y vi cómo, exagerando
el movimiento, se tragó toda mi corrida. Abrió su boca para demostrarme que
apenas quedaba nada y me dijo:
- Ahora ya estoy lista
para el viaje, ya no tengo el estómago vació, y seguro que tú así más relajado
no le aprietas de más al pedal.
Me reí con su ocurrencia
y vi cómo los secadores se levantaban alejándose ya de mi coche. De nuevo a la
vez, Mamen levantó la tela de mi bóxer y con la otra mano guardó mi pene aún
duro en él. Abrochó el botón para después abrocharme la correa. Por último, con
cuidado subió la cremallera mientras la cadena de la máquina arrastraba mi
coche hacia fuera.
- Bien, - dije, - has
ganado la apuesta. Has conseguido que me corriese en lo que dura un lavado, y
de haberlo querido hasta me habría corrido antes, pero has preferido medir muy
bien los tiempos.
Mamen se rio y me
contestó:
- Por supuesto, ya sabes
que soy una mamona de primera. Y como te he dicho antes, me pienso cobrar esta
deuda. Tú tendrás que hacerme correr a mí cuando yo te diga, porque tendrás
claro que sigo más que caliente…
Yo asentí. Cuando dejó de
hablar me besó, nuestras lenguas se entrelazaron, y aún pude notar en su boca
el sabor de mi semen. Tras besarme se recolocó en su asiento y nos pusimos los
cinturones. Sacó un espejito de su bolso y comprobó que su peinado seguía casi
intacto, se lo arregló mínimamente para dejarlo perfecto. Luego miró sus labios
en el espejo y les dio un repasito con un pintalabios que llevaba. Cuando acabó,
me miró y le dije:
- Preciosa, incluso más
que antes, porque con la calentura que llevas te ha salido un color rojizo en
las mejillas a juego con el vestido.
- Ja, ja, ja. – Río ella.
– Venga arranca y vamos para allá.
Eso fue lo que hice. El
coche empezó a coger velocidad a medida que entrábamos en la carretera y yo me
puse a pensar en lo cómo se cobraría la deuda. Aunque no fue lo único en que
pensé, pues también pasaba por mi mente lo que había dicho Mamen al llegar al
lavadero, que se ponía cachonda con el lavado. Pero a partir de ese momento
ella ya no iba a ser la única a la que le pasase, porque desde entonces, cada
vez que he ido a lavar el coche, mi polla se ha puesto dura al imaginar que cada
acción de la máquina, la volvía a hacer la boca o la mano de Mamen sobre mi
verga.
Este fin de semana tendré que limpiar el coche, intentaré que no se moje por dentro, el asiento, sólo el coche por fuera. Quiero saber la continuación, me gusta.
ResponderEliminar¡Hola de nuevo Dama En La Calle! Muchas gracias por tu comentario. Si te atreves me cuentas cómo fue tu lavado y si en verdad sólo se mojó por fuera, ja, ja, ja. Besos morbosos. Eros
EliminarMe gusta esa fantasía en un lavado de coches, y me gusta como describes una buena mamada, se mete una en el papel. A mi particularmente es una de las cosas con las que mas disfruto.
ResponderEliminar¡Hola anónima! La verdad que yo he conocido a mujeres que disfrutan de verdad haciéndote una mamada, ponen tanta pasión, que no voy a decir que han disfrutado más que yo, pero sí que lo disfrutan sí, es bueno que tú seas una de ellas... Aunque claro, lo mejor es que a una buena mamada le siga una buena comida, si es que no se hacen a la vez, y así disfrutan los dos al máximo. Me alegra saber que la descripción te ha hecho meterte en el papel, es un placer conseguir que lo hagas. Y por supuesto, muchas gracias por tu comentario.
EliminarBesos morbosos.
Eros