Ha pasado un tiempo, pero hoy voy
a retomar mi historia con Ruth, mi vecina de las vacaciones veraniegas. La historia la inicié en Vecinos adosados y continuó en Adosados y pegajosos desde donde continúa. Por más
que pase el tiempo, y más aún ahora con el frío del invierno, recuerdo el tórrido
verano que pasé junto al caliente cuerpo de Ruth.
Dejé la historia tras haberme
desayunado el cuerpo de Ruth recubierto de Nutella, y tras haber saboreado ella
el mío recubierto de la misma crema. Así, un buen orgasmo por mi parte había
seguido a otro más intenso si cabe suyo. Pero ambos seguíamos calientes y con
ganas de más. Por encontrarnos todavía pegajosos por los restos de Nutella
sobre nuestros cuerpos, íbamos a darnos una buena ducha…
- Vamos vecina, en la ducha de mi
casa estaremos muy cómodos y sin interrupciones -. Y tras decir esto pasé mi
brazo por su cintura llevándola conmigo hacia mi baño.
- Voy contigo vecino – me
contestó Ruth apretándome con su brazo contra ella.
Hacía bien poco que me había
corrido, pero mi pene seguía duro. No como cuando estaba en su boca, que
parecía una barra de acero, pero sí bastante duro aún. La verdad que esa
erección tras una buena sesión de sexo no es algo que me suela ocurrir, pero sí
que me pasa algunas veces en que la calentura ha sido mucha, y no hay duda que
con mi vecina Ruth me ocurría. Además el hecho de llevarla junto a mí, de
mirarla y ver sus ojos verdes llenos de deseos, sus labios carnosos y
apetecibles y esos pechos suaves y grandes remarcados por los pezones aún bien
duros, ayudaba a que mi erección se mantuviese. Me calentaba tanto Ruth, mmmm.
Tras pasar desnudos y agarrados
por el césped del jardín común entramos en mi casa. La llevé rápido hacia el
baño. Justo al entrar, la giré hacia mí y besé con pasión sus labios. Ella me
devolvió el beso, vaya si me lo devolvió, nuestras lengua jugaron, los labios
se comían ávidamente, mmmmmm. ¡Cuánto la deseaba! Quería penetrarla, no pasaba
otra cosa por mi cabeza…
Pero justo entonces se escuchó
una melodía que provenía que provenía del jardín. Según iba sonando yo miraba a
Ruth y le pedía con la mirada que no fuese, que siguiese conmigo, que
acabásemos lo que habíamos empezado, pero no.
- Tengo que ir vecino, pero
puedes empezar a limpiar tu cuerpo para mí, pues quiero tenerlo dentro de mí y
me gusta bien limpito – dijo ella
mientras miraba hacia mi entrepierna y pasaba su lengua sensualmente por sus
labios, mmmmm.
La vi salir disparada mientras
miraba su cuerpo moverse. Su movimiento me seducía. No sé que tenía esa mujer
madurita que me volvía loco. Vi salir su cuerpo de mi casa, esos muslos en
movimiento y ese culo arriba y abajo, mmmm. No había duda de que la calentura
me iba a durar hasta que volviese.
Volví a entrar en el baño y puse
música suave. Fui hacia la bañera de hidromasaje y entré en ella cerrando la
mampara de cristal translucido tras de mí. Regulé la temperatura del agua y
abrí el grifo de la ducha. Me gustó la sensación del agua tibia al recorrer mi
cuerpo, pero no podía dejar de pensar en Ruth. Yo estaba muy caliente, mi pene
seguía erecto con esos pensamientos, pero yo no quería tocarlo para poder
disfrutarlo así con ella. Así que le hice caso y me empecé a duchar. Puse gel
en la esponja y empecé a frotar mi cuerpo para ir quitando los restos de la
crema de chocolate que quedaban por mi pecho, por mi abdomen. Tenía que
limpiarme bien, y por supuesto también la entrepierna.
Así estaba enjabonándome cuando
noté unas manos que frotaron mis hombros. Evidentemente era Ruth que había
regresado. Sin yo enterarme había abierto la mampara y se había metido
sigilosamente en la bañera.
- Veo que ya has terminado de
hablar vecina – le dije.
- Sí, era Juan, mi marido – me
contestó ella -, quería comentarme un tema laboral y ver cómo me encontraba. A
lo que yo le contesté que muy bien, aunque caliente tomando este sol veraniego
tan achicharrante.
- Ya, ya, caliente por el sol sí
– le contesté yo bajo el agua.
- Juan no necesita saber que por
lo que estoy caliente es por los cuernos que le voy a poner, mmm. – Me susurró
a la oreja poniéndome todavía más caliente.
Y dicho esto la vi coger la
botella del gel y ponerse en sus manos. Las puso un momento bajo el agua y las
frotó hasta que salió espuma. Entonces empezó a frotarme a mí. Ella seguía
detrás de mí y empezó a restregar sus manos por mi pecho, por mi abdomen. Me
gustaba la manera en que me limpiaba, poco a poco, sin dejarse nada. Además
notaba la presión de sus pechos sobre mi espalda, esos pechos grandes y algo
caídos ya por su edad, incluso notaba sus pezones duros al rozarme, mmmmmm.
Se puso más gel en las manos y
volvió a frotarme el abdomen. Empezó a restregar hacia abajo, bajando más cada
vez, hasta que llegó a mi entrepierna. Ahí frotó con cuidado, pasó sus manos
arriba y abajo por todo mi pene, limpiándomelo bien, y me dijo:
- Veo que sigue bien dura, así me
gusta.
- Por supuesto, es difícil que no
lo esté cuando en mi mente sólo está la imagen de tu cuerpo y lo único que
tengo son ganas de follarte – le contesté pícaramente.
A lo que ella me replicó:
- Y me vas a follar vecino, ¡vaya
que si lo vas a hacer! Pues yo no me puedo quedar con esta calentura que tengo.
Pero antes límpiame bien tú ahora.
Y eso hice. Poniendo gel en mis
manos le di la vuelta y empecé a restregarlas por todo su cuerpo. Era una gran
sensación ver su cuerpo desnudo entre mis manos y bajo los chorros del agua. Me
gustaba notar como su cuerpo se iba estremeciendo al paso de mis manos según
iba limpiando sus piernas, sus muslos, sus brazos, sus hombros, algún gemido se
le iba escapando a ella, mmmmm.
Me gustaba el tacto de su piel
madura con el gel al pasar por su abdomen. Bajé y limpié también su
entrepierna, a la vez que ella gemía, mmmmmm, mmmmmm. Pasaba mis manos por ahí
mientras sólo pensaba en meterle mi polla, ¡lo deseaba ya!, y encima ella gemía
más, mmmmmmm. Pero acabé de limpiarla, puse más gel en mis manos y fui hacia su
cuello, sus hombros, su cara, sus labios… Ella sacó la lengua y lamió mis dedos
según pasaban, eso me puso aún más duro a mí, mmmm.
Cogí la botella de gel y solté un
chorrito sobre sus pechos. Llevé mis manos y los amasé, así tan suaves… Pasaba
mis manos por ellos limpiándolos bien y aprovechaba cada vez que pasaba por sus
pezones para pellizcarlos un poco entre mis dedos mientras ella gemía, mmmm,
mmmmm. Cuando creí que ya estaba bien limpia se lo dije y paré, y ella me dijo:
- Ahora que veo tu cuerpo por delante
me doy cuenta de que aún quedan restos de chocolate por él, pero ahora lo
soluciono.
Y cogiendo la botella de gel, se
echó más sobre sus pechos, lo restregó un poco con sus manos hasta tener algo
de espuma y vino hacia mí. Me hizo agacharme un poco y se me acercó empezando a
frotar mi pecho con sus tetas espumosas. Las dirigía con sus manos puestas
debajo de ellas. A mí me encantaba notar el roce caliente de sus tetas, de sus
pezones duros mientras las subía y bajaba por mi pecho, mmmm.
Se puso más gel y siguió
frotando. Se levantó y las puso sobre mi cara, subiendo y bajando por ella. Yo
aprovechaba para lamer sus pezones cuando estaban cerca de mi boca, incluso
algún mordisquito les pude dar.
En un momento dado Ruth decidió
arrodillarse y puso sus tetas alrededor de mi pene, que ya no podía estar más
duro y grueso, mmmmm. Empezó a frotarme con ellas, mi pene en medio, sus pechos
uno a cada lado, arriba y abajo una y otra vez, mmmm, y seguía mientras yo lo
veía desde arriba. Veía asomar mi capullo entre ellas hasta volver a
desaparecer, ¡qué masaje ufff! Hasta que viendo que no iba a aguantar mucho le
dije:
- ¡Ruth! Si no paras ya, ¡me voy
a correr así!
- ¡Noooo! Eso no vecino, esta vez
quiero que te corras dentro de mí. – me contestó ella. Y yo la verdad es que
aún no sé cómo no me corrí en el mismo instante en que escuché eso, pues lo
dijo con tanto deseo…, mmmm.
Ella se sentó y se reclinó sobre
el escalón de la bañera y abrió las piernas lo que pudo mientras me miraba con
ganas de que me pusiese encima. Yo la veía así, tan ofrecida, tan llena de
deseo hacia mí, viendo caer el agua de la ducha sobre su vientre y resbalar
hacia su rajita, que se veía brillar, mmmmm, ¡qué imagen!
- ¡Vamos vecino! ¿A qué esperas?
¡Fóllame ya! – me gritó.
Y yo no la hice esperar más. Me
incliné sobre ella apuntando con la punta de mi capullo a su entrepierna, apoyé
un poco y se la metí de golpe, mmmmm. Entró fácilmente, ella estaba mojada sin
duda y yo también tenía mi polla a punto. Empecé a entrar y salir de ella, sacaba
mi polla despacio, para volver a metérsela de golpe, mmmmm. Ella gemía con cada
embestida, mmmmm, mmmmm…
¡Qué ganas le tenía desde el día
en que nos masturbamos! Y por fin estaba dentro de ella, mmmmmm. Seguía
bombeando, seguía metiendo y sacando mi polla de su coño bien mojado, mmmm, y
ella también gemía mientras acariciaba sus pechos, mmmm, mmmm, mmmm. Fui
acelerando el ritmo de mis embestidas, mmmm, mmm, mmmm, ella gemía y pasó sus
piernas por mi espalda, abrazándome con ellas. Y yo seguía a lo mío, follándola
sin descanso, notando cómo las paredes de su coño apretaban toda mi polla cada
vez que entraba hasta el fondo, mmmmm.
Como me había corrido hacía un
rato estaba aguantando más, porque si no me habría sido imposible no hacerlo
mientras escuchaba sus gemidos al follarla, mmmm, mmmm. Además según iba
entrando y saliendo mi polla de su coño, veía como sus pechos se movían arriba
y abajo por mis embestidas y su mirada, sus ojos verdes clavados en los míos,
ufffff. Así no iba a aguantar ya nada sin correrme…
Ante su sorpresa, al ir hacia
atrás saqué mi polla del todo de ese coño tan ofrecido y la froté por su
rajita, por su clítoris hinchado, mmmmm.
- ¡No te pares ahora! ¡Que me
tienes a punto! – me gritó ella.
Y yo se la volví a meter
despacio, sintiendo como iba entrando hasta el fondo, notando el agua sobre mi
espalda, mmmmmm, para empezar la acometida final.
Ella apretó más sus piernas sobre
mi espalda como para que no me volviese a salir y yo empecé a bombear de nuevo,
dentro, fuera, dentro, fuera, dentro, fuera, mmmmm, mmmm, mmmm. Nuestros
gemidos se entremezclaban, mmmmm, mmmmm. El placer era intenso, la respiración
cada vez era más fuerte, yo también
estaba a punto ya notando el roce de su coño en mi capullo, en mi polla, pero
seguí embistiendo, hasta que escuché entre gemidos:
- Vecino, no pares, sigue sigue,
me voy a correr. ¡Dioooooos qué gustoooo! ¡Fóllame así fuerte sí, más, más,
máaaaaaas….
- Yo también me voy a correr,
¡qué placeeeeer! No puedo más cielo, ummmmm. Te voy a llenar con mi leche ese
coño caliente que tienes, ufffff – le contesté.
- Síiiiiiiiiii, ¡llénamelo!
Síiiiiiiiii… - gritó Ruth. Y empezó a apretarme aún más fuerte arqueando su
cuerpo. - Síiiiiiiiii, ¡me corroooooo, síiiiiiiiiiii! ¡Aaaaaaaaaaaah!
- ¡Y yo tambiéeeeeen! Me corrooooo,
síiiiiiiiiiii. ¡Aaaaaaah!, ¡aaaaaah!, ¡aaaaaaaaah! – grité yo mientras con mis
últimas embestidas empezaba a lanzar mis chorros de leche caliente a su
interior, uno tras otro, mmmmmm, intensos, potentes, mmmmm.
Seguí embistiendo mientras
derramaba mis últimas gotas de semen en el coño de Ruth. Nuestras respiraciones
agitadas se iban calmando. Buscaba su mirada, y ella me mostraba en su cara una
expresión de auténtico placer. Había sido una buena corrida por ambas partes,
habíamos disfrutado de lo lindo sí, mmm.
Tras un rato así calmándonos y
relajándonos estando yo sobre ella, con mi polla ya no tan dura en su interior,
me incorporé y la fui sacando. No tardé mucho en ver asomar por su coño el
líquido blanquecino de mi corrida, pues un poquito empezó a deslizarse por su
muslo…
Entonces Ruth me dijo:
- Ha estado muy bien vecino.
Tenemos que repetirlo, pero en sitios más cómodos, ¿eh? Ahora me tengo que ir.
¡Nos vemos luego!
Y levantándose despacio salió de
la bañera y se encaminó hacia su casa. Yo de nuevo veía su cuerpo apetecible
moverse mientras se marchaba, ¡que seductora!
- ¡Hasta luego vecina! ¡Por
supuesto que lo repetiremos! – le contesté yo. Y me quedé solo en mi bañera,
notando cómo me caía el agua tibia, pensando en la suerte que estaba teniendo.
Me duché tranquilamente lavándome
bien, y limpiando bien ahora mi pene ya flácido después de haberse portado
bien. Salí de la bañera y me vestí, preparándome para comer seguramente con
Ruth claro, y planificando ya en mi mente nuestro nuevo encuentro sexual.
Esperaba que fuese uno de muchos, y así en verdad fue, pero cada uno de ellos
es otra historia que tal vez cuente más adelante. Mientras tanto, yo seguiré
calentándome cada vez que recuerde esos momentos…
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