Hace un rato estaba yo
tranquilamente tirado en mi sofá. Veía por enésima vez la película 300. No por
los abdominales de los espartanos, es que me gusta la película y su colorido,
tan similar al cómic original. Pero bueno, ya me desvío, como decía, veía la
peli cuando unos silbiditos del whatsapp me han interrumpido.
Pausé la película y
cogí el móvil para leer los mensajes, llevándome una grata sorpresa al ver el
nombre del contacto que me los había escrito, pues era aquella a quien llamé
Culoguay, y de quien ya hablé en este post anterior. Al abrir y ver sus
mensajes, de nuevo y como aquella vez he vuelto a alucinar, pues había tres
mensajes seguidos de una foto muy sensual. Los mensajes decían:
- ¡Buenas tardes!
- ¿Cómo lo llevas?
Para después aparecer
una foto como la siguiente:
Al ver la foto una
sonrisa se dibujó en mi cara y mi entrepierna se empezó a remover. No necesito
mucho para empezar a empalmarme, pero una foto cargada de sensualidad y con una
mujer ofrecida como ésa, os aseguro que lo ha conseguido. Como estaba en el
sofá únicamente con mi bóxer por el calor, se ha levantado una tienda de
campaña bastante evidente, aunque sólo para mí claro.
A parte de la
excitación que me ha producido, he pensado si sería casualidad que una persona
que te envío hace un tiempo una foto erótica por error, se volviese a equivocar
con tu número. Mi cerebro me decía que era poco probable, pero claro, podía ser
posible… Así que mirando bien una vez más esas medias negras con ligueros, le
he contestado por fin:
- ¡Buenas tardes! Y más
después de verte…
- Te he de decir que me
parece genial lo que te has puesto para cenar conmigo.
- Cubrir tu tanga con
una falda ya queda a tu elección, porque si te atreves a ir así conmigo por la
calle y al restaurante, yo también.
- Aunque creo que te
has vuelto a equivocar, pues no he quedado a cenar contigo aún, pero no me
importaría, pues quien haya quedado tiene una gran suerte…
- Soy aquel a quien ya
le enviaste una foto de tu delicioso culo, y ahora, supongo que por error de
nuevo, me has enviado tu entrepierna casi desnuda.
Después de enviar todos
los mensajes, me he quedado mirando la pantalla a ver qué me contestaba. Al
poquito tiempo los dos checks del whatsapp se han vuelto azules y yo me he
acariciado la polla por encima del bóxer pensando en la cara que habría puesto
Culoguay al leer mis mensajes. Os pongo nuestra conversación:
- ¡Vaya! Pues perdona
otra vez.
- Pero sí, esta vez
tampoco era para ti. Se va a convertir en costumbre…
- Pues no me importaría
esa costumbre la verdad, me ha gustado lo que he visto hoy, como me gustó lo
que vi la otra vez.
- Y tranquila, nada que
perdonar, al contrario.
- Verás, es que no
suelo usar la agenda y a veces pongo de memoria el número de mi pareja, que se
parece mucho al tuyo, y ya ves, si me equivoco te llega a ti.
- Pues sí, ya veo.
- ¿Sabes? Podías enviar
fotos más a menudo para equivocarte, porque a mí me ponen tus fotos…
- Calla, calla, que me
pongo roja. Por suerte no sabes quién soy, que si no me da algo.
- ¡Bah! Ya será menos,
que alguien que envía esas fotos debe tener una mente bastante libre y poco
tímida, vamos, digo yo.
- Bueno, esas fotos son
para mí pareja. Y sí, mi mente es muy abierta, pero con él, no con un
desconocido claro.
- Menos mal que sólo me
he equivocado dos veces, y todas las demás fotos que le he mandado no te han
llegado a ti…
- ¡Vaya! ¡Qué pena! Me
da rabia saber que hay más fotos y que yo no las veo. Eso no se le hace a tu admirador
en la sombra.
- Ja, ja, ja. Ya te
vale, en la sombra, je, je.
- Pues sí, así es.
Somos anónimos desconocidos. Aunque yo guardé tu número la otra vez por si
había otro error, y mira, lo ha habido…
- ¿Ah sí? ¿Y cómo me
llamaste?
- Bueno, creo que mejor
no te lo digo, la verdad.
- ¿Por qué? ¿Me has
visto en poses atrevidas y te da reparos decirme el nombre que te inspiro?
- Vale, te lo digo. Te
puse de nombre Culoguay.
- ¿Culoguay? Ja, ja,
ja, ja, ja. ¡Venga ya! Si que te gustó mi culo sí, ja, ja, ja, ja.
- Pues sí, creo que te
lo dije, me encantó tu culo. Y hoy me ha encantado la transparencia delantera
de tu tanga, y tus piernas enfundadas en esas medias…
- ¿De verdad te gusta
tanto?
- Sí, de verdad. Y mejor
no te digo la reacción que se ha producido en mí al verte.
- Vale, vale, te creo,
no hace falta que me lo digas…
- Pues sí, tanto que si
no tuvieras pareja hasta habría dudado que fuese otro error y te habría atacado
a fondo.
- Ja, ja, ja. Tranquilo
bichito, que no es para tanto. Soy una mujer normal y corriente.
- ¿Bichito? Je, je.
Anda que… Y de normal nada, eres muy sexy y me gusta todo lo que veo.
- Si tú me llamas
Culoguay yo te puedo llamar bichito, además, no sé qué tienes guay… ¡Y no me
mandes nada para verlo! Que no lo digo por eso…
- Ok. No te mando nada,
pero por si me quieres guardar con nombre, aunque supongo que no, me llamo
Eros.
- ¿Eros? Es un nombre
muy propio para lo que te envío, je, je. Encantada Eros, yo me seguiré llamando
Culoguay, y seguiré siendo una desconocida para ti, por mi bien.
- Lo entiendo. Aunque
salvo tu cara ya lo conozco todo, y me encanta.
- Bueno, todo todo
tampoco, no exageres. Pero sabes, me alegra que te guste, a veces una necesita
algún piropo en ciertos días…
- Pues desde aquí los
recibirás siempre que quieras, y porque no puedo darle un lametón a la
transparencia de tu tanguita, que si no…
- ¡Eeeeeeh! Tranquilo
bichito, no te embales. No creo que reciba más piropos tuyos porque espero no
equivocarme más, llevaré más cuidado, o me puedo meter en líos por culpa de
esto.
- No me digas, ¿es muy
celoso?
- Bastante sí. En fin…,
te voy a dejar ya, que tengo cosas que hacer. Me ha gustado volver a charlar
contigo Eros.
- Igualmente Culoguay.
Y si no te importa me guardaré esta foto junto a la otra de tu impresionante
culo para admirarte y recordar nuestra charla.
- Vale, no hay problema,
pero no me recuerdes sólo como Culoguay, que me gusta, je, je. Me llamo Clara,
pero nunca, absolutamente nunca me escribas por favor.
- Tranquila. Respetaré
tu petición, nunca te diré nada.
- Muy bien. Gracias
Eros. Encantada de nuevo…
- Un placer charlar
contigo y verte de nuevo Clara. Disfruta de la cena y los postres.
- Gracias. Besos.
- Gracias a ti por
volverte a equivocar. Muchos besos para repartir por todo lo que he visto.
Después de mi último
mensaje ya no recibí ninguno más de Clara. Imagino que como la otra vez le
enviaría la foto a su pareja para ponerle caliente, como me había puesto a mí.
Hasta le había puesto a ella una voz la mar de sensual, y la escuchaba en mi
mente al releer la conversación de hoy, y la del otro día, que también la tenía
ahí.
Me he puesto a ver las
fotos también. La de la otra vez, con ese culazo que tanto me pone. La de hoy,
con el tanguita transparente dejando me ver que Clara lleva el coñito depilado,
sin duda que sería delicioso, de buena gana le daría un buen lametón antes de
comérmelo apasionadamente, como esos labios de su boca que apenas se dejaban
ver en la foto. Me estaba excitando mucho, sin duda mirar a Clara era mejor que
ver los abdominales de 300…
He empezado a
acariciarme la polla por encima de mi bóxer azul. La tocaba toda por encima de
la tela, la base, el tronco y la punta, notando como se me iba poniendo más y
más dura por mis caricias. Me he puesto a frotarla bien, de abajo a arriba y de
arriba abajo sin dejar de mirar sus fotos en el móvil, que pasaba sólo de una a
la otra.
Al final he decidido
conectar por Bluetooth el móvil al televisor y así tener las dos manos libres.
Podía ver en la pantalla pasando de una a otra la foto de su culazo y la foto
de su coño delicioso enfundado. Y yo cada vez más caliente, pajeándome ya por
encima de la tela, hasta que he visto que mi bóxer se manchaba ya a la altura
de mi capullo.
Me he levantado y me he
bajado el bóxer. Tras sacarlo lo he llevado a mi boca y he lamido la manchita. A
falta del sabor del coñito de Clara tenía el mío propio, no es lo mismo pero
también me gusta. Después he tirado el bóxer al sofá y viendo las fotos me he
puesto a masturbarme con ganas.
Así de pie y con la
polla ya horizontal he empezado a mover mi mano por toda la verga, adelante y
atrás, adelante y atrás, una y otra vez, mientras con la otra mano iba
acariciando mi pecho y mi abdomen. No entendía por qué me encontraba tan
excitado por las fotos de Culoguay, pero así era. Las veía pasar en el
televisor y me apetecía lamer y follarme la pantalla, ¡qué ganas tenía!
Seguía acariciándome la
polla poniéndola cada vez más dura. Con deseo he empezado a acelerar más y más
los movimientos de mi mano, desde los huevos hasta el capullo en un placentero
frenesí. Notaba como mi respiración se aceleraba con los movimientos de mi mano.
Y más aún cada vez que rozaba mi glande del que ya escavan algunas gotitas, lo
que me estaba haciendo ya empezar a gemir.
He sentido que mi orgasmo
se acercaba ya, por lo que en un momento de lucidez me he echado para atrás
para no manchar ni la pantalla ni el mueble. He seguido moviendo más la mano
sobre toda mi verga, disfrutando de cada momento, y he empezado a mover a la
vez las caderas adelante y atrás como si me estuviera follando de verdad a
Clara, sobre todo cuando aparecía a cuatro patas.
Tras agitar mi polla un
poco más he notado cómo se acerba ya mi corrida, por lo que me he masturbado ya
a toda velocidad. Y así, unos instantes después han empezado a salir mis
chorros de leche caliente. Uno tras otro salían disparados hacia delante
mientras yo miraba la foto que había en la pantalla, que era la de hoy,
pensando en que estaba soltando mi leche sobre ese tanga transparente…
Después de soltar toda
la leche que llevaba dentro, he limpiado los restos que colgaban de mi capullo.
He visto el charquito que se había formado en el suelo y lo he limpiado mientras
seguía viendo pasar en la pantalla sus dos fotos.
La verdad es que me
encanta esa mujer, y no sólo eso, como ya os dije en otra ocasión, cuando algo
se mete en la cabeza, no paro hasta que lo consigo. Y lo que me da vueltas ya
en mi mente no es otra cosa que follármela sin piedad. No sé cómo pero lo
pienso conseguir.
Es cierto que no le voy
a escribir yo, porque le he dado mi palabra, y eso yo lo respeto, puesto que un
hombre sin palabra no merece la pena. Pero mi intuición me dice que aunque yo
no le escriba, ella se volverá a equivocar, de hecho sigo teniendo la duda de
si lo de hoy ha sido un error, o lo ha hecho intencionadamente. Sea como sea me
alegra que haya sucedido, aunque sólo haya sido para masturbarme por ella otra
vez.
Y ahora me quedaré aquí
acabando de ver 300 y envidiando al hombre que va a tener el privilegio de
disfrutar esta noche de la lencería y del cuerpo de Clara, deseando ser yo, y
haciendo fuerza para poder ser yo en el futuro…
Haces que me humedezca de deseo con cada uno de tus relatos, no tardes de uno a otro, me impaciento
ResponderEliminar¡Hola Anónima!
EliminarMe encanta saber que la esa humedad no la produce la meteorología, sino mis relatos. Espero que siempre te siga humedeciendo, pues en estado de calentura se vive mejor, ¿no?
Respecto a la tardanza, pues se hace lo que se puede. Hay obligaciones que me impiden escribir tanto como yo quisiera...
Muchas gracias por tu comentario.
Besos morbosos.
Eros